Se cierran las puertas, se apagan las luces y comienza una cuenta atrás que decidirá si de esta partida saldremos victoriosos o no. La dinámica es sencilla, tanto yo como mis compinches de juego debemos hallar el modo de salir de una extraña habitación si queremos salvar el mundo y, también sea dicho, ganar la partida. Acertijos, enigmas, candados y un sinfín de pistas desordenadas componen este rompecabezas apocalíptico en forma de cuatro paredes. ¿Por dónde comenzar? ¿De qué pista tirar? Nos metemos en el papel mientras las preguntas no dejan de asaltar nuestra mente. Es hora de poner las neuronas a funcionar.
La atmósfera del juego se apodera de todos nuestros sentidos. De repente, ya no somos periodistas, profesores, mecánicos o estudiantes. Al cruzar la puerta dejamos a un lado la monotonía del curro y nos transformamos en los protagonistas de la historia, los detectives de un misterio sin resolver o en los presos de un lugar del que huir.
Es ahí donde surge la magia de los escape room y lo que explica, en buena medida, cómo en cuestión de años el número de locales dedicados a esta actividad se ha disparado en todo el mundo. No creas que esto de los enigmas ficcionados surgió al albor del éxito de la trilogía del Código Da Vinci, sino que comenzó en 2006 en Silicon Valley —como casi todo— en formato juego de ordenador y, ya en 2007, aparecieron en Japón los primeros juegos de escape en vivo, en salas reales.
En el año 2019 –cuando el Covid-19 no existía– había en torno a 50.000 juegos de escape en todo el mundo
El bloguero y experto en el tema, Ken Ferguson, cifra en su web —thelogicescapesme.com— que en el año 2019 –cuando el Covid-19 no existía– había en torno a 50.000 juegos de escape en todo el mundo. A falta de cifras oficiales sobre el sector, Ferguson —haciendo honor a su afición— se ha pasado los últimos años recopilando un exhaustivo registro con las principales salas. Aprovechándose de la información que obtenía en webs especializadas, redes sociales y comentarios de usuarios estima que actualmente hay 50.000 locales abiertos en los cinco continentes. Un pista muy bien traída si tenemos en cuenta que, solo en España, la web Escape Room Lovers dirigida por Marçal Serrallonga, tiene contabilizados en el momento en que se está jugando esta partida 914 empresas con 1.572 juegos diferentes.
Como es previsible, el negocio de los escape room no ha escapado de la crisis de la COVID-19. Desde el inicio de la pandemia habrán cerrado 100 locales y otros tantos están apunto de hacerlo. Aún así, solo en 2019, el mercado de los escape room en España llegó a mover más de 150 millones de euros y dio trabajo de forma indirecta y directa a másde 10.000 personas.
Sin salida
Quedan poco menos de diez minutos para que finalice la partida. Las pistas nos han llevado de un lugar a otro y hemos gastado demasiado tiempo en resolver varias encrucijadas. Esto ha hecho que ya ni recordemos lo que estábamos haciendo hace una hora, nuestra vida más allá de esa puerta que intentamos abrir es solo un recuerdo. Y es que, cuando la historia es buena, el tiempo pasa volando. Así lo asegura el responsable de la web Escape Room Lovers. “En el origen del fenómeno la importancia del juego residía en la dificultad de sus enigmas y no tanto en la ambientación o efectos especiales. Podías tirarte horas intentando resolver algunos de ellos”.
Hoy, ese paradigma ha cambiado y los escape room centran gran parte de sus recursos en decorar y tematizar sus salas para que el jugador se sienta dentro de una película. “Solo una ambientación potente puede rondar desde los 20.000 euros hasta el infinito. Existen empresas que pueden llegar a invertir más de 100.000 euros en decoración”, matiza Serrallonga. En esa línea, Ken Ferguson establece que, hoy, la ambientación de un escape room de alto nivel puede oscilar los 50.000 euros pero que, no hace mucho, con una inversión de 3.000 euros ya podías disponer de un local más o menos curioso.
¡Pistaaaaa!
El juego se complica, la dificultad aumenta con el desbloqueo de los candados y lo que parecía estar claro al inicio de la prueba, ahora es bastante más confuso. Diseñar y montar un negocio de escape room puede llegar a ser igual o más complicado que resolver alguno de sus acertijos. De la misma forma que sucede con la solución de algunos enigmas, para crear un desafío de escape de cierto nivel necesitamos experiencia y conocimientos previos. No hay pistas que valgan cuando el dinero está en juego. Según explica Serrallonga, esta fiebre emprendedora se vivió durante 2017 y 2018, sin embargo, aún hoy, hay personas que se aventuran a abrir una empresa de estas características.
“Actualmente, un juego mediocre, pero con grandes efectos especiales, sobrevive”
Marçal Serrallonga (Escape Room Lovers)
Llegados a este punto, el game player —la persona encargada de dirigir la partida y dar las pistas— nos explica los tres modelos principales si te decides a invertir en este enigmático negocio. Franquicia, ofreces una idea de juego, así como todos los gastos que conlleve el montaje del escape room, a cambio de un porcentaje mensual de los ingresos; propietario, un “yo me lo guiso yo me lo como” de toda la vida donde el propietario se hace con el local, desarrolla su idea y lo ambienta, según sus necesidades; y, por último, el 50%, que no es más que un híbrido entre las dos opciones anteriores.
Game over
Lo que está claro es que la competencia se ha disparado en el sector y, en contraposición a lo que ocurre en la partida, aquí todos los jugadores luchan entre sí por ver quién sale antes de la sala. Aun así, es importante distinguir que por mucho que nos atrape la inmersión, un buen escape room también se mide por la dificultad de los enigmas, la calidad del hilo conductor en la historia y la colaboración del game master.
“Los enigmas son el origen y la base de los escape room, pero el público casi siempre se queda con la inmersión”
Marçal Serrallonga (Escape Room Lovers)
El equilibrio lo es todo. “Para que un escape room clásico sin demasiados efectos especiales compita en el mercado debe tener grandes enigmas. Actualmente, un juego mediocre, pero con grandes efectos especiales, sobrevive. Mientras que una sala clásica, sin gran ambientación y con enigmas buenos, no puede. Los enigmas son el origen y la base de los escape room, pero el público casi siempre se queda con la inmersión”, explica con mucho énfasis Marçal Serrallonga, nuestro game player en esta partida que está a punto de acabar.
Lo cierto es que prácticamente sin darnos cuenta el contador ha llegado a cero; una vez más —y ya van unas cuantas— la casa vuelve a ganar.