Era una noche de viernes cualquiera en el neoyorquino Stonewall, el pub que durante los últimos dos años se había convertido en un refugio para gays, lesbianas, drac queens y transexuales. Pero aquellos renegados de la sociedad no iban a permitir que fuera una noche más. Cansados de las palizas, las humillaciones y, en definitiva, de la discriminación a la que la sociedad les sometía, se plantaron ante una de las habituales redadas que semanalmente ocurrían en el lugar. Así comenzaron una serie de manifestaciones espontáneas y violentas que acabarían siendo el germen del movimiento por los derechos LGTBI+. De aquel 28 de junio de 1969 hoy justo se cumplen 50 años.
El Stonewall Inn era un local cutre y cochambroso, ubicado en los números 51 y 53 de Christopher St., donde se brindaba con licores adulterados. Pese a ello, desde su inauguración en 1967, se había alzado como el lugar de referencia para el público homosexual. Antes había sido un club nocturno para heterosexuales, pero desde que lo adquirieron tres miembros de la mafia cobró fama como el único local gay que permitía a las parejas bailar íntimamente. Eso, en una época en la que todos los estados de Estados Unidos excepto Illinois penaban y perseguían la homosexualidad, era todo un logro.
Sin embargo, pese a que el antro era un oasis en medio de la homofobia generalizada, las redadas y el acoso policial eran constantes. La mayoría de veces, los propios dueños estaban al tanto de las visitas policiales y acordaban los días y horas de menor afluencia para poder operar libremente las jornadas de mayor clientela. Y casi siempre los detenidos eran los afeminados, los travestis y las mujeres masculinas, mientras que aquellos gays o lesbianas que siguieran los cánones de género próximos al heteropatriarcado podían marchar libremente.
De hecho, la mayoría de clientes eran drac queens y gais afeminados que no llevaban una vida fácil debido al rechazo de sus familias y de la sociedad en general. Incluso los propios gays más viriles los discriminaban y rara vez pisaban el lugar, ya que permanecer en el armario y fingir una vida heteronormativa era lo habitual en aquel momento. Y, teniendo en cuenta que tras los arrestos la prensa solía publicar los nombres de los detenidos y hasta su dirección, dejarse ver en ese ambiente podía arruinar cualquier proyección laboral y social. Y por si esto no fuera poco castigo, los arrestados podían ser sometidos a terapia de electrochoque o a una lobotomía.
Referente del movimiento
Entre toda esta clientela, aquella noche se encontraba Marsha P. Johnson, un drag queen afroamericana originaria de Nueva Jersey que fue el acicate del movimiento. Con ella también se encontraba su amiga Sylvia Rivera, una mujer trans latina que también participó en las revueltas. Las dos, junto a otros muchos travestis, transexuales y homosexuales que esa madrugada del 28 de junio se encontraban en el local, se negaron a subir a los furgones policiales que les esperaban tras la redada.
Ya fuera por las revueltas estudiantiles de 1968, los manifiestos a favor de los negros, los albores del movimiento feminista o la reciente muerte de Judy Garland, icono LGTBI+, el caso es que aquella noche decidieron no seguir siendo pacíficos y dóciles ante los ataques policiales. Comenzó así una batalla campal que hizo que los policías acabaran atrincherados dentro del local mientras fuera los manifestantes lanzaban botellas, piedras y pinchaban las ruedas de los vehículos policiales.
Pero el enfrentamiento no terminó aquel día. La noche siguiente unas mil personas volvieron a Christopher St. y continuaron rebelándose de forma mucho más violenta frente a las bombas lacrimógenas y palizas que dejaron decenas de heridos. En total, tres días de disturbios que provocó la aparición de organizaciones y grupos de resistencia que repartían panfletos, se dirigían a la prensa exigiendo igualdad y que un año después, el 28 de Junio de 1970, organizaron el primer desfile del Orgullo LGTB desde Christopher St. hasta Central Park.
A partir de estas revueltas, el movimiento LGTBI+ comenzó a cobrar visibilidad y muchos artistas posteriores como David Bowie o Freddie Mercury contribuyeron con sus canciones. Además, Marsha P. Johnson ganó notoriedad y se alzó como una figura importante en el ambiente gay y artístico de Nueva York. Se codeó con celebridades, posó para Andy Warhol y desempeñó una importante labor de activismo hasta que murió, por causas que aún hoy se desconocen pero que apuntan a un posible homicidio, en 1992.
Por su parte, Stonewall Inn cerró sus puertas poco después de las revueltas, aunque volvió a abrir en 1990 en el número 51 de la misma calle. Se ha convertido en un lugar de peregrinación y Obama lo declaró Monumento Nacional en 2016. Cada año, durante la marcha por el Orgullo LGTBI+ en Nueva York, miles de personas pasan por él.
Hoy esta manifestación congrega un millón de personas en la Gran Manzana, aunque marchas como la de San Pablo o Madrid han llegado a duplicarlo. De hecho, el barrio de Chueca de Madrid se ha convertido en epicentro mundial del Orgullo LGTB congregando todos los años a miles de personas en torno a la celebración de la diversidad y la libertad.
Para saber más…
Los hechos que desencadenaron las revueltas de Stonewall han motivado toda una serie de películas, series y documentales que profundizan necesariamente en este movimiento social que a día de hoy ha logrado la conquista de importantes derechos y libertades en la comunidad gay y transexual.
‘La muerte y la vida de Marsha P. Johnson’ (2017)
Este documental de Netflix se adentra en la sospechosa muerte de la activista y en todas las dudas que hay alrededor del caso.
‘Stonewall’ (2015)
Esta película protagonizada por Jeremy Irvine y Jonathan Rhys Meyers ahonda en las tres noches que duró el conflicto y muestra cómo era el ambiente de represión de la época.
‘La rebelión de Stonewall’ (2016)
El programa La noche temática de la 2 de TVE abordó los disturbios de Stonewall y contó con declaraciones de los propios protagonistas.