Suena el timbre. Abres y son tus amigos. Vienen a pasar una tarde contigo. 2Robert, te he llamado mil veces”. “Bobby, vente a casa y cenamos”. “Ganas de verte y charlar”. Robert es el único de su grupo de amigos que sigue soltero. Algo complicado de concebir para la clase media-alta neoyorkina de la década de los 70. Basada en el libreto de George Furth, ‘Company’ resulta ser un musical diferente a lo que estaba acostumbrado el género de Broadway de la segunda mitad del siglo XX. No podría decirse que su narrativa sea completamente lineal. Ni siquiera de que se trate de una narrativa al uso. Su partitura y letras, compuestas por el legendario Stephen Sondheim (autor las letras de ‘West Side Story’ o las obras ‘Sweeney Todd: el barbero diabólico de la calle Fleet’ o ‘Into the woods’, entre muchas otras), forman parte de una serie de viñetas que navegan entre la comedia de situación, la guerra de sexos, la presión social y la angustia por la soledad y el tic-tac del reloj.
En 2021, una de los rostros más reconocibles de la cultura española, el actor, productor y director teatral Antonio Banderas, readaptó este clásico musical desde su Teatro del Soho Caixabank de Málaga. Ahora que comienza su gira con una primera parada en el Teatro Apolo de Barcelona (desde mayo hasta el 12 de junio), desgranamos la enorme labor del artista por descentrar la creación teatral de las capitales españolas.
La crisis de los 40 en dos actos
¿Es Robert un personaje real? ¿O es una proyección del resto de personajes? Un soltero de oro llega a desestabilizar, con sus dudas y reflexiones, al grupo de amigos sumidos en las controversias del matrimonio hetero-normativo. Robert —‘Bobby’ para los amigos, interpretado por el propio Banderas en Málaga— es la excepción a la regla: la oveja negra que en su 40º cumpleaños todavía no se ha decidido a comprometerse con ninguna de las chicas que está conociendo. Podría ser el caso de muchísimas personas que pasan por una ¿típica? crisis de edad, pero todo ese miedo al “hasta que la muerte nos separe” bien podría estar representando los agradecimientos y arrepentimientos del resto de sus amigos: un matrimonio de largo recorrido, una joven con reticencias sobre su inminente boda, una mujer cínica con la vida en su ya tercer matrimonio…
La obra de Furth y Sondheim ponía sobre las tablas la cotidianeidad del público objetivo que acostumbraba a frecuentar los teatros de Broadway con propósitos más escapistas. Un golpe de realidad en la cara, que mostraba las hipocresías y grandezas del amor, en sus diversas vertientes, cuando son atravesadas por el paso del tiempo. Un pedazo de la middle-class neoyorkina cobraba de pronto un cariz diferente cuando sonaban baladas introspectivas y canciones humorísticas vertiginosas por primera vez, allá en 1970, bajo la dirección de Harold Prince y la orquestación de Jonathan Tunick.
La producción llegó a ganar 6 premios Tony y durante años posteriores fue trasladada a diferentes países con sus respectivos idiomas. También ha sufrido algún que otro lavado de cara que trataba de descartar las connotaciones más patriarcales de la época en la que fue creada, pese a que la creación original ya ponía en entredicho la rigidez de la masculinidad. La última transformación más significativa fue la del Gielgud Theater de Londres, donde se realizó un cambio de géneros en el elenco, dando pie a una protagonista, “Bobbie”, en lugar de Bobby, interpretada por Rosalie Craig. En la misma producción participan la consagrada Patti LuPone (‘Evita’ en la producción teatral de 1979 o la segunda temporada de ‘Pose’) y Jonathan Bailey, conocido por su reciente aparición en la segunda temporada de ‘Los Bridgerton’ (C. Van Dusen, 2021). El legado de ‘Company’ en la cultura popular es inmenso. De su partitura forman parte algunos de los momentos cinéfilos que guardamos en la retina, como el soliloquio ‘Being alive’ que Adam Driver canta al final de ‘Historia de un matrimonio’ (N. Baumbach, 2019) o el ‘Ladies who lunch’ que Meryl Streep, Christine Baranski y Audra McDonald viralizaron entre coctelera y lingotazo en un homenaje online a Sondheim en 2020.
Una “compañía” inmejorable
No es la primera vez que se realiza una producción de ‘Company’ en España. Ya en 1997 una producción barcelonesa en el Mercat de les Flors adaptó las letras de Sondheim al catalán, y sonaron bajo los timbres de intérpretes como Lluís Homar, Nina y Roser Batallé, responsable en la producción actual de la traducción de las letras al español.
En tiempos de pandemia y confinamientos, Banderas apostó por la nueva adaptación del afamado musical que, precisamente, hablaba de la importancia de vivir en compañía. Él mismo se puso en la piel de un Robert enigmático y contemplativo, con una personalidad que se va desvelando poco a poco conforme avanzan los dos actos de la obra. Lo sustituye en Barcelona el actor y cantante Roger Berruezo (‘Hoy no me puedo levantar’ en 2009, ‘La bella y la bestia’ en 2013), quien aporta integridad y firmeza a la puesta en escena, además de unos sensibles matices en sus temas a solas.
Pero si ‘Company’ brilla especialmente es por una puesta en escena coral y por su casting femenino. Brindemos por la presencia de la infalible Marta Ribera (‘Un paso adelante’) en el papel de Joanne, los coloridos tonos vocales de Lydia Fairén y la comedia más desatada al servicio de Dulcinea Juárez, Anna Moliner y María Adamuz. En palabras de Banderas, quien asistió al estreno de la gira en el Apolo y dedicó unas palabras a su casting, “probablemente un elenco como este no se ha unido nunca y probablemente no se vuelva a unir jamás”.
Málaga lo vio primero
A la amplísima oferta teatral de ciudades como Madrid o Barcelona llegan ahora las producciones made in Málaga que Banderas ha impulsado desde su adquisición del Teatro del Soho Caixabank, antiguo Cine Pascualini y posteriormente Cine-Teatro Alameda. Un espacio que históricamente estuvo regido por el entretenimiento y que, desde sus orígenes y hasta la llegada de la Guerra Civil, trataba de acercar la cultura norteamericana a un público español.
En su empeño por dirigir un teatro absolutamente privado y con miras a la formación de jóvenes artistas, Banderas vuelve a su tierra natal con grandes proyectos bajo el brazo, muy ligados a la comedia musical. Antes de la obra de Sondheim, el Teatro se inauguró con ‘A chorus line’, adaptación de la obra de Broadway de 1975, compuesta por Marvin Hamlisch y co-dirigida entre Banderas y la actriz, coreógrafa y directora norteamericana Baayork Lee. Estrenar con una primera producción sobre el mundo de la escena, que sitúa entre bambalinas el titánico esfuerzo de un grupo de bailarines para ser escogidos en una obra, resulta sin duda un gesto supersticioso para un barco recién timoneado.
Lejos de detenerse, Banderas ya tiene el ojo puesto en su siguiente obra. Producirá la adaptación de ‘Godspell’, musical de Off-Broadway de los años 70, de John Michael Tebelak, que dirigirá Emilio Aragón y que cuenta, mediante una serie de sketches melódicos, algunos episodios de ‘El evangelio según San Mateo’ traídos a la modernidad.
Esta mirada retrospectiva sobre el Broadway setentero no solo supone toda una apuesta arriesgada por plantear alternativas a las obras musicales más comerciales que lucen en cartel actualmente. También se trata de una aportación cultural riquísima sobre la historia del musical norteamericano para el público más alejado a este. Es la asistencia a una nueva era cultural. Un horizonte innovador, firme, estético y popular, en la oferta de entretenimiento de la Costa del Sol, que además abre el telón a programaciones fácilmente exportables a otras ciudades del territorio español. Por cierto, aunque todavía no es oficial, ‘Company’ proseguirá con toda probabilidad en Madrid después de verano.