Dos tipos se miran frente a frente en una mesa, se saludan y comienzan a repartirse bofetadas en orden hasta que uno de los dos cae conmocionado o descalificado. El campeonato no tiene más, ni lo necesita. El ‘Slapping Championship’ se ha convertido recientemente en uno de los espectáculos más violentos, frikis y seguidos de Internet. El deporte de contacto profesional, como el boxeo o el karate, ha dejado paso a duelos de rusos de 200 kilos –la mayoría cumplen esos cánones– repartiéndose bofetones hasta hacerse saltar todos los empastes. Te contamos las claves de este curioso ‘sopapo show’.
Primeras bofetadas
Aunque este espectáculo, por llamarlo de algún modo, no cuenta con liga profesional, ranking y ni siquiera se puede considerar deporte de contacto, goza de una gran popularidad en Rusia y los países del este de Europa. Será el efecto del vodka, suponemos. Comenzó a crecer en 2016, pero no fue hasta 2019 cuando se celebró el primer y único ‘Slapping Championship’. Fue en la ciudad de Krasnoyarsk, durante el evento de culturismo Siberian Power Show. En aquel momento, solo era un entretenimiento un tanto friki que servía para rellenar el espacio entre las competiciones de hombres y mujeres.
Hoy, el campeonato de bofetadas es un fenómeno viral que se mide por millones de visitas en YouTube. Casters de todo el mundo se rifan sus vídeos con la intención de narrarlos a todo volumen. Lo que empezó como un entretiempo en un campeonato de culturistas ha terminado convirtiéndose en un producto perfecto del show business. Poco antes de la crisis del coronavirus, el primer campeón, Vasily Kamotsky, se enfrentó en la final a ‘Black Papa’, un brasileño de más de 200 kilos de peso, en un torneo internacional dentro de una cárcel rusa abandonada. Una producción –casi– de Hollywood que se saldó en tablas tras 5 rondas de tortazos. Al final, todos tan amigos y un premio de 890 euros para cada uno.
Dieta de campeón
Vasily Kamotsky, un granjero ruso de 29 años y más de 160 kilos de peso, es, de momento, el primer y único campeón mundial reconocido de ‘Slapping Championship’. También conocido como ‘El Rey de las Bofetadas’, en 2019 se proclamó campeón tras dejar KO a todos sus rivales y lograr el primer premio valorado en 476 euros. Lo hizo de forma espontánea, sin preparación ni hos**as, mientras asistía de público a un evento de culturismo en Krasnoyarsk. Se presentó voluntario y se lió a repartir guantazos hasta no dejar a nadie en pie.
Desde ese instante, su popularidad ha crecido a ritmo de clic y el bueno de Kamotsky, como buena superestrella que es, inunda las redes sociales con diferentes aspectos de su vida; entrenamientos, hobbies, alimentación, etc. Aquí le vemos, por ejemplo, preparando un zumo de sandía mientras entrena. Una receta muy saludable con la que chuparse los dedos e intimidar a más de un rival.
Que gane el mejor
Sin embargo, ser el campeón no quiere decir que estés libre de morder el polvo. De hecho, desde que en 2019 Kamotsky se proclamó vencedor, ha tenido que lidiar con algún que otro rival con la cara más dura que una pared. Cuanto más grande eres, más gente querrá zurrarte. Así ocurrió, por ejemplo, en el duelo que le enfrentó a su compatriota Vyacheslav Zezulya en el torneo On Top of a Barrel. Entre rusos andaba la cosa y tras aguantar Zezulya el primer mamporro de Kamotsky, éste devolvió un golpe devastador que mandó al ‘Rey de las Bofetadas’ a contar ovejitas directamente al hospital.
Un resultado que, pese a su espectacularidad, no estuvo exento de polémica. Ya que el propio Kamotsky consideró que podía haber continuado el duelo de no ser por los médicos y que el golpe que recibió fue más un gancho que un bofetón. Pese a sus quejas iniciales –cualquiera le dice que no–, Zezulya consiguió convencer, vencer y acabar de forma simbólica con la imbatibilidad del campeón.
Lo importante es participar
Una de las cosas buenas que tiene el campeonato de bofetadas es que sus reglas, al igual que su mecánica, brillan por su simpleza. Dos tipos a sopapo limpio con la mano y cara descubiertas en orden establecido por cara o cruz. Eso sí, no vale apuntar ni al oido ni a los ojos, no vaya a ser que haya que lamentar alguna desgracia. Y, aunque de momento no ha habido nadie que haya caído en combate, los requisitos para participar son únicamente dos: ser hombre mayor de 18 años y contar con la aprobación del médico de la organización.
Además, al contrario que ocurre en deportes reales de contacto como en el boxeo, aquí no se distingue por peso o altura. Esto, da lugar a que, entre otras cosas, haya duelos ligeramente descompensados, por llamarlo de algún modo. Un David contra Goliat, en el que, esta vez sí, Goliat tiene las de ganar. Aquí vemos como Kamotsky (160 kilos) manda a dormir al instagramer ruso Puka Pono (70 kilos) en un suspiro. No es por ser malos, pero esa bofetada se veía venir.