Brisa Fenoy: “Me ha costado mucho que me valoren y crean en mi discurso y en lo que hago”

La cantante andaluza es una artista total que arrasa tanto como compositora, cantante, Dj y modelo.

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Libre, salvaje, inconformista, rebelde y diferente. Cinco adjetivos que definen a la perfección lo que representa y de lo que es capaz Brisa Fenoy (Algeciras, 1991). La cantante, compositora, productora, DJ y modelo es una artista total en el sentido más amplio de la palabra. Su figura es medicina contra los clichés y su mensaje, capaz de colarse entre las canciones más virales y ser un lema de la lucha feminista, trasciende mucho más allá de lo puramente musical. Agudicen la mirada y abran bien sus oídos porque Brisa ha llegado en forma de huracán para revolucionar su conciencia. Avisamos de que no hay lugar en el que esconderse.  

Para la artista algecireña, este 2018 ha sido de ensueño. Tras años dedicados a la moda y composiciones propias, a Brisa le llegó un regalo en forma de canción a principios de año cuando decidió presentar Lo malo como tema candidato a representar a España en Eurovisión, de la mano del programa ‘Operación Triunfo’. Un antes y un después en su carrera que le valió para pasar de ser reconocida por unos pocos a ser conocida por millones. La fama terminó derribando la puerta de su estudio en el momento que menos lo esperaba. “Me ha encantado que la gente haya valorado tanto el tema y su mensaje de empoderamiento femenino. Lo han acogido como un himno del 8M y se ha valorado el mensaje de la canción. Eso significa que hay un cambio de constructo mental. Se están rompiendo los moldes de cómo se ve la música”, cuenta Brisa.

Precisamente, el éxito de Lo malo es el que le ha catapultado a estar entre las artistas más importantes de la cultura urbana pero, también, le ha acabado sobrepasando física y emocionalmente. “Es curioso cuando tú crees que haces un tema súper bueno y no pasa nada; y haces otro que, para ti, a lo mejor no es tan especial y es un hit. En muchos momentos me he visto fuera de mí, y no me gusta verme así. No me gusta ir a un ritmo frenético que me supera. He tomado decisiones rápidas y no he pensado todo lo que he hecho con la energía que se merece”, nos explica la compositora.

Entre piropos, reconocimientos, entrevistas y fama es fácil perder la noción de la realidad. Algo que la cantante sufrió en sus propias carnes. En un momento en el que lo fácil hubiera sido dejarse llevar por la corriente del éxito, Brisa decidió dar marcha atrás y volver a sus raíces. “No me gusta falsear ni aparentar. No quiero vivir una vida efímera. Hubo un momento en el que me dije: ‘Vuelve a vivir cosas normales, más allá del trabajo, entrevistas, marcas y conciertos’. Al final, ya no estaba disfrutando, era todo muy mecánico. Cada día hacía muchas cosas y era todo robótico “–ríe–. Y, aunque dice estar muy agradecida a su breve paso por ‘OT’, reconoce que no mantiene contacto con ninguno de los triunfitos, ni siquiera con Aitana y Ana Guerra, las dos cantantes de su tema.

Más allá de su paso por el talent show, la andaluza ha sabido ganarse al público e industria a base de canciones con un enorme trasfondo social y una melodía pegadiza. La inmigración, el feminismo o la reivindicación de la libertad sexual son algunos de los conceptos sobre los que orbitan sus temas. Hacer otro tipo de música es posible o eso, al menos, es lo que Brisa quiere hacer llegar a lo oídos de la gente. “Se puede hacer algo bailable, comercial o mainstream con muchísimo contenido y que la gente se identifique con eso, con la realidad. La realidad no es solo el ‘postureo’ de la fama o el éxito que nos quieren vender. Para mí la realidad es lo real, los problemas de la gente del día a día, la inmigración, la injusticia a todos los niveles y la corrupción en todos los ámbitos. También la bondad y la ayuda de la gente”, nos explica.

“Siempre he tenido que convivir con mi cliché de ‘niña guapa’, modelo y mujer. Todo eso ha ido en mi contra”

Lo cierto es que, repasando su corta pero profunda trayectoria, vemos temas cargados de valor. Jericó o Free, dos de sus últimas obras, ejemplifican a la perfección el carácter reivindicativo de esta mujer, hija de padre sindicalista y madre profesora. “Para mí el Día del Trabajador ha sido como el día de Reyes para un niño, por así decirlo –ríe–. Hemos llevado un estilo de educación y de vida muy diferente a mi entorno. Mi madre, aparte de psicopedagoga, es poeta y escritora y mi padre es columnista en varios medios de Algeciras. Ambos siempre han estado con la lucha de clases. Y yo claro, he mamado todo eso. Por lo que toda mi vertiente reivindicativa, activista, transformadora y luchadora, ha venido por mis padres. Es algo que llevo en el ADN”, puntualiza la artista andaluza.

Espíritu inconformista

Remover conciencias no es una tarea sencilla, no al menos para alguien que busca un fondo y un porqué en todo lo que hace. Algo que, para una discográfica de cierta relevancia, puede ser un problema por no ajustarse al prototipo de artista. “Siempre he tenido que convivir con mi cliché de ‘niña guapa’, modelo y mujer. Todo eso ha ido en mi contra, no me han tomado en serio. En general, me ha costado mucho que me valoren y crean en mi discurso y en lo que hago. Y, de hecho, hay mucha gente a día de hoy que todavía no cree en mi esfuerzo. No pretendo callar bocas, simplemente pretendo hacer un cambio desde el arte, una mayéutica, una reflexión al igual que hacen muchísimos otros artistas”, afirma Brisa.

No ha tenido un camino fácil hasta llegar a la música. Antes de ser reconocida como artista era modelo, trabajo con el que se ha costeado buena parte de su trayectoria musical. “Nunca tuve dudas sobre lo que quería. Ahora puedo vivir de la música porque he compuesto una canción que ha sido un éxito. Pero claro, yo quiero vivir a largo plazo. Quiero tener solidez; y solidez no tengo. Voy a luchar para poder vivir de esto, lo mínimo que pueda, pero vivir con un mínimo”, confiesa.

Brisa no es ni una artista ni una mujer común. No le gusta hablar de estereotipos y arquetipos. Su música mama de influencias árabes, africanas, andaluzas e, incluso, cubanas. Respecto al debate sobre la apropiación cultural, la artista se incomoda, eleva el tono y manifiesta su rotunda disconformidad. “¿Qué pasa, que el que critica todo eso, los que llevan pantalones de campana se están apropiando del movimiento hippy de los 70? Tú también te estás “apropiando” al decir que has ido a cortarte el pelo de una manera u otra. Eso no es apropiación, es libertad, es compartir y encontrarse a uno a través de lo que ve y está a gusto”, cuenta.

“Me gusta la autenticidad de C. Tangana, me parece muy honesto. Le admiro en muchas cosas y en otras no le acabo de entender”

Sin abandonar la actualidad hablamos sobre la música urbana, sus artistas y referencias. Entre las cuales aparece el nombre de C. Tangana, con el que no descarta una posible colaboración. “Le admiro en muchas cosas y en otras no le acabo de entender o no son tan compatibles conmigo. Creo que va mucho más allá de lo que plasma, quiere mostrar otras cosas y, si estás despierto, las captas. Cada artista tiene su esencia y te puede gustar más o menos. A mí me gusta su autenticidad, me parece muy honesto”, nos asegura Brisa.

Desconocemos si la cantante conseguirá o no remover los cimientos de la industria musical. Pero lo cierto es que más de un temblor ya ha dado. Seguidores no le faltan y cada vez son más lo que apuestan por una música más igualitaria, social y comprometida. “Hemos creado una brecha y hay que seguir alimentándola, haciéndola cada vez más grande. Vivimos condicionados por los clichés sexuales y yo me opongo a eso. Tenemos que tener la libertad de ser quien queramos ser más allá de la rueda del capitalismo. Ya que tengo que ser esclava del trabajo, yo elijo el trabajo que quiero”, aclara.

Y es el trabajo, sus canciones y composiciones, lo que ocupa ahora la mente de Brisa Fenoy día y noche. Crear arte por arte para provocar un cambio. Como en su último tema, aún por terminar, una canción llena de optimismo con la que ir “parriba”. Porque “tras un periodo de sombra”, la algecireña vuelve a estar centrada en las pequeñas cosas, lo que realmente le importa y su música. Al final, cantar siempre es la solución.

*Artículo original aparecido en el número 36 de Mine. Pide tu ejemplar en papel en tienda.ploimedia.com o descarga la edición digital interactiva para iOS o Android.