Una de las mayores odas nacionales al hormigón la encontramos en la ciudad de Benidorm. Los datos nos revelan que se trata del lugar con más rascacielos por habitante y la segunda del mundo con más rascacielos por metro cuadrado, solo superada por Manhattan. La arquitectura brutalista compite en fama con las hordas de turistas al sol, en busca de un rosado bronceado o una gran cogorza. Y hasta aquí los clichés asociados a este municipio alicantino.
A partir de ahora, te vamos a contar cómo de esta cotidianidad levantina se pueden extraer estampas dignas de contemplar. Esto que ves forma parte del proyecto fotográfico de Roberto Alcaraz conocido en Instagram como @benidorm_dreams. En las fotografías de Alcaraz los protagonistas no son las personas sino los espacios. “Este trabajo busca que el observador pase a un plano íntimo, casi irreal, a través de una reproducción muy detallada de la realidad. Es una investigación sobre el entorno. Muchos otros ya narran la acción, yo explico dónde sucede”.
La biografía de su cuenta en la red social reza lo siguiente: “Ordinary things. Ordinary places. Ordinary pics”. Este mantra reclama el valor de lo ordinario como catalizador de la alegría. “Me interesa mucho lo ordinario, aquello que es accesible a todos, y estas localidades cumplen ese requisito. Por otro lado, son ciudades que a primera vista carecen de raíces, están hechas para gustar a todo el mundo, y en muchos casos su construcción ha sido rápida e improvisada, sin ceñirse a un plan urbanístico a largo plazo. Todos estos factores alienantes les dan un aspecto de “tierra de nadie” y a su vez les dan un carácter propio y una entidad que las convierte en un género en sí mismas”, apunta el fotógrafo.
Resulta llamativa la admiración profesada por los skylines de otras ciudades del mundo como Nueva York, Shangai, Singapur o Hong Kong, y lo mucho que se denostan los rascacielos patrios. Alcaraz está de acuerdo y cuenta que antes de empezar ‘Benidorm dreams’ tuvo que limpiarse la mirada de prejuicios. “A mí me pilla muy de cerca, me crié en Villajoyosa, localidad aledaña a Benidorm. El crecimiento de Benidorm cambió radicalmente el paisaje, los hábitos, los precios… Al principio la miraba con prejuicios, pero poco a poco los fui eliminando y el primer sorprendido con los resultados fui yo”, sostiene.
”Soy reacio al retoque, yo intervengo en la luz, el color, el contraste, pero no suelo alterar el contenido. Si hay una bolsa en el suelo, ahí se queda”
Resulta destacable la expresividad geométrica de sus imágenes. La perfecta linealidad de sus balcones. La simetría de sus ventanas. ”Soy reacio al retoque, yo intervengo en la luz, el color, el contraste, pero no suelo alterar el contenido. Si hay una bolsa en el suelo, ahí se queda. Lo más complejo es encontrar el ángulo. Tanto si quiero aislarlos, como si quiero aglutinar muchos en la misma toma. Hay que caminar mucho, darle vueltas al edificio o bien alejarte mucho para intentar captarlo desde lejos”, explica. En cuanto al proceso técnico, Alcaraz cuenta que utiliza lo que se llama braketing. “Consiste en tomar varias imágenes sin mover la cámara, una muy oscura, una correcta y una muy clara para, con un software, superponerlas y obtener una imagen final con una gran latitud tonal”.
Es difícil extraer una única sensación de este trabajo, pero tal vez se conecte mejor con las imágenes sabiendo la sensación que le genera a Alcaraz inmortalizarlas: “Para mí hacer estas fotos es como ir a una clase de yoga, supone mucho esfuerzo y concentración, pero es muy reconfortante”.
*Artículo original aparecido en el número 37 de Mine. Pide tu ejemplar en papel en tienda.ploimedia.com o descarga la edición digital interactiva para iOS o Android.