Esta entrevista tuvo lugar hace meses, pero todos los temas que aquí se tratan no han perdido un ápice de actualidad. Esto nos demuestra que la realidad se empeña en permanecer anclada o que la sociedad pervive en una espiral sin fin. En cualquier caso, para superar esta quietud no hay nada mejor que irse de cañas y eso hicimos nosotros con el actor Álex García (Tenerife, 1981). Llegó a la cita puntual y con una amable sonrisa, dispuesto a hacer lo que le echen y a responder a cualquier cosa. Pedimos una primera ronda de cervezas y acabaron siendo dos. Es lo que pasa cuando te sientas a hablar con Álex García, que el tiempo se te hace corto. Ser uno de los actores más inquietos de su generación le ha moldeado un enorme mundo interior que comparte abiertamente y sin tapujos. A partir de ahora el actor da paso a un hombre muy espiritual que cuando la fama ahoga se pilla la caravana para desconectar.
Con el nivel de trabajo que estás manejando en los últimos años, ¿te da tiempo a irte de cañas con tus amigos?
Sí, de hecho, lo necesito. Suelo ir con mi ‘grupete’ de colegas de toda la vida.
¿Y sueles hablar de trabajo?
Últimamente menos porque, no sé si nos ocurre a todos a la vez, por lo menos a mi grupo sí, trabajamos demasiado e intentamos no hablar de ello. Hace diez años estábamos como locos invocando trabajo todo el día, lo injusto que era y por qué no nos contrataban. Ahora que nos contratan, intentamos quitarnos peso, evadirnos, limpiarnos un poco, porque creo que estamos todos muy workaholic.
Esto me da a entender que tu profesión te lo ha dado todo pero, ¿hay algo que te haya quitado?
Me quita salud y quien diga que no que me explique cómo. En mi caso, son muchas horas y mucho esfuerzo. Un actor tiene una exposición brutal, porque no es solo que te vea la gente en sus casas, sino, además, cada vez que llegas a un set. Esto es algo que no te enseñan en las escuelas y a mí me parece fundamental saber lidiar con la profesión de una manera sana.
Otro aspecto con el que tenéis que lidiar es el ego. ¿Cómo lo llevas?
Tengo un buen amigo actor, Raúl Prieto, que siempre habla de una teoría que le enseñó un profesor, la del “no tanto”, que cuando las cosas van mal te digas “no tanto” y, cuando van bien, también te digas “no tanto”. Dentro de 80 años estaré muerto y nada me va a servir más que el viaje que haya hecho en ese camino. Desgraciadamente la generación de hoy ya no conoce a Margarita Xirgu y creo que, dentro de tres, no conocerán a Penélope Cruz. Cuando te vienen cosas muy grandes como, por ejemplo, que te llame Pedro Almodóvar para una película, lo habitual sería hacerla y todo el mundo te diría: “Hazla”. Pero, ya puede ser Almodóvar o Kubrick, que a lo mejor no compensa tanto ese viaje. Tienes que tener muy claro hacia dónde quieres ir y hacia dónde quieres colocar tu ego con respecto a las decisiones en el trabajo.
¿Es fácil que un actor se convierta en una especie de yonqui del aplauso?
Cuando algo va bien en esta profesión, ahora, te ofrecen 300 cosas, porque nos convertimos en seres que supuestamente influyen, pero realmente no influimos, sino que es un mercado muy bien gestionado. Cuando entras ahí cuesta mucho salir, porque te proponen cantidades de dinero que nunca hubieras soñado y una estabilidad que hace 20 años me lo dicen y firmaría. Pero como te quita tanta salud, tanto tiempo y tanto crecimiento personal, cada vez más gente está empezando a huir de ello.
En los últimos años has interpretado personajes del siglo XIX y XX. ¿Transitar entre esas dos épocas te ha hecho desarrollar una sensibilidad especial?
Me ha hecho reconocer y no olvidar de dónde venimos. He descubierto la gran evolución que ha tenido España en los últimos años y cómo hay partes totalmente involucionadas, como las lapidaciones que ocurrían en España hace 200 años y que hoy ocurren metafóricamente por Internet, a la salida de un teatro, del fútbol o de un restaurante. Nos hemos vuelto muy crueles gratuitamente y es algo que descubres haciendo época y personajes que son lapidados o repudiados por sus orientaciones sexuales o sus decisiones sentimentales. Es sorprendente poder ver lo que crees que es ficción, compararlo con lo que es real y observar que hay muchas similitudes.
De esas épocas hemos heredado un profundo machismo que aún permanece. ¿Qué haces tú para erradicarlo?
En el día a día intento evitarlo, sobre todo ser consciente de cuándo estoy siendo machista. Cada vez somos más los que somos conscientes de la manera en la que influimos tanto en la sociedad como en la gente que viene, que a los pequeños les quede claro cuáles son las normas verdaderas de comportamiento social y qué actitudes machistas están arraigadas.
¿En el mundo de la interpretación hay machismo?
El cine y la profesión es un reflejo de la sociedad en la que vivimos, y vivimos en una sociedad machista. Cada vez hay más directoras que cambian el mensaje, más espectadores que quieren ver productos con ese mensaje cambiado y más productoras que apuestan por ello. Pero es un cambio que está ocurriendo poco a poco y que es muy delicado, porque tiene muchas ‘subtramas’ que hay que saber tratar.
En Hollywood surgió el #MeToo tras la revelación de numerosos casos de abuso sexual. Pero en España, excepto la directora y también actriz Leticia Dolera, nadie más habla de ello. ¿Eso es porque no existe?
Por supuesto que existe, con casi todas las compañeras y compañeros con los que he trabajado ha salido el tema, y te puedo decir que el 80% me ha contado algún caso que roza el abuso. Lo que ocurre es que socialmente venimos de un país en el que se ha tapado el dolor, la vergüenza y el abuso, ya no por miedo a perder un trabajo, sino simplemente por miedo a que tus amigos o tu madre no te vayan a aceptar. En España, hasta hace dos años, nadie apoyaba que alguien contara algo tan fuerte. De hecho, te ponían en duda. Lo único claro es que tenemos que revisar las normas de la sociedad en la que vivimos, no solo judicialmente, sino también social y personalmente, porque no deja de ser el reflejo de lo que ocurre en nuestras casas y en nuestras vidas.
“El cine y la profesión es un reflejo de la sociedad en la que vivimos, y vivimos en una sociedad machista”
Espíritu, naturaleza y amor
En alguna ocasión has dicho que te gustaría que te preguntaran por tu crecimiento espiritual. Cuéntame.
En los últimos años sí lo he logrado –ríe–. Creces espiritualmente cuando empiezas a preguntarte cosas de ti y no del resto. Inevitablemente, la vida te golpea, al igual que te abraza y te hace crecer. Cómo nos tomemos cada golpe de la vida es lo que nos va a diferenciar del resto. Intento siempre sacarle un aprendizaje a todo lo que va llegando y no convertirlo en algo frustrante y grave.
¿Tus viajes en caravana han fomentado todo ese crecimiento espiritual?
Claro. La naturaleza me salva. Nos creemos que el ser humano viene de la ciudad y nos acostumbramos a vivir entre asfalto, ambulancias, semáforos que suenan y wifi que nos rodea. Cada vez que cualquier animal de este planeta está en contacto con la naturaleza, vuelve a estar en contacto consigo mismo. Yo me meto en la montaña rusa de la profesión con los ojos cerrados y, por eso, me obligo a vivir en la montaña y vivir la naturaleza siempre que puedo para reconectarme conmigo mismo porque, si no, entramos en una espiral de locura de la que cuesta mucho salir.
¿Cuál es el último viaje que has hecho?
Últimamente, hago viajes en España, incluso en Madrid. Voy a rodar con la caravana y cuando acaba la jornada me quedo en ella. El hecho de no irte a casa con todo lo del rodaje en la cabeza y escribiendo emails, devolviendo llamadas o WhatsApps a los 300 grupos que todos tenemos, ya te supone un viaje personal.
¿Qué piensas del amor?
Es el acto más generoso y bello que tiene el ser humano. El amor en el que yo creo es limpio, generoso e individual, porque si no te quieres a ti mismo no puedes querer a nadie. Establecer un pacto de pareja me parece absolutamente loco y casi perverso. En el amor parece que hay una especie de pacto no firmado en el que la gente asume situaciones, calla desilusiones y decepciones de una manera impresionante, lo cual hace que a la mayoría de las parejas les cueste mucho encontrar un equilibrio, y más hoy en día en el que encontrarte con un amor rápido y efímero es tan fácil como abrir una aplicación en el cuarto de baño de tu casa.
¿Qué temas te gustaría tratar en tus futuras obras?
Me encanta el amor y me interesa mucho la gente y hablar de por qué nos cuesta tanto entendernos. Quiero hacer proyectos en el que el ser humano sea protagonista y tratar temas universales que nos pongan de acuerdo.
Una de las últimas series en las que has trabajado, ‘El Continental’, se contextualiza en una época definida por el trapicheo. Si nos fijamos en algunos políticos, parece que no hemos evolucionado mucho.
Creo que la situación política es el reflejo de la sociedad que somos. Al final, por muy ladrones que puedan ser los políticos, supuestamente los elegimos democráticamente. Yo sí que vivo en una España en la que la gente hace trapicheos en su inmensa mayoría, en la que te cuesta mucho ser legal al 100% porque, al igual que como en el machismo, tenemos tan inculcada la picaresca y está tan bien visto que alguien saque algo por menos esfuerzo o por menos dinero, que hemos perdido totalmente el norte. Hablo de mí y de la gente que yo conozco. Tenemos algo de responsabilidad en eso. Si desde abajo ocurre, los de arriba no van a tener ningún pudor en hacerlo. No defiendo para nada a nuestros políticos, pero sí asumo mi responsabilidad como pícaro que soy y pienso que el cambio siempre tiene que venir desde abajo.
¿Qué opinas de la situación política española?
También es el reflejo de la sociedad que somos. Al final, por muy ladrones que puedan ser los políticos, supuestamente, los elegimos democráticamente. Yo sí que vivo en una España en la que la gente hace trapicheos, en la que te cuesta mucho ser legal al 100% porque, al igual que como en el machismo, tenemos tan inculcada la picaresca y está tan bien visto que alguien saque algo por menos esfuerzo o por menos dinero, que hemos perdido totalmente el norte. Hablo de mí y de la gente que yo conozco. Si desde abajo ocurre, los de arriba no van a tener ningún pudor en hacerlo.
Protagonizaste ‘Incendios’, una obra que trataba el tema de los horrores de la guerra y el pasado. ¿Qué opinas de la ley de Memoria Histórica?
Si hay algo que nos diferencia a los europeos de los americanos es que tenemos un pasado y ese pasado nos da muchas pistas de cómo somos y de por qué somos así. Así que las raíces son el gran faro de dignidad que nos queda. Soy totalmente defensor de la Memoria Histórica y creo totalmente necesario que removamos lo que ocurrió en ese pasado y que, sobre todo, lo aclaremos.
“Soy totalmente defensor de la Memoria Histórica y creo totalmente necesario que removamos lo que ocurrió en ese pasado y que, sobre todo, lo aclaremos”
Recomienda una canción, una película, un documental y un libro para cambiar mentalidades nocivas de la sociedad.
Como canción, La vuelta al mundo, de Calle 13.
Como película, ‘Laurence Anyways’, de Xavier Dolán.
Como documental, ‘Mañana’, de Cyril Dion y Mélanie Laurent.
Y como libro, ‘Incendios’, de Wajdi Mouawad.
¿Con qué persona cercana tienes unas cañas pendientes?
Con mi amiga y compañera Carlota Olcina.
¿Y con quién no te irías nunca de cañas?
Una caña siempre hay que tomársela.
*Artículo original aparecido en el número 36 de Mine. Pide tu ejemplar en papel en tienda.ploimedia.com o descarga la edición digital interactiva para iOS o Android.