Desde su paso por el Festival de Cannes, la nueva producción de HBO Max, ‘The Idol’, ideada y protagonizada por Abel Tesfaye (conocido por su nombre artístico, The Weeknd) y dirigida por Sam Levinson, creador de ‘Euphoria’, ha generado ruido acerca de sus escenas subidas de tono y sus temas escabrosos. La producción de la serie, sin embargo, fue tan caótica o más como su resultado final. Si disipamos todas las interferencias sobre su resultado final, solo queda una cuestión vigente: ¿es ‘The Idol’ una serie espinosa o le rodea una gran campaña de marketing?
“Es mala amante la fama y no va a quererte de verdad”, cantaba Rosalía en compañía de The Weeknd. El popular cantante, compositor y rapero canadiense parecía seguir esta máxima cuando llegó a vender a HBO su idea, junto al guionista Reza Fahim. Consistía en la historia de una diva del pop, interpretada por Lily-Rose Depp, quien mantiene una turbulenta relación con el dueño de un club de música (el propio Tesfaye), y también de un misterioso culto.
Después de muchas idas y venidas y la integración final en el proyecto de Sam Levinson el resultado es ‘The Idol’, la nueva ficción que se puede disfrutar en estos momentos en HBO Max, y que ha puesto el grito en el cielo a unos cuantos críticos internacionales desde el estreno de sus dos primeros episodios en el pasado Festival de Cannes. La serie, que consiguió una ovación de cinco minutos en su pase, se mete de lleno en algunos de los berenjenales que, en tiempos de la corrección política, muchos creadores evitarían a toda costa. Los desnudos integrales, la sexualización de la mujer, la romantización de la enfermedad mental, la idealización de la violación y la masturbación con asfixia son algunos de los perversos síntomas que se muestran solo desde su primer episodio.
De esta sarta de provocaciones nacen las millones de publicaciones que han copado las redes sociales durante los últimos días, que erigen ‘The Idol’ como una de las obras más alborotadoras de la televisión actual. ¿Merece la obra semejante título? ¿Hasta qué punto no corresponden todas estas alarmas rojas a un marketing estudiado y promovido?
Una mirada “demasiado feminista”
Comencemos por el principio. La serie ya era la crónica de una muerte anunciada desde sus cimientos, pues tan solo el nombre de The Weeknd como showrunner principal era el gancho suficiente para llamar la atención de los medios. El artista es conocido, además de por sus pegadizas canciones y sus numerosos premios, por agitar las redes sociales con provocativas imágenes donde aparecían sus facciones faciales falsamente aumentadas por intervención estética, o por la imagen de su álbum ‘After Hours’, donde aparece sonriente y con la cara ensangrentada. Su colaboración con Fahim también es sonada. El guionista iraní se enorgullecía en Variety de haber visto la película ‘Scarface’ con solo cinco años, donde el personaje de Al Pacino ingiere montañas y montañas de cocaína.
Ante tanta testosterona, la directora elegida para llevar a cabo la producción había sido curiosamente una mujer, la actriz y creadora Amy Seimetz, responsable de intrigantes obras de corte indie, como la serie ‘The girlfriend experience’ y la película ‘She dies tomorrow’. Un artículo de la revista Rolling Stone hizo detonar los rumores sobre la falta de brújula de la producción. Aproximadamente el 80% de la serie estaba ya rodada cuando Seimetz abandonó el proyecto. La estadounidense acusaba que los guiones llegaban a sus manos sin terminar, los calendarios eran muy ajustados y las expectativas de HBO demasiado altas. La directora tuvo que dirigir al mismo tiempo que escribía y reescribía secuencias, hasta que HBO decidió depositar el proyecto en Sam Levinson.
Según el artículo, Tesfaye admitía que le gustaba hasta el momento lo que Seimetz había rodado, pero posteriormente reiteraba sus palabras aclarando que le parecía que había acogido un tono demasiado feminista. La serie se vio afectada con un grave retraso en sus fechas de producción, pues Levinson rehízo prácticamente todo lo que ya se había rodado, y que le había costado a la cadena hasta 75 millones de dólares.
Más tarde llegarían los rumores del libre albedrío y despotismo de Levinson en plató. El director ya comenzó a labrarse su fama en ‘Euphoria’, cuando Sweeney Sidney opinaba que no era necesario que su actriz mostrase tanto su cuerpo para la historia, o cuando la actriz secundaria Barbie Ferreira declaró que no estaría en la tercera temporada del drama juvenil por motivos de desacuerdos sobre su personaje, pues no quería ser “la amiga gorda” de la protagonista, según aclaró en el podcast Armchair Expert. Ya en la segunda temporada, Levinson castigaba al personaje de Ferreira, Kat, con un protagonismo anecdótico.
Fantasías de un hombre tóxico
Que a Levinson le gusta un buen sarao no es sorpresa de nadie. Algunos responsables de producción declararon a Rolling Stone que lo que la serie pretendía satirizar, esa presión mediática sobre las estrellas, era lo que al final se estaba satirizando en el propio rodaje. “Era como cualquier fantasía de violación que cualquier hombre tóxico tendría en el show, y luego la mujer regresa por más porque hace que su música sea mejor”, explicó un miembro de la producción.
Depp, por el contrario, se encargó de alabar las capacidades de Levinson para sacar lo mejor de ella misma. Ante los comentarios sobre la imposibilidad de Tesfaye de separarse de su personaje, motivo por el que canceló uno de sus conciertos en Los Ángeles, la hija de Johnny Depp también declaró en Entertainment Weekly que nadie en el casting se había acogido demasiado al método interpretativo Stanislavski, reconocido por la ruptura de los límites que separan la interpretación de la vida real. Depp sí se dio cuenta, sin embargo, de los momentos en los que el artista estaba muy metido en su personaje y era mejor alejarse de él.
Un rodaje complicado es una historia buenísima para cualquier medio cinematográfico que se precie. ¿Pero hasta qué punto no ha colaborado ello en la promoción de la serie? Levinson muestra sus cartas prácticamente desde la primera secuencia del primer capítulo. En él se comenta lo mucho que vende una enfermedad mental (esto le salió muy bien a Zendaya en ‘Euphoria’, con la que ganó dos premios Emmy); así como se intenta mostrar las aureolas de los pezones de la artista Jocelyn (Depp) en una sesión de fotos, mientras su asistente de intimidad trata de impedirlo.
Al estilo ‘Instinto básico’
Para más inri, una secuencia de ‘Instinto básico’ (1992) se referencia en el primer episodio de la serie. La famosa secuencia de la película de Paul Verhoeven, en la que Sharon Stone cruzaba sus piernas dejando entrever sus partes más íntimas a un nerviosito Michael Douglas, también fue objeto de pesadillas para la actriz protagonista, quien aseguraba muchos años después en Vanity Fair que fue engañada por el director para quitarse las bragas en el set.
Levinson es consciente del legado de esa película, al igual que lo es de la denuncia pública de Stone, y ha decidido ponerse a la altura del mismo juego. Con una variante: el tiempo ha pasado y ya no estamos a principios de los noventa. Como indica Stone, hoy en día “vemos penes erectos en Netflix”. ¿Qué es provocativo en nuestros días? ¿Sexo con estrangulación? ¿Los pezones rígidos de Lily-Rose Depp a través de la ropa? Por ejemplo, Paul Verhoeven ha conseguido crear polémica a menudo con casi cada una de sus películas, siendo ‘Elle’ (2016) y ‘Benedetta’ (2021) las últimas en sumarse a una serie de temas escabrosos para las mujeres. A su lado, la propuesta de Levinson se acompleja como un intento desesperado de poner toda la carne en el asador para que se hable, bien o mal, de su trabajo.
Y mientras los titulares se copan de ganchos sobre la pornografía barata de la serie, otros temas particulares de la ficción quedan sepultados. Nadie habla de la anecdótica pero relevante relación de fraternidad de la protagonista con su bailarina Dyanne (Jennie, del grupo de K-pop Blackpink), cuando parecían llamadas a odiarse según los estereotipos narrativos de rivalidad entre mujeres. O del talento interpretativo de Depp. O de la suma de caras conocidas que reúne la serie. El tiempo filtrará finalmente la relevancia de ‘The Idol’ en un marco histórico televisivo, pero de momento, como cantaría The Weeknd, periodistas y espectadores parecen haberse quedado “cegados por las luces”.