Si te lanzamos la pregunta en qué términos valoras tu vida, seguramente harías la siguiente enumeración: trabajo, dinero y estabilidad. Estos tres pilares condicionan el paradigma convencional común, pero ¿te has planteado alguna vez alterar el orden de prioridades? Los protagonistas de este reportaje sí y sus testimonios nos acercan a una filosofía de vida que, sin pretender ser aspiracional, es un buen ejemplo de que desaprender lo aprendido es un buen punto de partida para cambiar de vida.
“Nuestros trabajos suponían muchas horas y estrés. Nos encontrábamos mal de salud, dolores de espalda, vómitos por las mañanas, etc. El cuerpo te manda señales para que hagas algo y cambies. Como ambos teníamos el sueño de viajar por el mundo, decidimos huir de todo lo que no nos acababa de llenar”, relata Lucía Sánchez Sánchez, de 36 años, y Rubén Señor Cruz, de 46. Esta pareja tenía un buen trabajo en el mundo de la publicidad —ella, directora de cuentas, y él, creativo— y un piso maravilloso en un barrio céntrico de Madrid. Pero, en 2013, lo dejaron todo para lanzarse a viajar por el mundo. Hoy, después de recorrer juntos 40 países, lideran el proyecto ‘Algo que recordar’, uno de los blogs referentes en esto de la filosofía working holiday o, como ellos lo llaman, “traviajar”. Desde hace tres años, lo hacen también con su hijo Koke, una decisión que han querido relatar en el documental ‘Hola, mundo’ y con el que pretenden demostrar que los primeros años por la vida marcan el resto del camino.
“El cuerpo te manda señales para que hagas algo y cambies. Como ambos teníamos el sueño de viajar por el mundo, decidimos huir de todo lo que no nos acababa de llenar”
‘Algo que recordar’
Reconocen que, para muchos, eran unos locos irresponsables por dejar un buen trabajo, pero pasado el tiempo no escatiman calificativos a la hora de valorar su cambio de rumbo y de prioridades. “Hemos aprendido a vivir con mucho menos, a resolver problemas de un día para otro y a convivir con la incertidumbre. No dependemos de un sueldo con el que pagar facturas fijas y acumular cosas. Nos duele ver la dependencia que muchas personas tienen hacia el consumismo descontrolado y cómo el esfuerzo para conseguir esos caprichos innecesarios les alejan de otros objetivos realmente importantes”, cuentan a través de varios correos electrónicos durante la cuarentena.
Esta misma visión despreocupada por lo material también se ha convertido en un mantra para Juan Caldaroni, de 32 años, y Daniela Elías, de 30 años. Esta pareja de argentinos se ganaban la vida como guía turístico y agente de viajes en Buenos Aires, hasta que un viaje les cambió su visión de los pasos que dar en la vida. “Cuando nosotros decidimos ir a Nueva Zelanda lo único que teníamos era la visa working holiday”. Este permiso de trabajo permite a los viajeros obtener empleo en el país que emite la visa y se ha convertido en una popular opción entre aquellos que quieren cambiar de rumbo. “Fuimos a trabajar a unos viñedos, luego en muchísimas fábricas y así se fue dando. De Nueva Zelanda fuimos a Australia, empezamos a hacer viajes y cuando esas visas se terminaban, decidimos que queríamos seguir viajando. Y así fue como empezamos ‘Marcando el polo’”. A través de este proyecto se ganan la vida contando sus experiencias e impartiendo talleres y cursos de cómo generar ingresos cuando se está viajando. “Cuantas más posesiones materiales, más arraigo tienes a ellas. Y los viajes te enseñan a renunciar a un montón de cosas”.
“Cuantas más posesiones materiales, más arraigo tienes a ellas. Y los viajes te enseñan a renunciar a un montón de cosas”
‘Marcando el polo’
Lo material nos condiciona, lo decíamos al principio: trabajo, dinero y estabilidad. Y, admitámoslo, es difícil desprenderse de ese equilibrio. “Si te soy honesto, he trabajado mucho en el concepto del dinero y las posesiones. Antes, tenía una mentalidad basada en que si tenía un mejor coche, unas mejores gafas, sería mejor y ganaría autoestima y felicidad. Ahora, creo que puedo decir que poseo a mis posesiones, no ellas a mí”. Esta profunda reflexión la escribe Javier Holgado, que con 19 años dejó su casa y lleva casi una década viajando por el mundo. Su primera parada fue Londres, donde le tocó coger trabajos de supervivencia: limpiando colegios, cuidando niños y de camarero. Luego, fue coctelero en Singapur, agente de viajes en Nueva Delhi y, hace dos años, emprendió su proyecto personal ‘Paradise Revolution’, con el que “me permite aportar mi mejor versión al mundo a través de los viajes de alto impacto a la India y el crecimiento personal”.
“Antes, tenía una mentalidad basada en que si tenía un mejor coche, unas mejores gafas, sería mejor y ganaría autoestima y felicidad. Ahora, creo que puedo decir que poseo a mis posesiones, no ellas a mí”
‘Paradise Revolution’
Pero, ¿cómo de transformador puede ser viajar de esta manera? “No creo que por viajar, necesariamente, vivas experiencias extraordinarias, crezcas como persona y te desarrolles. Creo que depende más de uno mismo y de cómo lo vivas y lo plantees. No es solo el hecho de viajar, sino lo que hagas cuando estas viajando. Cada viaje es un mundo diferente”, explica Pablo Hidalgo que, desde 2019, viaja junto a su pareja Estefanía Rodríguez. Ambos trabajaban en Madrid en una agencia de publicidad, cuando un día hicieron click.
“Sentía que estaba tirando años irrecuperables por la borda, que me estaba perdiendo muchas cosas. Poco sentido tenía trabajar en un lugar que no me gustaba para que la nómina se me fuese en pagar mi habitación de Malasaña”, cuenta Estefanía. Ambos dejaron el trabajo, compraron un billete a Manila por 160 euros y, una vez de viaje, les fueron surgiendo trabajos de freelance para España en consultorías de comunicación, escribiendo artículos o campañas digitales en Facebook, Google o Amazon. “Intentamos gastar, de media, 500 euros al mes, con eso nos podemos permitir descubrir el país, no hacemos coladas, ni cocinamos, nos alojamos en sitios decentes, alguna excursión, clases de yoga y transporte. Todo esto por el mismo dinero con el que pagaba el alquiler de una habitación en Madrid”, admiten.
“Sentía que estaba tirando años irrecuperables por la borda, que me estaba perdiendo muchas cosas”
Estefanía Rodríguez (ha estado un año y medio viajando junto a su pareja)
“Hemos estado en Filipinas, Malasia, Indonesia, Tailandia, Myanmar, Laos, Vietnam, China, Nepal y, desde hace cuatro meses, en India”. Así resumen su año y medio de nueva vida. De punto de inflexión. “Antes dormía poco, unas cinco horas diarias o menos. Ahora, hay días que me los paso enteros durmiendo. A veces pienso que estoy recuperando 30 años de falta de sueño y prisas”, confiesa Pablo.
“La improvisación nos hace muy felices y la incertidumbre nos mantiene alerta. Antes le dedicábamos mucha energía a cosas que para nada eran importantes y eran beneficios para terceros. Ahora, todo lo que hacemos es para nosotros”, reflexionan Lucía y Rubén al ser preguntados por el mayor aprendizaje de esta nueva filosofía de vida.
Un paréntesis
Tal vez, has llegado hasta aquí teniendo claro que vivir viajando durante años no va contigo, pero hay términos medios que pueden llegar a ser muy transformadores. Se puede trabajar para viajar, pero no de la forma convencional que nos han enseñado siempre. Imagínate interrumpir tu vida durante tres meses, enfundarte una mochila con pocas cosas y recorrer nueve países. Así comienza el diario de viaje de Laura Boscà, responsable de marketing y publicidad, que pidió una excedencia de tres meses en su trabajo para recorrer India, Malasia, Singapur, Tailandia, China, Nepal, Myanmar, Reino Unido y Perú. “La razón más importante para coger ese vuelo era que no quería que se me escapara la vida. Quería sentirme viva, experimentar, disfrutar, aprender, reinventarme y superarme”, afirma, al mismo tiempo que rememora el reto que ha significado esta aventura. Aunque fueron muchas las dudas que le asaltaron al principio, el plan estaba estudiado. “Antes del viaje ahorré unos 4.000 euros. Mi presupuesto diario, contando alojamiento y comida, era de entre 12 y 18 euros. Calculo que, contando absolutamente todo, me gasté unos 3.600 euros, de los cuales el 60% del gasto fue prácticamente en vuelos y transporte”, detalla. “Este tipo de viajes no son para todo el mundo, pero sí creo que todos deberíamos hacerlo alguna vez en la vida. Por supuesto, cada uno lo puede adaptar a sus circunstancias, al igual que la decisión de vivir la experiencia solo o acompañado”, advierte Laura.
“Este tipo de viajes no son para todo el mundo, pero sí creo que todos deberíamos hacerlo alguna vez en la vida”
Laura Boscà (estuvo tres meses viajando sola)
Vivir viajando o trabajar para viajar de otra forma. Son dos versiones de una misma filosofía de vida que desafía lo que nos han contado siempre sobre el trabajo, el dinero y la estabilidad. ¿Tres pilares o tres trampas?
¿Estás hecho para la filosofía working holiday?
Explora este mapa de decisiones y averigua si estás hecho para esta forma de vida (pincha en la imagen):
*Artículo original aparecido en el número 38 de Mine. Descarga la edición digital interactiva para iOS o Android o el PDF de #Mine38.