La élite se sienta en estas sillas hechas en un taller de Valencia

Los asientos de la marca española Andreu World están presentes en los principales enclaves del mundo: desde Netflix a Harvard. Y todo empezó en el taller de un pequeño pueblo valenciano.

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“A través de un ininterrumpido diálogo entre resoluciones funcionales, ergonómicas, tecnológicas y poéticas, Andrea surge como un encuentro del acervo artesano y la moderna fabricación industrial, del sedimento de la creación histórica y la irrenunciable contemporaneidad”. Esta rutilante reflexión del diseñador Oriol Pibernat se refiere a Andrea, la silla estrella diseñada por Josep Lluscá en 1988 para la firma valenciana Andreu World. Esta empresa surgida en un pequeño taller de madera en el municipio valenciano de Alaquàs, de apenas 29.660 habitantes, ha conseguido que elementos mobiliarios tan anodinos como una silla formen parte de los anales de la historia del diseño y de los hogares de medio mundo.

Nació en 1955 gracias a la visión empresarial de su fundador Francisco Andreu Martí, que con tan solo 17 años decidió recoger el testigo y experiencia de su familia para convertir un taller de ebanistería en una empresa dedicada a la fabricación de piezas de madera curvados, montaje y barnizado de sillas. Durante aquellos primeros años, vendieron la producción en pequeñas tiendas de muebles bajo el nombre de Curvados Andreu. Actualmente, el mobiliario de Andreu World está en las oficinas de las empresas más importantes del mundo: Facebook, WhatsApp, Netflix, Google o Twitter; las prestigiosas universidades de Yale, Harvard y Princeton; y algunos de los restaurantes más laureados del mundo como el Sake de Australia, el Myth de San Francisco o el Azurmendi de Bizkaia. Y tiene decenas de showrooms desplegados por medio mundo. Su meteórica proyección radica, sin duda, en un perfecto equilibrio para crear diseños sostenibles e innovadores que proponen soluciones de mobiliario duraderas y adaptadas a los gustos y necesidades del cliente.

La empresa Andreu World, surgida en un pequeño taller de madera en el municipio valenciano de Alaquàs, de apenas 29.660 habitantes, ha conseguido que elementos mobiliarios tan anodinos como una silla formen parte de los anales de la historia del diseño y de los hogares de medio mundo

“Las sillas son nuestra razón de ser, por lo que nuestro trabajo seguirá encaminado a buscar la esencia de todas ellas”. Con estas palabras despedían los trabajadores al fundador Francisco Andreu Martí, fallecido en 2017, después de más de 60 años al mando. En sus inicios, Andreu fue un ebanista con mucho olfato que ya demostraba sus aspiraciones globales cuando, en los años 50, se iba en coche a recorrer las ferias por Europa. Esa inquietud por dotar a las sillas de personalidad y alma es lo que le llevó a apostar por el diseño para ser más competitivos. La empresa descubrió el filón y se ha vinculado al movimiento colaborando con diseñadores como Josep Lluscà, Jorge Pensi, Jasper Morrison, Patricia Urquiola, Piergiorgio Cazzaniga, Frank Ghery, Gabriel Teixidó, Javier Mariscal, Nancy Robbins y el trío Lievore. Esa perfecta simbiosis entre empresa y diseñadores se tradujo en hitos de la historia del diseño como la ya mencionada silla Andrea de Lluscà, que llegó a formar parte del Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York, a la que posteriormente se le unieron la Manila, la Smile y la Zarina. Así hasta 58 colecciones actuales que incluyen todo tipo de asientos: de sillas a sofás, pasando por banquetas y tumbonas.

Entre los galardones recibidos a lo largo de su historia destaca, por esa consonancia entre tradición y estética, el Premio Nacional de Diseño que le fue otorgado en 2007, siendo el de más alto rango concedido en España. De este modo, bajo la filosofía de la artesanía de la madera y la pasión por la excelencia y el detalle, Andreu World es un referente internacional de tendencias, que emplea a 240 personas, factura más de 50 millones de euros al año y exporta el 80% de su producción a más de 70 países en Europa, Medio Oriente, América, Oceanía y Asia.

Todo a mano

Pese a la expansión global, la compañía mantiene su sede central en Alaquàs. De este espacio salen cerca de 240.000 sillas y 60.000 mesas al año con destino a cualquier parte del mundo. De toda la producción, más del 50% está confeccionada con una madera proveniente de los bosques de los Cárpatos ucranianos. Aseguran controlar, mediante un protocolo de custodia, la plantación, la tala, el secado -durante más de un año para evitar que la madera se quiebre- y todas las fases de manipulado. Una vez tallada, se envía a Valencia, donde se monta, se barniza y se tapiza. La revisión de cada una de las fases es milimétrica, como si fuera un traje a medida.

Del taller de Andreu World salen cerca de 240.000 sillas y 60.000 mesas al año con destino a cualquier parte del mundo

Frente al diseño y producción low cost que ofrecen otras grandes multinacionales de muebles, en esta empresa condicionan el precio al gusto del cliente. Por ejemplo, una silla como la Anna Luxe cuesta 390 euros, el Sillón Nub 660 euros y el sofá Manfred 1.134 euros.

“No hay nada más horrible que sentarse delante de un menú degustación de un cocinero malo ¡y en una silla incómoda!”, asegura Albert Raurich, creador del restaurante barcelonés Dos Palillos, en el libro ‘Comer bien sentado’. Este chef ganador de una estrella Michelin sabe de lo que habla, por eso sus clientes relajan las posaderas en sillas Andreu World.

*Artículo original aparecido en el número 36 de Mine. Pide tu ejemplar en papel en tienda.ploimedia.com o descarga la edición digital interactiva para iOS o Android. 

Fotos: Andreu World y Getty Images