No hace mucho, las compañías aéreas, en lugar de exprimir al máximo posible el espacio entre asientos, buscaban que sus clientes se sintieran en sus aviones y terminales como en un resort de lujo. Así era Trans World Airlines, conocida comúnmente como TWA, que fue una importante aerolínea estadounidense durante la era dorada de la aviación y que, en 2001, acabó siendo absorbida por American Airlines. El pez grande o, mejor dicho avión grande, aquí también se comió al pequeño. Pero ahora, casi 20 años después, se ha rescatado su espíritu retro para levantar un hotel en una de las terminales del JFK de Nueva York con unas vistas espectaculares.
Embarque a los 60
El Hotel TWA recupera lo mejor de la aviación comercial y traslada a sus huéspedes a un época en la que volar era sinónimo de lujo. Mientras los pasajeros escuchan a Frank Sinatra por la megafonía a la espera de que se anuncie su vuelo, el hotel pone a su disposición un sinfín de actividades de ocio. Allí es posible pasear por el salón de cócteles Sunken Lounge, nadar en la piscina infinita de la azotea, visitar su espacio de restauración y observar el aterrizaje y despegue de los aviones a pocos metros de la pista. Además, si tu espera se alarga más de lo previsto —avisamos, nunca habrás deseado tanto una cancelación— puedes hospedarte, desde 110 euros la noche, en una de sus 512 habitaciones totalmente insonorizadas.
Como si de un decorado de película se tratara, la moqueta y estampados rojos inundan buena parte de las zonas comunes y los enormes ventanales ofrecen unas vistas inigualables de un avión modelo Connie de 1958 –el mismo modelo que fue utilizado como avión presidencial por Dwight D. Eisenhower– habilitado como bar. Donde los clientes, aparte de disfrutar de un buen cóctel, también pueden visitar y fotografiar la cabina del piloto. Un sinfín de ventajas que nos recuerdan que cualquier tiempo pasado fue mejor.
*Artículo original aparecido en el número 38 de Mine. Descarga la edición digital interactiva para iOS o Android o el PDF de #Mine38.