¿Cómo meditar en condiciones? 9 claves para convertirte en un maestro zen

Si todavía no te aprovechas de los beneficios de la meditación, sigue estos pasos para reconectar contigo mismo.

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Hablar de estrés en verano parece algo paradójico, pero este año con todo lo que hemos pasado a más de uno le va a costar desconectar por muchos chapuzones, siestas y mojitos caigan. Por eso, ya va siendo hora de que te entregues al milenario arte de la meditación. Además de ser una forma rápida y sencilla de reducir la ansiedad, esta práctica mejora tu concentración y creatividad, estimula tu sistema inmunológico, te ayuda a conocerte mejor y te carga de optimismo y energía. Hemos elaborado una completa guía de meditación gracias a la ayuda de Guadalupe Quevedo, instructora experta de Yoga y Meditación que forma parte del equipo de profesionales de Maestrik, la plataforma de formación online que acaba de aterrizar en España tras su éxito en Latinoamérica.

Ahora toma nota y respira con calma. ¡Aommmmmmmm!

1. Por placer, nada más

Después de hablar sobre las maravillas de practicar la meditación puedo sonar raro, pero no tengas ninguna expectativa a la hora de ejercitarla. No esperes cambios drásticos desde la primera sesión ni una transformación en tu día a día. Simplemente, déjate llevar y ves descubriendo poco a poco como este tipo de reflexión logra sacar lo mejor de ti. Y, aunque al principio va a costarte y debas animarte a hacerlo, tampoco lo conviertas en una obligación y piensa que lo haces por el simple placer de hacerlo.

 2. Sin pausa, pero sin esfuerzo

Lo más importante en los comienzos es no desanimarte ni castigarte por no conseguir lo que supones que has de conseguir. ¿No consigues poner la mente en blanco en la primera sesión? Tranquilo, no has de hacerlo. Cada vez que un pensamiento te llegue no te frustres y, simplemente, déjalo pasar sin aferrarte a él pero entendiendo que es parte de tu proceso y que debía estar ahí. A medida que vayas avanzando tendrás mucho más dominio de tu mente y te conocerás mucho mejor.

3. Una técnica para cada uno

Una práctica con tantos siglos a sus espaldas y realizada en lugares tan dispares tiene múltiples variantes y lo mejor es que decidas cuál se adapta a ti. Algunos de los tipos más frecuentes son la utilización de mantras, palabras o frases que se recitan de forma repetitiva y ayudan a dejar la mente en blanco; la visualización o mediante los centros energéticos o chakras. Una de las más utilizadas en Occidente es la que se enfoca en la respiración para regular la energía y el pensamiento.

4. Usa ropa cómoda y en ayunas

Es importante que para ejercitarte en la meditación utilices ropa holgada y elástica que te permite adoptar la mejor postura sin sufrir tiranteces o rigidez. También es interesante que no comas nada al menos dos horas antes de comenzar a meditar para asegurarte de que tienes el estómago vacío y que tu cuerpo está 100% pendiente de lo que tú quieras que esté. De hecho, algunos tipos de meditación y tradiciones combinan esta práctica con ayunos intermitentes como una forma de depuración de mente y cuerpo.

5. Busca el mejor lugar

Aunque la meditación puede hacerse casi en cualquier momento y lugar, no todos los espacios son igual de recomendables para ello. Lo más acertado es escoger un lugar cómodo, donde puedas estar a solas y sin ruidos ni interrupciones. Además, mucho mejor si es un rincón ventilado y limpio donde puedas situar tu silla o cojín de meditación. Si te decantas por la silla, deja que tus pies toquen el suelo completamente, que se queden alineados al ancho de tus caderas y evita que tu espalda se recueste sobre el respaldo. Si tu forma física te lo permite, con el cojín puedes sentarte en el piso con las caderas un poco más altas que las rodillas y dirigir la columna vertebral hacia el cielo con las piernas cruzadas en forma de flor de loto. Las manos pueden descansar sobre el regazo. Y si tienes opción de hacerlo al aire libre, mejor que mejor.

6. Respirar bien es la clave

Sin duda, una de las cosas más importantes en esto de la meditación es respirar de forma correcta y logrando canalizar el flujo de pensamientos con ella. De hecho, si focalizas tu consciencia en tu respiración lograrás situarte en el presente y te será más sencillo dejar fluir tus pensamientos al centrarte en algo mecánico como es inhalar y exhalar y, además, puedes mantener tu espalda recta de forma más fácil. Sea cual sea el tipo de meditación que has escogido, realiza respiraciones profundas que te permitan centrarte en el ahora. Para los principiantes, lo mejor es respirar por la nariz y comenzar con una inhalación amplia y una exhalación lenta. También es recomendable hacerlo con los ojos cerrados y enfocando tu vista al entrecejo.

7. Una rutina que te cambia la vida

Aunque lo primordial es que practiques todos los días, sea cual sea el momento que escojas, en tus inicios te ayudará mucho fijarte un horario para realizar tus meditaciones todos los días y a la misma hora. Resérvate el hueco que mejor te venga ya sea por estar sin tareas o porque consideres que será cuando más relajado estés. Y tampoco te machaques mucho al comienzo porque así es más fácil que te satures y desistas. Lo ideal es empezar con unos pocos minutos, tal vez unos 15 minutos al día, e ir aumentando el tiempo a medida que te notes más suelto y concentrado. Ah, y tampoco te pongas una alarma que te avise del fin de la meditación, es mucho mejor programarte una melodía relajante que aproximadamente dure ese tiempo, como esta que te dejamos aquí.

8. La visualización es tu aliada

Hay muchos tipos de meditación, pero todas ellas encaminadas a despejar tu mente y conseguir aumentar tu paz espiritual y aliviar el estrés. La respiración es una manera genial para centrarte en el aquí y el ahora, pero no es la única. Otra de las técnicas más extendidas es la de visualización. Por ejemplo, está muy extendida la visualización cromática, imaginar que un aura de un color concreto te está rodeando y va cambiando del azul, al verde, al blanco, etc. Otra manera puede ser visualizando algún objeto o situación relajante como las olas del mar que van y vienen o una vela encendida en medio de la oscuridad y centrarse en su llama parpadeante.

9. Si lo haces un hábito, has triunfado

No hay más. Ya sabes lo fundamental para embarcarte en este viaje hacia ti mismo y lograr serenarte y estar en paz contigo y tu entorno. Ahora, solo te queda ser constante, dedicar unos pequeños instantes al día para ello y lograr asentarlo en tu vida como un hábito más. Disfruta y namasté.