El éxito, si lo entendemos como la consecución de lograr vivir de lo que te gusta, se antoja, en ocasiones, sorprendentemente aleatorio. En el caso de Morgan son varias las casualidades que han contribuido a dar forma a este proyecto musical tan necesario en la escena española. Carolina de Juan (Nina), Ekain Elorza y Paco López fueron los tres lados del triángulo que luego acabó siendo un cuadrado con la incorporación de David Schulthess, fruto de otra de esas casualidades.
Si tuviésemos que empezar a narrar cómo empezó a fraguarse una de las bandas españolas más aplaudidas de los últimos años, empezaría así: “Nina estaba cantando de corista en la banda de Paco, un día le dio un cedé con varias canciones a piano, Paco lo trajo a mi casa, me las enseñó mientras estábamos jugando a la Play y flipé. Dije, “¡Pero esto ¿qué es!, vamos a echarle una mano para montar estos temas”. Así empezamos, quedábamos todas la semanas para echar unas cañas y tocar un rato”, con esta naturalidad que tanto apreciamos quienes hacemos entrevistas lo relata Ekain Elorza, batería de Morgan. Eso fue en 2012. “Lo de la Play aún no ha cambiado”, señala con cierta sorna David Schulthess, que se une a esta videollamada que está siendo contada.
Estos primeros pasos no presagiaban ni de lejos el camino ascendente que ha saboreado esta banda afincada en Madrid. Después de muchas cañas, doce canciones autoeditadas y mucha ilusión, nació ‘North’, su primer disco producido por José Nortes que vio la luz en 2016. Pero un año antes decidieron tocar por salas de Madrid para ver qué acogida tenía. Esa mini gira comenzó primero con el apoyo de familiares y amigos y acabó en la Sala Sol presentando el LP con un público formado en su mayoría por caras no conocidas. Hoy, cinco años después, una pandemia y la implantación del Zoom como nueva herramienta periodística, Morgan sigue llenando salas y son un sexteto que se comunica en el escenario y en el estudio con la fluidez de las relaciones maduras. “Yo creo que nos entendemos mucho más, somos como una pareja que se mira y tiene una complicidad. Somos eso, como una pareja, pero entre seis, montamos sextetos en vez de tríos”, dice David Schulthess (teclados) bromeando pero siendo muy gráfico al mismo tiempo. “Es poliamor. Es muy divertido porque entras en una burbuja donde no hay trabas lingüísticas, desarrollamos muy bien los temas, nos gusta mucho tocar, todos estamos por la música, porque nos gusta la música”, termina de argumentar.
De aquel primer concierto en la Sala Sol de Madrid se acordaban mucho estos días porque volvieron a elegirla para presentar recientemente su tercer y último disco de estudio (‘The River and The Stone‘), que ha sido concebido como una metacuarentena, porque antes del cataclismo mundial ellos ya anunciaron tras su último concierto en enero de 2020 que se encerrarían un tiempo para descansar y trabajar en un nuevo disco. Nadie imaginaba que el encierro iba a ser compartido por todo el mundo. Pasada la cuarentena de tres meses, se fueron todos a vivir a una casa en la sierra, formaron su grupo burbuja y comenzaron a componer sin prisa pero sin pausa. “Nos ha salvado un poco eso, estar centrados en el disco y tener algo que hacer. Levantarnos todas las mañanas con ganas de trabajar, sabiendo que estábamos haciendo algo que nos gustaba y bonito. Como una pequeña familia que somos intentando que el entorno y la situación mundial no nos afectase en lo psicológico. Esto nos pilla en una gira del anterior disco y nos destruye, hubiese sido durísimo”, se sincera Ekain y David asiente.
Esa convivencia dio lugar a una nueva fase para el grupo, al experimentar una nueva manera de hacer un disco. “Este disco nos ha hecho ver que disfrutamos mucho ese otro proceso de componer y de estar en casa. Hemos descubierto otra manera de grabar y hemos abierto otra puerta muy interesante y de cara al futuro creo que va a dar cosas muy buenas”, cuenta Ekain y sigue. “Yo como batería, normalmente grabas por partes los dos o tres primeros días y luego el resto de la grabación pasas el rato y opinando. La manera en la que lo hemos hecho ahora es grabar una canción por día, estábamos todos por la mañana tocando la canción, haciendo que sonase y eligiendo cada uno de los instrumentos que cada uno iba a utilizar para crear un sonido único para esa canción. En unos 12 días hicimos todas. Ha sido como un descubrimiento nuevo para la banda”, termina de explicar orgulloso. “De esta manera también pones un fin a las cosas. Hay una frase clásica que dice “los discos no se terminan, se abandonan”, remata locuazmente Schulthess.
De ese confinamiento voluntario nació ‘The River and the Stone‘, tercer álbum de estudio que ha supuesto un punto de inflexión para ellos y una regalo para los oídos de sus seguidores. “Creo que hemos intentado salir un poco de nuestra zona de confort en el sentido de no hacer lo primero que nos venía a la mente. No por complicar las cosas, sino simplemente por intentar explorar dónde están nuestros límites, donde está algo por descubrir”, apunta Schulthess o cómo lo pronuncia Ekain, ‘Chuches’. “Sónicamente te puedes dar cuenta que hay más sintetizadores en este disco, Nina ha hecho un tipo de coros que hasta ahora no los había trabajado de esa manera. Cada uno en su parcelita ha hecho cosas interesantes. Aunque el tronco de la canción digamos que es el mismo, todo el adorno tiene un matiz diferente”, describe Elorza.
“Somos como una pareja que se mira y tiene una complicidad. Somos eso, como una pareja, pero entre seis, montamos sextetos en vez de tríos”
Benditas casualidades
Otra de esas casualidades que alentó este proyecto fue un viaje que nunca se produjo. Nina, la vocalista de Morgan, por aquel 2012 de poco futuro en un país que tuvo que pedir el rescate económico se planteaba irse a Holanda a vivir una temporada. Se llegó a comprar el billete, pero después de que Ekain y Paco escucharan aquel cedé mientras echaban una partida a la consola nunca se llegó a subir a aquel avión. “Le dijimos “te ofrecemos esto, Holanda siempre va a estar ahí, si ves que no funciona y no te mola, en un año te puedes ir”. Y no se fue. Debe tener el billete guardado”, nos cuenta Ekain con una sonrisa en la cara.
Rememorando aquellos comienzos que nada hacían presagiar el éxito actual, Ekain hace un flashback. “Me he acordado de estar escuchando la mezcla del primer disco con Nina en el estudio y nos mirábamos y los dos éramos conscientes de que molaba mucho lo que habíamos hecho, pero siendo realistas era música en inglés y tampoco es que hayamos inventado aquí la rueda. De primeras no esperábamos que pasara mucho, la presentación, tocar cuatro conciertos, el circuito que se hace cuando presentas un disco de manera autoeditada y sin ningún tipo de apoyo de nadie. Pero ver que eso se ha convertido en lo que andamos haciendo ahora, pues nos ha extrañado a todos, porque nadie se lo esperaba”.
Después de aquello, la banda ha dado más de 300 conciertos, sold out en todas las citas, un concierto en el Teatro Real con la Banda Sinfónica Municipal de Madrid, cinco Premios de la Música Independiente y un concierto épico en el Circo Price que sacaron en disco recientemente. Y la inercia del éxito no cesa su curso. Desde noviembre a marzo tienen cerradas ya 20 fechas en España y en marzo inician gira junto a Fito & Fitipaldis. Y que sigan las benditas casualidades, que siga Morgan.