Paolo Vasile: “La única jubilación que contemplo es la muerte”

Allá por mayo de 2014 tuvimos una intensa charla con el magnate italiano más influyente de nuestra televisión. Tras el anuncio de su relevo como CEO de Mediaset España, recuperamos esta entrevista en la que Vasile nos habló abiertamente de 'Sálvame', la telebasura, Berlusconi y un largo etcétera.

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Paolo Vasile siempre viste de gris, los colores los lleva dentro. Sentado en su despacho, atento a ocho pantallas que emiten simultáneamente, mueve los hilos de lo que tú ves en casa. Muchos han oído hablar de él, pero pocos saben cómo es en realidad. El hombre que, hasta ahora, ha controlado uno de los mayores conglomerados mediáticos del país es, irónicamente, poco amigo de las cámaras. A pesar de definirse a sí mismo como “un bestia y un ignorante” en comparación con su padre –Turi Vasile, productor, dramaturgo y guionista–, Paolo Vasile (Roma, 1953), consejero delegado de Mediaset España durante 23 años, convierte en hit televisivo todo lo que toca. Precisamente de sus hits estuvimos hablando hace unos años, concretamente en mayo de 2014, momento en el que fue portada de Mine. El despacho donde nos recibió era un santuario que albergaba los mejores recuerdos del grupo. Hojas con índices de audiencia y ocho televisores emitiendo de forma simultánea cada una de las cadenas de Mediaset España. “Always on”, como él dice. Vasile, jubilado o no, tiene cuerda para rato.

(Entrevista extraída del número 09 de Mine publicado en mayo de 2014)

De estudiante de Humanidades a consejero delegado de un grupo de comunicación. ¿Cómo acabó usted en la televisión?
Hago televisión porque ese fue el elemento de comunicación novedoso de los años 80. Probablemente, si hubiera nacido 40 años después mi medio ideal hubiera sido Internet. Me formé con estudios clásicos y humanísticos tirando al campo de la sociología y la antropología. Lo cierto es que, de las materias que he estudiado en mi vida, los dos elementos que más me han ayudado en mi carrera son la música y la antropología. El trabajo que hacen los comunicadores es mucha psicología y sociología. Si no sabemos en qué mundo estamos o quién está al otro lado de la pantalla de una televisión, mal vamos.

Pocos saben que, antes de llegar a este punto, fue productor de cine en Italia.
El cine es lo que he respirado desde que nací. Cuando era pequeño, mi aspiración no era ser astronauta ni piloto de Fórmula 1 como el resto de los niños. No porque no me gustara, sino porque yo solo pensaba en hacer cine. Es como el hijo del panadero que solo ha visto pan y no quiere ninguna otra cosa. Mi padre era un intelectual y un erudito, no como yo que soy una bestia y un ignorante. Mi anhelo era comunicar, así que a los 19 años ya estaba echando una mano en los rodajes, conduciendo camiones y posicionando las caravanas de maquillaje. Creo que he hecho todo lo que se puede hacer en el ámbito de la producción y la gestión. Lo único que me falta es ponerme tetas y presentar.

“Lo ideal para mí siempre ha sido mantener el anonimato, pero hay un factor clave y es que una pandilla de impresentables ha decidido hacerme famoso insultándome a diario”

¿En qué contexto conoció a Silvio Berlusconi?
Tuve la gran suerte de encontrar a Berlusconi en 1983. Fue en ese momento cuando, entre todos, me convencieron para hacer lo que hago ahora. La televisión era algo que no nos suscitaba ningún interés a los que hacíamos cine. Es como si ahora me dijeran: “¿Quieres trabajar en un Ministerio?”. Nadie quiere trabajar en un Ministerio. La oportunidad llegó porque un guionista de una película donde yo era productor se dio cuenta de mi necesidad por contar historias. Me llamó un día y me dijo que Berlusconi quería ver si se podía producir en Roma algo de televisión. Yo le dije: “No, no, muchísimas gracias. He empezado una película”. Y me contestó: “No tenemos prisa, ¿cuándo terminas?”. Cuando volví a casa se lo conté a mi mujer y me dijo: “Bien, ¿no?”. En ese momento, pensé: “¿Cómo que bien?”. Pero yo hago siempre lo que dice mi mujer, así que acabé probando.

Foto: JORGE ALVARIÑO

¿Entonces, no estaría donde está hoy de no ser por su mujer?
Estoy en la televisión básicamente por ella. Y bueno, estoy siempre en Madrid por ella también –ríe–. –Su familia reside en Italia y Vasile los visita cada fin de semana–.

“Telebasura es un insulto a la gente hecho por los esnobs. Si le dices a los espectadores que eso es telebasura, les estás diciendo que son coprófilos y comen mierda”

¿Para llegar a lo más alto hay que estar bien relacionado?
No necesariamente. Soy un tipo bastante inquieto, valiente en el sentido negativo de la palabra y, a veces, aparentemente inconsciente. El desafío más grande de mi vida ha sido intentar demostrarme a mí mismo que se puede desempeñar este trabajo sin hacer nada en contra de mis principios. Para mí, el tema de las relaciones es más dañino que otra cosa. Es difícil creer que la persona que tienes enfrente no miente, sobre todo si defiende descaradamente unos intereses como si fueran suyos. Yo nunca defiendo el interés del otro, a no ser que sean comunes. No me gustan los que dicen: “Mira te lo digo porque para ti es mejor”. Cuando alguien afirma una cosa así, pienso que es un poco hijo de puta. A mí las relaciones me vienen como consecuencia.

Entonces, ¿cuál es la clave del triunfo profesional?
Trabajar duro. Hay que vivir para este trabajo, no se puede pensar en eso de ‘desconectar’. Yo no sé que es, nunca lo he hecho, ni por un momento. Probablemente porque tengo miedo de no saber qué pasaría si un día lo hago, por eso estoy always on. No creo en quien dice que trabaja tres horas al día, eso es gente que no sirve. Uno que trabaja tres horas al día significa que tiene un papel honorífico y está ahí porque no lo pueden echar. En el sector de la gestión no se puede trabajar media jornada y luego irse a jugar al golf. Hay que estar siempre.

La era Vasile

En 1999, usted llegó a Mediaset en sustitución de su compatriota Maurizio Carlotti. ¿En qué ha mejorado la compañía desde entonces?
No es que haya mejorado, es que en estos 15 años hemos hecho una compañía –15 años hasta 2014, momento en el que se realizó esta entrevista–. La televisión es una cosa que acaba de nacer si lo miramos con las gafas de la historia, por tanto, cuando yo entré en Mediaset todavía no era una compañía ni podía serlo porque era muy joven. El trabajo de Maurizio Carlotti fue de urgencia, él fue el Samur de Telecinco cuando la cadena expiraba el último suspiro y fue muy hábil a la hora de conseguir que no se muriera. Pero, luego, tenía que vivir. Y creo que la convertimos en compañía cuando salió a Bolsa en 2004. Antes no pudo hacerse, no porque estuviera mal, sino porque no tenía suficientes fortalezas, bases y esquemas.

De un tiempo a esta parte, cuando se habla de Telecinco, se habla de la cadena de Paolo Vasile. ¿Le gusta ser un protagonista más?
No. En el mundo del espectáculo tienes que decidir rápidamente de qué lado estás: o eres trabajador o eres estrella. Por formación, carácter y estilo de vida, lo ideal para mí siempre ha sido mantener el anonimato. Lamentablemente, en España me ha pasado lo que no me pasó en Italia, que he llegado a ser reconocible. Y como no tengo nada que esconder, he sacado pecho. Aunque estoy aquí 14 horas el día y solo acudo a presentaciones de series por compromiso. Odio las fotografías y, en ese sentido, hago lo estrictamente necesario. Luego, el otro factor clave es que una pandilla de impresentables ha decidido hacerme famoso insultándome a diario.

Foto: JORGE ALVARIÑO

¿Confraterniza con alguno de sus trabajadores?
No tengo esa ambición de aparecer en los medios. No frecuento a ninguno y no tengo relación de amistad con nadie del mundo del espectáculo. Otra cosa es que en estos años haya conocido a tanta gente con la que comparto afinidad. Ana Rosa Quintana o Mercedes Milá son personas con las que tengo una relación profesional, pero también personal. Pero la relación con la estrella para salir con ella… esto no.

“Cuando Antena 3 se hartó de perder al fútbol, decidió jugar al mus. Lo que ellos desprecian es justo lo que no han conseguido, y esto no me lo invento yo, está documentado”

¿Qué opinión le merece la palabra telebasura?
Es un insulto a la gente hecho por los esnobs. Un esnob es aquel que tiene esta postura de aristócrata sin serlo, lo que no deja de ser una visión antidemocrática. Hay una teoría antropológica que divide la sociedad en cultura hegemónica y subalterna; mi percepción hace que valore mucho la subalterna, por eso le he dedicado toda mi vida profesional. Para mí es irritante que alguien sea de la Lazio, por ejemplo, pero no le insultaría nunca. No juzgo a la gente que ve nuestra televisión, intento hacer la televisión que quiere ver el público. Si le dices a los espectadores que eso es telebasura, les estás diciendo que son coprófilos y comen mierda. El paso siguiente es la visión pedagógica de la comunicación, típicamente totalitaria, cuando el comunicador se convierte en pedagogo para utilizar el medio de masas. Yo hago la televisión que te sirve, no la que te puede ser útil.

Entonces, ¿Paolo Vasile no hace la televisión que le gustaría hacer?
No, es absurdo. Eso no lo hace nadie que luego pretenda seguir haciendo televisión. Quiebran muchos medios de comunicación por ese motivo; hay personas muy soberbias que creen tener la capacidad para imponer cosas y saber lo que es justo. Aquí estamos todo el día analizando audiencias, curvas y datos. No es un tema de magia, es cuestión de los mensajes que nos manda la gente. La televisión que me gusta marcaría un 0’4% de share, pero ni me lo planteo porque es peligroso.

Muchos asocian Telecinco con programas como ‘Sálvame’ o ‘Mujeres y hombres y viceversa”. ¿Diría usted que son la esencia de la cadena?
‘Sálvame’ es una cosa grandísima. Honestamente, yo creo se hablará de este programa en el futuro como se ha hablado de otros fenómenos que no se valoraron en el momento. ‘Sálvame’ es una operación muy profunda de neorralismo que confina a veces con el hiperrealismo. Hemos creado un mundo paralelo donde hay unos habitantes que viven solo ahí y hacen el papel de un personaje que son ellos también. Estos personajes, en realidad, no existen en cuanto a personas, son como actores de una comedia, solo que usan sus propios nombres. Matamoros está convencido de ser Matamoros, se lo cree seguro, pero no existe como tal; hay un señor que se llama Matamoros que está interpretando un personaje que se llama Matamoros. Pero además de este programa tenemos otro tipo de productos, como ‘De Boca en Boca’ o ‘El Príncipe’ –series de ficción que estaban en emisión en 2014–, que también son una buena carta de presentación.

Y, ¿cómo afecta esta hiperrealidad a la sociedad?
‘Sálvame’ es un pilar, pero para entenderlo hay que pensar también en el anterior formato de ‘Aquí hay tomate’. Este programa tuvo un impacto. A través de ellos se ha anulado el halo de grandeza que rodeaba a los famosos y se ha hecho ver al público que no es que ellos sean como nosotros… ¡es que son mucho peores!

Guerra de audiencias

Por el contrario, otras cadenas como Antena 3 han decidido apostar firmemente por un modelo de televisión blanca, para toda la familia.
Antena 3 ha intentado hacer una televisión agresiva, brillante, viva… pero no lo ha conseguido. Cuando se hartó de perder al fútbol, decidió jugar al mus. Lo que ellos desprecian es justo lo que no han conseguido, y esto no me lo invento yo, está documentado. Supone lógicamente una gran frustración y, al final, se han posicionado donde podían, que es una cosa profesionalmente correcta. Pero esto no les ha funcionado hasta que TVE ha desmantelado la tarde a favor de ellos, porque sin la franja de la tarde es difícil ganar.

¿A qué se refiere con que han desmantelado la tarde?
Ahora están haciendo este programa pornográfico sobre el dolor –Vasile se giró en ese momento y señaló uno de los televisores, donde se emitía en ese momento ‘Entre todos’, programa conducido por Toñi Moreno–. La televisión española, la del Gobierno que dice que hay que portarse bien –en 2014, año de esta entrevista, era la primera legislatura de Mariano Rajoy– , ahora va y hace la cosa más pornográfica de los últimos cincuenta años. Si hay algo que tiene que ser invisible y silencioso, es la caridad. Espero que Dios no exista porque seguro que no nos perdona estas cosas –ríe–.

¿Entonces el blanco no es un color televisivo?
Mira, el blanco, o lo renuevas todos los días, o se convierte en gris. Como las camisas. Y si hay una cosa que no aguantaría en la vida es ser gris o hacer cosas grises. Por eso me visto siempre de gris, porque los colores los tengo yo. La televisión blanca es una forma de comunicar, una frustración que no tiene sentido. Pregunta a un niño, a un adulto o a un extraterrestre qué prefiere, ¿el blanco o los colores?

De sus palabras se infiere que la contraprogramación no es un mito.
En realidad es un mito, porque en todas las actividades hay competición. El hecho de programar y tener en cuenta lo que está haciendo el otro es normal. El que hace televisión sin tener en cuenta lo que hacen los demás es un soberbio o un incapaz y muere inmediatamente. La contraprogramación es una herramienta de trabajo.

Foto: JORGE ALVARIÑO

En alguna ocasión ha desplazado programas seguros del prime time arriesgándose a que no funcionaran tan bien en otra franja.
Como todo en la vida, existe el uso táctico o estratégico de un producto. Puede usarse para contraprogramar o para defender otro producto. A veces se cambia un programa para que haga más; otras veces se cambia sabiendo que va a hacer un poco menos, pero que impedirá al de la competencia ir mas allá.

“Me pagan muy bien, no sé cuanto pagan a otros consejeros delegados. Tampoco me interesa, porque me parece algo demagógico y que fomenta el cotilleo”

¿Estaría dispuesto a cualquier cosa por la audiencia?
Estoy dispuesto a dedicarle toda mi vida. Más que esto, ¿qué puedo hacer?

TDT, publicidad e Internet

¿Cómo le va a afectar a Mediaset la clausura de dos temáticas de la TDT?
Mira, lo que más nos afecta a todos es que ahora no podemos contarnos eso de “Cristo se ha muerto de frío”. Vivimos en una situación de inseguridad jurídica total. El problema número uno, dos y tres es la desprotección para una empresa que está en el Ibex 35. No debería vivirse esto y el Gobierno así debería entenderlo. Las televisiones solo cierran en países que no tienen nada que ver con España y nosotros tenemos que defender todos los sectores: eléctrico, telefónico, ladrillo… Soy español en España e italiano en Italia, me preocupan las mismas cosas.

Hicieron una campaña para criticar el cierre de los canales de la TDT, pero tuvieron que retirar el vídeo de ‘Entre todos la mataron’. ¿A usted le gustaba?
¡Claro! ¡Es que lo pensé yo! Era estupendo, un riesgo que teníamos que correr. Diciendo que el Gobierno ha parado esto no vamos a ningún sitio. Mucho más fuerte es ver un coche ministerial que atropella a una familia. Pero esa es mi visión y puede estar equivocada –explicaba con una sonrisa–. La ironía y el sentido del humor son bienes escasos. No queríamos hacer una campaña en contra de Audi o de los que han sufrido un atropello; hoy me ha llegado una carta de unas personas molestas y les he dado cita inmediatamente porque no estamos aquí para ofender. Si quiero ir en contra de alguien, lo hago; lo he demostrado, no me para nadie.

Pero la elección del coche no era fortuita.
El coche era el que era, aunque lo habíamos enmascarado. La simbología de este país es que los poderosos tienen un Audi, al poder lo representa el A8. Yo por eso no lo tengo –ríe –. Aquí uno que no tiene un A8 no pinta un cacho.

¿El Gobierno suele ejercer presión sobre las televisiones privadas?
Debo reconocer que he vivido grandes momentos de presión en mi carrera. Un presidente de Gobierno dijo textualmente: “Si lo encuentro, lo atropello con el coche”. Y otro del partido contrario intentó atropellarme en sentido figurado. Por tanto, tengo una gran experiencia en lo que a persecución política se refiere, por el simple hecho de que no aguanto las injusticias o que me hagan daño. Pero este es el Gobierno que menos he visto presionar en los 15 años que llevo viviendo aquí. Luego está el ministro Soria, claro –ríe–.

Volvamos por un momento al pasado. ¿El programa ‘La Noria’ se canceló porque entendieron que habían cometido un error al entrevistar a la madre de El Cuco o por una cuestión económica?
No, error no. Simplemente no se puede hacer un programa si no se tiene público o publicidad. Nosotros no hemos hecho nada malo. La entrevista de El Cuco se había realizado en otras cadenas y siempre pagando al abogado. Es algo que los periódicos hacen siempre, incluso cosas mucho peores. Por ejemplo, robos de documentación que no se pagan con un recibo. Diría que el 80% de las grandes noticias que han salido en los periódicos en la historia son porque alguien ha pagado a otro. En toda mi vida yo no he pagado a nadie de forma no oficial. El hecho de que el familiar de un condenado no pueda salir en televisión no tiene sentido. Con esto no podríamos invitar a ningún político o sus familiares.

Lo llegó a definir como “un complot”.
Fue un momento triste para la comunicación en España. Una conspiración, una estratagema que hemos tenido que asumir porque es parte de la vida. El anunciante hace lo que considera oportuno para él, lo que considera mejor y no lo juzgamos. Ahora bien, que sea bueno para un anunciante ceder a un chantaje…

¿Internet es el futuro de la televisión?
Para mí está muy verde. Pienso, espero y rezo que haya un lugar del mundo donde un chaval de 16 años, en un garaje y después de fumarse cuatro porros de más, descubra por fin el modelo de negocio de Internet. Al único que le va bien en este terreno es a Google, aunque más que una cuestión de publicidad podría llamarse posicionamiento. Nosotros estamos generando a través de Internet una ampliación de la relación con el público. Una vida más allá de la vida. ‘Mujeres y hombres y viceversa’ es un programa de éxito con un target interesante, pero no tenéis ni idea de lo que triunfa en la red. Igual hace el 14% de share, pero en Internet registra como un 40%. ¿Se rentabiliza? De momento no. Pero es muy interesante desde el punto de vista de la relación con la audiencia.

EL HOMBRE TRAS EL MITO

¿Quién es su presentador preferido?
¿De España? ¿Me estás preguntando que te diga quién es mi favorito de los que trabajan aquí conmigo? ¿Cómo pretendes que te lo diga? –ríe–.

Dicen que felicita mediante un SMS a aquellos que han obtenido buenos datos de audiencia. Es usted un motivador.
–Ríe–. Habría que preguntarle a la gente que trabaja conmigo. Yo pienso que una parte importante de mi trabajo es hacer entender a los que han hecho un esfuerzo y han tenido un éxito que, efectivamente, les hemos visto.

Mediaset ha fichado rostros populares que anteriormente han sido declarados enemigos de la cadena. ¿Todo el mundo tiene un precio?
En Mediaset España habrá siempre gente que es amiga del público. Si son amigos o enemigos de la cadena, me da igual. Hay casos y casos. Muchos de ellos lo han hecho porque era el papel que tenían que interpretar, no era su opinión real. Una vez cierta presentadora de televisión dijo en directo que Vasile era un gilipollas. ¿Y si fuera la verdad? En cualquier caso, la persona en cuestión es una gran profesional que estaba enfadada conmigo –se refiere a María Teresa Campos–.

¿Telecinco es una cadena gay-friendly?
En el concepto anarquista de la vida está también esto. La homosexualidad no me parece una característica. Para mí una persona o es buena o no es buena. No lo hemos hecho para captar un público específico, intentamos que nuestra televisión sea el espejo de la sociedad donde vive. En España ha habido una liberación tardía por razones históricas de una condición humana que es la homosexualidad; nosotros la hemos acompañado. Ni la hemos ocultado ni explotado.

Foto: JORGE ALVARIÑO

Un estudio publicado por la revista Forbes le sitúa entre los 15 consejeros delegados mejor valorados del Ibex 35. ¿También mejor pagados?
¿Sí? –Vasile le pregunta sorprendido a la Directora de Comunicación–. Me pagan muy bien, no sé cuanto pagan a los otros. Tampoco me interesa, porque me parece algo demagógico y que fomenta el cotilleo. Lo gano honestamente, no me lo regalan y es todo dinero oficial. No hay más. Yo sé lo que ganan las 1.300 personas que trabajan para mí.

¿Cómo es un día normal en la vida de Paolo Vasile?
Me despierto pronto, hablo con mi mujer que está en Italia y luego me ducho. Cuando salgo de la ducha, y mientras me afeito, empiezan a llegar los primeros datos de audiencia. A las 8.20 exactamente me llama Mirta –Directora de Comunicación del grupo Mediasety si se retrasa, me pilla lavándome los dientes. Tengo que salir de casa entre las 8.35 y las 8.40. Súmale que, si el día ha ido bien, tengo que enviar el SMS a Ana Rosa, Jorge Javier, Pedro Piqueras… –ríe–. Luego llego aquí hasta que me voy. Y me voy porque tengo cenas que son prolongaciones del trabajo.

¿Siempre que se sienta delante de una televisión lo hace para trabajar?
No, aunque si no estoy físicamente delante sigo pensando en televisión. En mi televisión personal veo los partidos, el deporte y las series. Si una noche no tengo cena, me voy a casa y hablo con mi hija. Es tristísimo porque estoy solo.

¿Sintoniza la competencia por placer?
No. Veo el deporte o veo series. Y las series en televisión de pago, porque así las veo antes. No lo considero momento de trabajo, es momento de información.

Es un gran futbolero, pero, ¿va usted con La Roja?
¡Por supuesto!

¿Se arrepiente de alguna decisión tomada a lo largo de todos estos años?
–Vasile estalla en una carcajada–. ¡Pues claro! Es más fácil recordar las cosas de las que no me arrepiento. Quien hace este trabajo se equivoca al menos 7 de cada 10 veces. Esto es una estadística casera, pero por ahí andará.

¿Tiene pensado prejubilarse?
¿Cómo? Yo voy a morir de un momento a otro. Es la única forma de prejubilación que preveo, pero incluso de jubilación. Lo tengo muy claro, hay gente que dice que quiere morir matando. Yo quiero morir trabajando.

Fotos: JORGE ALVARIÑO | Maquillaje: REGINA CAPDEVILA - Entrevista publicada en el número 09 de Mine en mayo de 2014