En el año 1914, Joseph P. Kennedy se casó con Rose Elizabeth Fitzgerald. Con ella tuvo nueve hijos, de los cuales cinco murieron en terribles circunstancias. Kennedy Jr. era el primogénito, sobre él recaía el legado de la familia y las esperanzas por llegar a la Casa Blanca, pero murió en una misión durante su servicio militar como piloto en la Segunda Guerra Mundial. Sin él, toda la responsabilidad de mantener a la familia en la órbita del poder recayó sobre John Fitzgerald, quien se convertiría en 1960 en el presidente más joven del país, después de Theodore Roosvelt.
Junto a su esposa Jackie representaron una de las parejas presidenciales más populares de la historia. El 22 de noviembre de 1963, mientras visitaba el estado de Texas, John recibió varios impactos de bala que terminaron con su vida. Se acababa la era Kennedy en la Casa Blanca y comenzaba el tiempo de la especulación. Mucho se habló y se habla sobre el asesinato de J.F.K. La versión oficial dice que fue Lee Harvey Oswald, un marine retirado, quien disparó al presidente. Él, sin embargo, nunca reconoció tal delito. A día de hoy, son muchas las corrientes de opinión que sitúan a miembros del FBI y la CIA como posibles autores de un crimen planificado.
Tras el duro golpe que supuso para la familia la muerte de John, parecía que las opciones de volver a gobernar el país de las barras y estrellas se esfumaban. Sin embargo, Robert Francis Kennedy, que hasta la muerte de su hermano había ocupado el cargo de Fiscal General, decidió emprender la carrera hacia el Despacho Oval. Una carrera que concluiría prematuramente al morir tiroteado el 5 de junio de 1968, tras pronunciar su discurso de victoria en las primarias del Partido Demócrata. Con su muerte, el clan cerraba una de las etapas más negras de la política estadounidense.
De padres a hijos
Como si fuera un rasgo físico o de personalidad heredado de padres a hijos, la mala suerte continuó acompañando al apellido familiar. El hijo del ex presidente de los Estados Unidos, John Fitzgerald Kennedy Jr., murió en 1999 junto a su esposa Carolyn Bessette al estrellarse la avioneta que él mismo pilotaba. De nuevo, un accidente aéreo causaba la muerte prematura –tenía 38 años– de un Kennedy cuando se disponía a entrar en la escena política –aunque muchos dudaban seriamente de sus capacidades intelectuales–. Una tragedia que no hizo más que reforzar el mito en torno a la maldición que persigue a la popular familia.
Por otro lado, dos de los hijos de Robert tampoco escaparon de un fatídico final. Michael LeMoyne Kennedy, el sexto de los 11 que tuvo con su esposa Ethel, falleció mientras esquiaba de manera imprudente en Aspen (Colorado). Contaba con 39 años y había estado inmerso en un escándalo por mantener relaciones sexuales con la canguro de sus hijos, de tan solo 14 años. El otro malogrado vástago de Robert fue David A., quien murió por sobredosis de cocaína en la suite de un hotel de Palm Beach, Florida, tras estar varios días seguidos de fiesta.
El clan Kennedy fue empujado a base de balas a las sombras de la política estadounidense
El legado Kennedy 3.0
Atrás quedaron los años de gloria en los que los Kennedy ocupaban la primera línea de la alta política estadounidense. Sin embargo, y a pesar de todas las desgracias, varios miembros han continuado ligados al Partido Demócrata. Caroline, la única hija viva del ex presidente, ocupó hasta enero de 2017 el cargo de embajadora de Estados Unidos en Japón. El ex presidente Barack Obama la designó personalmente para el puesto durante su segunda legislatura tras apoyar esta la campaña que le llevaría hasta la Casa Blanca.
Pero la etapa de Caroline en Tokio ha estado marcada por diferentes polémicas que han puesto a prueba sus cuestionadas capacidades diplomáticas. Medio Hollywood presionó a la embajadora para que interfiriera en lo que ellos consideran una “matanza” de delfines por parte de los pescadores nipones. Ella les respondió a través de un escueto tuit en el que mostraba su preocupación por el tema pero sin profundizar más en el asunto. Además, la que fuera recibida por todo lo alto ante el emperador Akihito, ha tenido que lidiar durante el último año con diferentes amenazas de muerte telefónicas que han puesto en guardia a los servicios de seguridad estadounidenses y japoneses.
Caroline Kennedy, la única hija viva del expresidente, fue embajadora de Estados Unidos en Japón hasta enero de 2017
Y por si esto no fuera suficiente, sus hijos también han acabado ocupando las portadas de los tabloides sensacionalistas por distintos motivos. La primogénita, Rose Schlossberg, además de gozar de un extraordinario parecido físico con su abuela Jackie y estar licenciada por Harvard, se ha hecho youtuber. En el canal que abrió junto a su amiga Mara Nelson-Greenberg, llamado ‘End Times Girls Club’, se le puede ver dando consejos para afrontar el fin del mundo con humor. Por ejemplo, a través de tutoriales sobre cómo estar perfecta para una catástrofe maquillándote con cosas tan útiles como grasa de motor o ceniza. Una Kennedy que sabe reírse de sí misma.
La mediana, Tatiana Schlossberg, es actualmente periodista del The New York Times y está fuertemente comprometida con la defensa del medio ambiente. Tanto es así que ha iniciado una cruzada particular contra las medidas medioambientales del actual presidente, Donald Trump. Por su parte, John ‘Jack’ Schlossberg, el menor de los hermanos, se ha convertido en un filón para los medios de comunicación por el más que razonable parecido con su tío. Quizá algún día reciba la llamada del clan, pero por el momento parece que le tira más la historia –se graduó por la Universidad de Yale en 2015–. Aun así, al joven John ya se le ha podido ver junto a Obama o Bill Clinton en el homenaje que celebró el 50 aniversario de la muerte de su abuelo.
Otro Kennedy que no escapa de los flashes de la prensa rosa es Conor, nieto de Robert. El que fuera novio de la cantante Taylor Swift durante un breve periodo de tiempo tuvo que afrontar el trágico suicidio de su madre a una edad temprana. Recientemente fue portada de varios medios de comunicación tras agredir a varios policías durante una pelea en un bar. Parece que el joven decidió prescindir de la diplomacia que promulgaba su abuelo años atrás. Eso sí, se disculpó públicamente ante los agentes.
No le hubiera venido mal la ayuda de uno de sus ex parientes políticos a la hora de echarle músculo al asunto. El mismísimo Arnold Schwarzenegger estuvo casado durante 25 años con Maria Shriver, hija de Eunice Kennedy Shriver, hermana de J.F.K. Con ella tuvo cuatro hijos y gobernó el estado de California durante ocho años. Una relación muy turbulenta en la que supuestamente ambos tuvieron varios affaires extramatrimoniales que condujeron a una polémica separación en la que ninguno quería dar su brazo a torcer. Con maldición o sin ella, está claro que al apellido más famoso de la política le queda un largo recorrido. Y muchos titulares que ofrecer.
*Artículo originalmente publicado en el número 33 de Mine. Pide tu ejemplar en papel en tienda.ploimedia.com o descarga la edición digital interactiva para iOS o Android.