Para empezar a leer este reportaje lo primero que te pedimos es que abras tu mente hasta donde tu concepción de la realidad te lo permita. No decimos que esto sea ‘Matrix’ y tengas que elegir entre pastilla roja o azul, pero sí que solo así podrás hacerte una idea de lo importante que puede llegar a ser la tecnología NFT en un futuro no muy lejano. Una vez hayas hecho esto, empecemos por el principio, a qué corresponde las dichosas siglas NFT. Pues bien, podríamos decir que el término NFT –Non Fungile Token, en inglés– se emplea para denominar a los activos digitales –principalmente, imágenes, vídeos, música, gifs o ilustraciones– que tienen la categoría de únicas e irremplazables.
Por poner un ejemplo algo más sencillo, cuando hablamos de bitcoins –la moneda virtual más popular hasta la fecha– nos referimos a elementos fungibles, es decir, si intercambiamos uno por otro, obtenemos lo mismo. Sin embargo, cuando hablamos de un libro de la primera edición de ‘Don Quijote de la Mancha’ del siglo XVII estamos ante algo único, algo no fungible. Ya que solo existen unidades limitadas y su valor es proporcional a la gente que pagaría por tener un ejemplar de esas características.
Una vez aclarado esto, es importante saber que los NFTs forman parte de la cadena Blockchain de Ethereum. ¡Y esto qué co** es! Tranqui, no te asustes. Blockchain se trata de una red que almacena su información en ordenadores de todo el mundo, se basa en la descentralización y no depende de un servidor central. Esto hace que las falsificaciones sean prácticamente imposibles, ya que para falsificar un activo sería necesario hacerlo en todos los ordenadores donde se encuentra almacenada esa información. Además, nos permite seguir la trazabilidad de los archivos. O lo que es lo mismo, saber quién es es el dueño de un NFT en cada momento. Por su parte, Etherum es la criptomoneda que se aprovecha de esta tecnología y es compatible con los NFTs. A grandes rasgos, gracias a ella se pueden realizar las transacciones entre NFTs y dinero físico.
Como decimos, el auge de los criptoartistas y las subastas multimillonarias en las últimas semanas ha hecho que el interés por esta tecnología crezca de forma exponencial. Muchas entidades ajenas a este ecosistema ya estén buscando el modo de explotarla, bien a través del arte digital o los coleccionables. Dentro de ese hype, hemos charlado con el criptoartista español Javier Arrés (Granada, España, 1983), uno de los más importantes del mundo, para que nos contextualice, entre cifras y siglas, en qué punto se encuentra el arte digital. “El boom de los NFTs ha abierto un montón de posibilidades. Por lo tanto, es lógico que nos encontremos en un momento de subidón. Ahora mismo hay muchísima gente subiendo obras porque antes no existía la forma de vender arte digital. Hace cinco años había coleccionistas que me pedían obras y yo no tenía el modo de venderlas”, cuenta el creador.
“Mis coleccionistas se dividen en tres grandes grupos: multimillonarios americanos, europeos residentes en Estados Unidos y asiáticos. Se pueden gastar desde 15.000 euros a un millón”
Arrés se formó como ilustrador, vivió durante unos años en Liverpool, trabajó para The New York Times o Corriere della Sera y ahora, desde su Motril natal, crea sus obras para multimillonarios de todas parte del mundo. En apenas dos años centrado en el arte digital y los NFTs, el criptoartista ha conseguido llegar a situarse en el puesto 16 del mundo a nivel de ventas. “En una subasta –conocidas en el mundillo cripto como drops– he llegado a vender una obra por valor de 30.000 euros. Pero a día de hoy si tú me haces un encargo, empezaríamos a hablar a partir de los 40.000 euros. Yo llegué a ser el número 16 del mundo por ventas, ahora mismo estaré el 40 o así. Esto es como el tenis, como la lista ATP. Ahora han entrado empresas y celebrities de mucho nivel como los Golden State Warrior o Steve Aoki. La batalla se ha puesto dura”, bromea.
Y es que las cifras que se mueven en el arte digital son, cuanto menos, mareantes. Hace apenas unos meses, el artista digital Beeple vendió su obra ‘Everydays – The First 5000 Days’ por 57 millones de euros. Convirtiéndose en la tercera obra de arte más cara jamás subastada por Christie’s de un artista vivo. “Mis coleccionistas se dividen en tres grandes grupos. Las grandes ballenas, son multimillonarios americanos, europeos residentes en Estados Unidos o asiáticos. Son coleccionistas de arte y se han hecho ricos, en su mayoría, gracias a la criptomoneda. Se pueden gastar desde 15.000 euros a un millón. Después está la franja media, son quien nos sustenta. Quieren estar cerca de los artistas y compran piezas pequeñas por valor de 600 euros. Y por último, están los entusiastas, gente enamorada del arte que compra piezas pequeñas, de unos 80 euros, con la esperanza de que se revaloricen. Lo bueno de los NFTs es que todo el mundo puede tener una colección bonita, no desprende ese aire elitista del arte tradicional”, sentencia Arrés.
“Lo bueno de los NFTs es que todo el mundo puede tener una colección bonita, no desprende ese aire elitista del arte tradicional”
Complemento al arte tradicional
Lo cierto es que el arte digital no sólo incorpora elementos disruptivos a la hora de entender las obras y sus formatos, también rompe con un ecosistema, el del arte tradicional, anquilosado en galerías de arte y museos tradicionales. “Evidentemente hay mucha superioridad moral por parte de la gente ligada al arte tradicional. Todavía hay gente que cree que el ordenador hace el trabajo y el artista solo le da a un botón. Si nosotros nos fijamos en la obra de Beeple, veríamos que este señor se ha tirado 15.000 días de trabajo en una obra. El arte digital no viene a sustituir nada sino a complementar”, nos explica Javier.
Sin embargo, como ocurre en muchos sectores lejanos al arte, la tecnología está provocando que el papel de los intermediarios disminuya. De ahí, entendemos, parte también la reticencia de mucha gente. Frente a las grandes galerías o agencias de ilustración, los NFTs han permitido a los criptoartistas crear sus propias galerías digitales independientes y vender sus obras de forma más directa. Lo que supone una ventaja para su bolsillo pero, al mismo tiempo, hace tambalear toda la industria del arte tradicional. “La figura del intermediario no llega a eliminarse por completo. Plataformas como Makerplaces se quedan un 15% de la venta. Lo cual está muy bien teniendo en cuenta que una agencia de ilustración generalmente se queda el 35% y una galería de arte tradicional se puede quedar hasta el 50%. Además, en el caso de que tengas mucho nombre en el mundillo, también tienes la opción de abrir una cuenta en OpenSea y ser tu propio intermediario y establecer tus propios royalties –el porcentaje que se lleva el artista cada vez que su obra es comercialida–”.
“Hay gente que cree que el ordenador hace el trabajo y el artista solo le da a un botón. Si nosotros nos fijamos en la obra de Beeple, veríamos que este señor se ha tirado 15.000 días de trabajo en una obra. El arte digital no viene a sustituir nada sino a complementar“
Nuevas formas de entender el arte que hacen que todos debamos adaptarnos a marchas forzadas, incluida Hacienda y su legislación. Al igual que ocurre en la problemática de los youtubers, los criptoartistas, al menos en España, no cuentan con una normativa clara respecto a los impuestos que deben pagar. Lo que es imprescindible en un mercado en el que se mueven cantidades tan desorbitadas. “A mí me llaman el pionero porque también lo soy en Hacienda llevándome la hostia del siglo. Nos ocurre al igual que en el caso de YouTube pero añadiendo una pirueta más, que es que los youtubers no cobran en criptomonedas. Ahora estoy haciendo la declaración de la renta y no hay ninguna facilidad, ni teléfono de contacto, solo hay un desierto por el que penar. Supongo que me quitarán el máximo, pero hay cosas que no sé, como por ejemplo, qué porcentaje de Etherum se queda Hacienda, o qué ocurre cuando paso mi wallet –cartera–a PayPal”, comenta bastante molesto el granadino.
Futuro en metaverso
Aunque en la actualidad la tecnología NFTs está muy vinculada al mundo del arte, lo cierto es que los límites de sus posibles usos son –casi– infinitos. Aprovechando esta nueva herramienta, por ejemplo, Kings of Leon ha sacado su disco ‘When you see yourself’ a la venta, Jack Dorsey, fundador de Twitter, ha subastado su primer tuit por 2,5 millones de euros, el youtuber WillyRex o el DJ Steve Aoki han lanzado su propia colección de NFTs y la NBA ha comercializado clips de vídeo de sus partidos.
Una burbuja, el de la criptomoneda, que no para de crecer con firmeza, pero que tampoco está exenta de altibajos. En las últimas semanas Elon Musk, dueño de la compañía de coches Tesla, anunció que sus vehículos ya no podrían comprarse mediante bitcoins como venía siendo habitual. Lo que ha supuesto un enorme enfado por parte de sus seguidores y, también sea dicho de paso, que el valor de la criptomoneda se desplomara. Algo, que en opinión del propio Arrés, no va más allá de una estrategia de marketing. “El hecho de que la criptomoneda fluctúe se soluciona retirando el dinero inmediatamente. Es volátil pero tienes esa opción de seguridad. El Blockchain es mucho más grande que lo que es Elon Musk, que puede incidir en el valor pero no hacer que desaparezca. Aparte, si algún día el NFT se va a la mierda porque el mercado pierde todo su valor, la obra original seguirá siendo original. Solo tendrá que cambiar el soporte y listo”, cuenta confiado Javier Arrés.
“Tengo una idea con la que podríamos doblar el dinero del turismo en España, que es recreando en metaverso ciudades y épocas históricas como la Granada Nazarí o la Sevilla de la peste”
Y, realmente, motivos para pensarlo no le faltan. Concluyendo la entrevista explica algunas de las posibilidades que tiene pensadas para la tecnología NFTs. Nos descubre un término que, hasta ese momento, considerábamos de ciencia ficción. Nos habla de los metaversos y de las posibilidades que ésto engloba. Al igual que ocurre en el libro y película de ciencia ficción ‘Ready Player One’, donde un grupo de amigos deambula por un universo de realidad virtual realizando misiones y descubriendo tesoros de todo tipo en el marco de un videojuego, los metaversos proponen, en una versión más primigenia y con gafas de realidad virtual, algo similar. “Las mejores ideas relacionadas con los NFT están por llegar, son las que van a jugar con lo físico y lo virtual. Yo tengo una idea con la que podríamos doblar el dinero del turismo en España, que es recreando en metaverso ciudades y épocas históricas como la Granada Nazarí o la Sevilla de la peste. Cobras un euro por la entrada de ese parque temático y todo iría para el ayuntamiento, que es quien tendría los derechos”, descubre.
Un mundo lleno de posibilidades del que ya se empiezan a atisbar las primeras piedras, por mucho que estas sean digitales. “Ya hay metaversos gratuitos donde se hacen exhibiciones y presentaciones como Cryptovoxel o Decentraland. Hay barrios tremendos llenos de galería de arte donde te puedes tirar una tarde entera. Además, se genera un estatus digital, porque las personas que acceden llevan un personaje random, pero a nada que una se gaste el dinero en llevar un sombrero con sello NFT ya es el amo de la fiesta”, concluye el creador. Es decir, ¿la serie Westworld en la realidad? Esperemos que menos dramática.