“Un día sin sonreír es un día perdido”, dijo el brillante Charles Chaplin. La sonrisa para muchos es sinónimo de felicidad, alegría y un buen preludio de la risa. De hecho, diversos estudios como el realizado por el investigador Lee Berk en la Universidad de Loma Linda en Estados Unidos o el de la Universidad de Nagoya en Japón evidencian los beneficios de sonreír y reír a diario. Desde reducir el estrés o mejorar nuestro estado cardiovascular hasta aumentar nuestras defensas y reducir el riesgo de discapacidad si reímos junto a amigos. Sin embargo, lejos de lo que se pueda pensar, no todas las sonrisas son sinónimo de felicidad o significan lo mismo en todas las partes del mundo.
Es cierto que se ha demostrado que la interpretación de una sonrisa varía en función de la cultura y el entorno en el que se lleva a cabo, pero no por ello pienses que el acto de sonreír es algo que aprendemos socialmente. Tal y como han demostrado distintos estudios con escáneres 3D, algunos fetos durante los últimos meses de gestación ya realizan acto reflejo de sonreír como una reacción normal y casi espontánea a ciertos estímulos. Por tanto, ya desde antes de nacer somos capaces de flexionar los 17 músculos cercanos a la boca y los ojos que forman esta expresión facial.
Los españoles sonríen una media de 30 veces al día
Una vez nacemos, en nuestra cultura, es más que frecuente vernos rodeados de sonrisas ya que se asocian a la dulzura y la simpatía. Según un estudio realizado por el laboratorio PHB en el año 2019, los españoles sonríen una media de 30 veces al día y el 96% reconoce que la sonrisa influye en su estado de ánimo, algo nada descabellado si tenemos en cuenta que al sonreír nuestro cerebro interpreta que estamos contentos y libera endorfinas y serotonina. Sin embargo, no siempre una sonrisa es fruto de la felicidad y, en otras ocasiones, puede estar originada por el miedo, la ansiedad o la tristeza. De hecho, de los 19 tipos de sonrisas categorizadas por un estudio de la Universidad de San Francisco (California, EEUU), solo seis se asocian a un buen momento.
El interés científico en torno a la sonrisa lleva despertando la inquietud humana desde hace siglos. Ya en el XIX el neurólogo francés Guillaume Duchenne se interesó por la sonrisa, siendo un pionero en la fotografía médica y el estudio de la sonrisa. Duchenne buscaba saber qué mecanismos y músculos participaban en las expresiones faciales por lo que, sirviéndose de un hombre con parálisis facial ingresado en un hospital de París y electroestímulos con corriente eléctrica, el neurólogo descubrió 60 expresiones faciales que requerían distintos grupos musculares. La imagen más famosa de Duchenne fue la del hombre sonriendo de oreja a oreja con un montón de arrugas alrededor de sus ojos, una clara sonrisa de felicidad que fue bautizada como sonrisa Duchenne.
La sonrisa humana podría venir de la mueca de sumisión de los simios
Con todas las sonrisas que obtuvo con su experimento, Duchenne estableció dos claros grupos. Por un lado, las que crean las patas de gallo junto a los ojos y que el investigador consideró como sonrisas sinceras y las que solo implican los músculos alrededor de la boca y que el científico tachó de falsas. Ahora, el estudio de la Universidad de San Francisco va más allá y las asocia a la incomodidad, al desprecio, al enojo o al miedo. De hecho, según los expertos, la sonrisa humana podría venir de la mueca que los simios muestran para indicar sumisión. Cuando los primates tienen miedo y buscan mostrarse pacíficos retraen los labios y muestran las encías para indicar que no buscan morder ni pelea.
Sonrisas around the world
¿Se percibe una sonrisa de la misma manera en Rusia que en Malasia? No y puede servir como filtro de inteligencia. Una investigación dirigida por el polaco Kuba Krys y publicada en ‘Journal of Nonverbal Behaviour‘ muestra que cuando alguien sonríe puede ser juzgado como más o menos inteligente dependiendo del país. Por ejemplo, en el caso ruso hay hasta un refrán que reza: “sonreír sin razón es señal de estupidez“. Es más, en Rusia no está bien visto sonreír a los desconocidos. Y es que los rusos para eso son muy suyos y las sonrisas están reservadas para la familia y los amigos, hacerlo a un extraño es una falta de respeto, como intento de ocultar algo o, simplemente, estupidez. Este estudio parte de lo que en psicología social se llama “control de la incertidumbre”, es decir, la tolerancia que una sociedad muestra ante lo desconocido y lo incierto.
En el lado opuesto, tenemos a Alemania, Suiza y Malasia, países donde más inteligente se percibe a quien sonríe. Con esta lógica, el autor también apunta, al igual que ya hizo un estudio que analizaba la percepción de la sonrisa según la corrupción nacional, que en los países donde hay más corrupción, sus ciudadanos ven la sonrisa con más desconfianza y como un intento de engaño. En este sentido, más te vale no sonreír demasiado en lugares como Argentina, Maldivas e India porque, seguramente, crean que eres poco honrado y estás intentando hacerles el lío. Sobre España, no hay datos al respecto ya que el autor no contó con nosotros para su investigación. Pensando en nuestros niveles de corrupción es fácil llegar a una conclusión pero, no obstante, un estudio de SmileDirectClub, compañía líder en teleodontología, el 87% de la población española considera que la sonrisa es el atributo más valioso del atractivo personal.
Donde hay más corrupción, sus ciudadanos ven la sonrisa con más desconfianza
Esta asociación entre las corruptelas políticas y sociales y las sensaciones que nos provoca una sonrisa, podría venir también de que los grandes políticos y las personas más influyentes del mundo tienen una sonrisa muy parecida. Al menos, es lo que defiende un trabajo de la Universidad de Sevilla publicado en ‘Journal of Oral Rehabilitation‘ que, tras estudiar las sonrisas de las 168 figuras mundiales más influyentes entre 2006 y 2010, según la revista Time, observó que comparten parámetros comunes. Además, tener una sonrisa aceptada según los cánones de belleza puede influir favorablemente en la posición social, según el mismo estudio.
Así que ya sabes, ante la duda, recuerda aquello de “Dientes, dientes que es lo que les ****”. Ya terminas tú la frase.