Después de su aclamada presentación en la 77ª edición del Festival Internacional de Venecia, las expectativas con el nuevo cortometraje de Pedro Almodóvar eran muy altas. Y la verdad, es que ‘La voz humana’ no nos ha defraudado. La historia nace de un monólogo teatral que escribió Jean Cocteau en 1930 para Edith Piaf, aunque ella no llegara nunca a protagonizarlo. Pero otras actrices como Ingrid Bergman sí han interpretado este clásico que en 1958 se convirtió, además, en una lograda ópera.
Un discurso crudo sobre una ruptura amorosa que parece que el director manchego siempre ha venerado, porque ya en ‘La ley del deseo’ el personaje que interpreta Eusebio Poncela prepara este mismo monólogo para que luego lo interprete Carmen Maura. Ahora es Tilda Swinton quien lo desarrolla bajo las órdenes del director en un cortometraje que nos ha apasionado. Si aún no estás convencido de ver este capricho cinematográfico de Almodóvar, te enumeremos nuestros motivos como aliciente antes de que se estrene en todos los cines el próximo 21 de octubre.
Almodóvar en toda su esencia
El creador más castizo y a la vez internacional de nuestro país consigue retratar la historia de Jean Cocteau bajo su característico enfoque y moldeándola de tal forma que la dota de una modernidad muy bien lograda, prescindiendo de las partes más casposas del texto. Sin duda, es uno de sus trabajos más académicos y rigurosos del director, porque a pesar del barroquismo de la puesta en escena, busca en todo momento la sencillez en la profundidad de la propia naturaleza humana. Además, es el primer trabajo que el director rueda en inglés con una actriz internacional de la talla de Tilda Swinton.
Tilda Swinton, ¿nueva chica Almodóvar? ¡Ojalá!
No es para nada una desconocida, ya que la actriz británica presume de una extensa filmografía con aplaudidas cintas, como ‘El curioso caso de Benjamin Button’ o ‘Suspiria’ y este año recibió el León de Oro a toda una carrera en el Festival de Venecia. Sin embargo, ahora sentimos que ya no podemos vivir sin ella y, seguramente, el grueso del público español ya recordará siempre su nombre. Tilda Swinton está sublime en los 30 minutos que dura la pieza. Ella y el que termina siendo su perro están solos en escena y no en necesario nada más, ya que la actriz sabe embelesar y arrastrar al espectador en sus complejos pensamientos y, al mismo tiempo, dar mucho ritmo a su discurso.Tras ver la cinta solo puedes rezar por más y más Tilda Swinton en los próximos trabajos de Almodóvar.
Una música que cautiva
La fotografía de José Luis Alcaine es espectacular, pero la banda sonora que logra Alberto Iglesias merece una mención especial ya que, en una historia corta, concisa y compleja como esta, el papel que juega la música es vital para mantener el hilo y ayuda a la comprensión de la historia. El compositor juega con melodías ya compuestas, al mismo tiempo que crea otras nuevas para acompañar a la protagonista y al espectador en este viaje al renacer de uno mismo y la puesta en valor del amor propio ante una voraz e inesperada ruptura. Y es que desde el inicio de la cinta, la música ya logra situarte en la acción y, poniéndote el vello de punta, hace que empatices con la afligida -y algo ida- Tilda Swinton, que acapara la pantalla.
Derroche de estilo en cada toma
La pieza es ya un ineludible del cine experimental y se nota que Almodóvar ha disfrutado de lo lindo haciéndola. Así, en solo media hora gozamos de una buena ración concentrada de todo lo que apasiona al director. Hasta el más mínimo detalle está cuidado, desde la decoración y el atrezzo de la casa, hasta los coloridos y rompedores conjuntos que luce Tilda Swinton. Se nota que el rojo sigue siendo el color favorito del director, que en esta ocasión ha colaborado con la casa Balenciaga y ha vestido a su protagonista con cuatro conjuntos de la firma. Porque, sin duda alguna, para Almodóvar la moda es una herramienta emocional perfecta para crear un clima determinado o mostrar rasgos intrínsecos de un personaje. Y en esta propuesta se nota. Cualquier amante de la moda va a quedar extasiado ante el despliegue de elegancia que Tilda Swinton hace en pantalla.
Reflexiones memorables
El dramaturgo y cineasta francés era un genio y de un texto escrito por él, y reinventado por el singular Almodóvar, solo podíamos esperar frases tan demoledoras, crudas y sinceras como las que por narices tenemos que acabar digiriendo. La humildad con la que Tilda Swinton asume todo y la vulnerabilidad sumisa que muestra por un amor que la desprecia y abandona es sobrecogedora. Pero más aún lo es el despertar y ese momento donde, sin palabras, vira drásticamente y cambia todo por completo. Porque al final toda la obra en sí es una introspección a las relaciones de pareja y el valor individual, mientras asistimos al renacer de una mujer que pasa de juguete roto a una femme fatale reinventada con chupa de cuero y capaz de hacer saltar el pasado por los aires.
Lo breve, si breve…
Porque los refranes nunca fallan, esta obra maestra puede presumir de una brevedad exquisita que hace que todo pase como un dulce sueño frente a los ojos del espectador, y en apenas un suspiro todo haya terminado dejando un buen sabor de boca. Como si de una fábula cotidiana se tratara, la historia te deja sentado en la butaca mientras vas digiriendo todo lo que has visto hasta el momento y, finalmente, sonríes y aplaudes la valentía y decisión de la protagonista. Pero tranquilo, que ya paramos de hablarte de ella antes de hacer algún spoiler sobre esta radiografía algo caricaturizada del abandono y la soledad.