Solemos repetir en una mezcla de mantra y chascarrillo facilón que los nórdicos piensan. No haremos sino reafirmar el cliché en esta visita a un laboratorio en el que se piensa mucho. Viajemos por el instante que dura esta lectura a Copenhague, corazón de la Europa civilizada. Al terminar habremos visitado igualmente el futuro tal y como lo imagina la gente de Space10, un laboratorio de ideas amamantado por Ikea. Personas muy listas compartiendo un espacio muy moderno en una ciudad muy avanzada para construir un porvenir muy útil, saludable, eficaz y muy sostenible. Y lo hacen sin ataduras comerciales y con transparencia, ya decimos, nórdica.
Muy bien, pero ¿qué es eso de Space10? Porque en plena era de la incertidumbre andamos sobrados de humo y de visionarios oportunistas. Aquí, al menos, no advertimos ningún pope celebrity ungido en su cruzada por salvar el mundo. Solo buenos chicos que trabajan por una vida mejor. Aunque suene a distopía.
Urbanismo, arquitectura, IA, robótica, consumo, relaciones, transporte, alimentación. A todo esto se dedican en los más de 1.000 metros cuadrados de centro compartido que el estudio danés Spacon & X diseñó en una vieja nave de pescado del Meatpacking District. La apariencia es indisoluble del contenido. Al estilo de los cuarteles generales más disruptivos –elejid uno de Silicon Valley al azar–, la sede de Space10 en la capital danesa es una sucesión de espacios transparentes: detalles orgánicos, luz natural, tecnología y respiro ocioso. Atmósfera equilibrada y puestos dinámicos para trabajar sentado, reclinado o en posición de loto. Así se experimenta en un laboratorio colaborativo del siglo XXI.
Space10 aborda los retos del futuro, desde la escasez de recursos y la seguridad alimentaria hasta la rápida urbanización
Todo empezó el 19 de noviembre de 2015. Nos lo cuenta Simon Caspersen, director de comunicaciones de Space10. “Somos un grupo diverso de personas de todo el mundo: tenemos un bioingeniero, un chef, informáticos, diseñadores, arquitectos, creativos, financieros, directores de proyectos y productores creativos. Somos 23 en total, pero además del equipo interno de Space10, trabajamos con una red de colaboradores: artistas, tecnólogos, diseñadores, creadores y alborotadores. Esto nos permite soñar a lo grande y conformar equipos a medida para sumar nuevas perspectivas y expertos que pueden desafiarnos”.
Pero, ¿cuáles son las tareas de Space10?
Abordar las principales tendencias sociales que cambiarán la forma en que viviremos en el futuro, desde la rápida urbanización a la escasez de recursos naturales, la soledad en las ciudades, la seguridad alimentaria y la falta de viviendas asequibles, así como observar cómo los avances tecnológicos –realidad aumentada, IA y herramientas de fabricación digital– pueden empoderar a las personas de maneras completamente nuevas. “Hoy, precisamente, lanzamos un nuevo proyecto, Spaces On Wheels, que intenta involucrar a más personas en el cambio de paradigma que podría tener el desarrollo de los coches sin conductor en nuestra vida cotidiana. Hemos diseñado siete coches autónomos que se pueden solicitar desde el iPhone para ser probados en la puerta de casa mediante realidad aumentada”, comenta Caspersen.
Muchos de los proyectos de Space10 son todavía experimentales
Sin embargo, muchos de estos proyectos son todavía experimentales. Cuando le preguntamos si Space10 tiene previsto hacer realidad alguno de ellos en un futuro cercano nos remite a Ikea Place, aplicación lanzada el año pasado y que permite visualizar en un smartphone los muebles dentro de nuestra sala de estar. Su éxito lleva al propio Caspersen a una reflexión: “Entonces, ¿queremos generar una conversación más amplia sobre lo que nos gustaría que fueran estos nuevos espacios?”. La pregunta se contesta sola. Con Space On Wheels o con la app Ikea Place, que el día de su lanzamiento Tim Cook, CEO de Apple, describió como “el futuro de las compras”, Space10 allana el camino del mañana.
Fabricar, interactuar, compartir, cultivar
La fábrica de Space10 en su edificio de planta abierta de tres pisos incluye hasta cuatro laboratorios distintos: Digital Fabrication (fabricación abierta), Natural Interfaces (interfaces naturales), Share Living (vida compartida en la ciudad) y Local Food (alimentación local). El sótano acumula herramientas como una máquina de control numérico computarizado (CNC), cortadoras láser e impresoras 3D para producir desde ropa a muebles e, incluso, casas. La eterna aspiración de crear comunidades autosuficientes y devolver la naturaleza a las ciudades. Sin salir de este fab lab, Space10 creó Growroom, un jardín esférico del que, tras descargarse sus archivos digitales, se levantaron versiones locales en Dubai, Helsinki, Moscú, Río de Janeiro, San Francisco, Seúl y Sidney. También lanzó, el pasado mes de abril, un prototipo de casa de código abierto, low cost, adaptable y sostenible. El laboratorio de interfaces naturales, por su parte, se dedica a explorar la interacción más natural e intuitiva del humano con la tecnología. Entra aquí la realidad aumentada, la Inteligencia Artificial, los interfaces de audio y la tecnología de voz, sin descuidar la ética de un mundo digital globalizado que se define por toneladas de datos.
Compartir es otro concepto clave. El laboratorio más nuevo de la casa trata de perfeccionar la convivencia en un planeta cada vez más –desmesuradamente– urbano desde una perspectiva holística y sistémica. Si pronto el 70% de la población mundial vivirá en megaurbes, habrá que repensar espacios públicos más habitables, accesibles y eficientes. Propiedad e intercambio, vida en comunidad, soledad, precarización, burbuja… Todo está por hacer.
El último y tal vez el más llamativo de los laboratorios es Local Food, dedicado a las próximas vías de producir, cultivar y distribuir alimentos –saludables, condición irrenunciable– sin salir de la ciudad. Comer rico, nutritivo, sano, sostenible y hasta divertido. De nuevo, el sótano de Space10 se convierte en campo de pruebas. Allí encontramos una granja hidropónica vertical en la que se cultivan verduras, un biorreactor que hace crecer espirulina, un criadero de gusanos de harina y un sistema de acuaponia en el que crecen peces y plantas. En la granja vertical, Space10 reproduce “el día de primavera perfecto, todos los días”. A gran escala, supondría la superación de la agricultura tradicional, demasiado ineficaz y lejana de los núcleos urbanos. Comida fresca de máxima proximidad. El verano de 2017, Space10 presentó en London Design Festival una granja pop-up llamada Lokal. De ella, casi un bar de metro 0, nacieron mini-vegetales que fueron utilizados para preparar 2.000 ensaladas.
Fast food de laboratorio
Los insectos, las algas y la carne cultivada serán las fuentes de alimentación del futuro, desafío colosal de la humanidad. Space10 lo sabe: “nuestro sistema actual de producción de alimentos está roto”, sentencia Simon Caspersen. “Es impulsor del cambio climático. Requiere una gran cantidad de recursos para producir, transportar y enfriar; y usa nuestras menguantes fuentes de agua. Además, la ONU estima que necesitaremos un 70% más de alimentos en los próximos 35 años, por lo que debemos encontrar formas más inteligentes de producirlos”. Piensa Caspersen que el sabor y el valor nutricional no se prioriza. “Tome una manzana normal, como ejemplo. Desde su recolección hasta llegar a la tienda en Estados Unidos pasa una media de 11 meses, según Caleb Harper (MIT Media Lab de Massachusetts), así que lo que terminamos comiendo es básicamente una pequeña bola de azúcar, porque la manzana ha perdido el 90% de sus nutrientes y antioxidantes”.
En un contexto de búsqueda de sustitutos proteicos, en el que la carne entra en crisis para ser representada como fake –en forma de vegetales– o, más allá, como producto sintético cultivado en probetas, Space10 dio la campanada. Primero presentó Tomorrow’s Meatballs, un divertimento sensorial que se adentraba en territorios gastronómicos inexplorados con ingredientes alternativos. Valiéndose del aspecto universalmente reconocido de una albóndiga, Space10 quiso concienciar sobre los excesos del consumo cárnico y demostrar la viabilidad de la carne artificial. En su catálogo, albóndigas –del mañana– de algas, de insectos y de carne cultivada.
Pero fue solo el principio. La carta se completó enseguida con un menú de comida rápida proyectado al más allá: Fast Food of the Future. No faltaron los hot dogs, pero con zanahorias baby glaseadas con kétchup de remolacha y bayas montadas en un bollo de espirulina, “el alimento más ideal para la humanidad”, según la ONU. Y se completó con unas hamburguesas compuestas de remolacha, chirivía, patatas y gusanos de harina, la forma larvaria de un escarabajo negro. Aún así, quedan más aventuras. Parece un juego, pero Space10 se toma el futuro muy en serio.