Si de pequeño no prestabas mucha atención en tus clases de ciencia y ‘Érase una vez… el cuerpo humano’ no te llamaba demasiado la atención, ahora tienes la oportunidad de saciar toda tu curiosidad con cuestiones algo más adultas. Quieres saber ¿por qué el alcohol te da bajona?; ¿por qué el frío puede constiparte o no?; ¿por qué narices nos toca envejecer? Hemos querido aclarar estas dudas tan mundanas que nos han asaltado a todos alguna vez y para ello hemos contado con la biomédica y youtuber Sandra Ortonobes, que a través de su canal La Hiperactina, explica con rigor científico y mucho sentido del humor varias de estas cuestiones biomédicas.
Tras su éxito en Youtube, recientemente ha traslado en un libro, ‘‘¿Qué puede salir mal?: Cómo sobrevivir a un mundo que intenta matarte‘, todas las respuestas a muchas de las preguntas más curiosas sobre nuestro organismo. Si alguna vez te has planteado cuánto dura un porro en tu organismo, qué tiene el gluten que a tantos nos aborrece, cómo surge el cáncer y otras tantas dudas sobre cómo funciona y se destruye el cuerpo, aquí van 9 preguntas sobre el cuerpo humano que alguna vez te has hecho y no te atreviste a hacer en voz alta
¿Cuántos riesgos y peligros superamos a diario?
Nuestro sistema inmunológico es un superhéroe. Y si no te lo crees deberías saber todos los enemigos que nuestro cuerpo debe enfrentar a diario y de los que, gracias a él, ni nos enteramos. “A diario nos enfrentamos a un montón de riesgos y peligros. Desde mutaciones genéticas, sustancias tóxicas, ataques de microorganismos como virus y bacterias y todo tipo de enfermedades”, explica la biomédica y youtuber. Y es que desde los alimentos que consumimos hasta el aire que respiramos puede estar cargado de múltiples virus y bacterias nocivos pero que nuestras defensas logran aplacar antes de que nos causen daños o suframos sus síntomas.
Es la biomedicina la que se encarga de estudiar a todos estos organismos nocivos. “Es lo que me parece más interesante de la biomedicina. Que nos explique cómo funciona nuestro propio cuerpo, tanto cuando funciona bien (por qué respiramos, por qué comemos, cómo funcionan las neuronas, cómo se contrae un músculo) como cuando se produce un enfermedad (el origen de las enfermedades, qué las causa y cómo podemos tratarlas)”, añade.
¿Por qué nos emborrachamos?
Te habrás pillado más de una cogorza, pero seguro que no sabes cómo llegas a semejante estado tras un par de copas ni a qué viene eso de que el alcohol es una sustancia depresiva. Pues tiene que ver con el efecto que causa en las neuronas y cómo ralentiza su comunicación. “En el cerebro, cada neurona se comunica con muchas otras y esta información se transfiere a través de unas moléculas llamadas neurotransmisores, que libera una neurona y se unen a los receptores específicos de la siguiente neurona. Pues bien, uno de los efectos más potentes del alcohol es que reduce el ritmo de la actividad cerebral”, aclara. Es decir, cuando bebes, se ralentiza toda esta comunicación neuronal.
Además, lejos de lo que se suele pensar, el alcohol no te desinhibe. “El alcohol reduce la acción del receptor NMDA que tiene efecto excitatorio en el cerebro e incrementa la actividad de los receptores del neurotransmisor GABA, que tiene efectos inhibitorios”, afirma la científica. Vamos, que disminuye tu excitación y crece tu inhibición, pero libera dopamina que da sensación de placer y, a la vez, hace que la serotonina, la hormana de la felicidad, se quede más tiempo en la sinapsis entre neuronas prolongando más rato su efecto.
¿La marihuana tiene más riesgos o beneficios?
Puede que socialmente no esté tan condenada como otras drogas, véase la cocaína o la heroína, ni que cause tantos estragos (o al menos de forma tan inmediata y perceptible) como otras sustancias. Pero no te engañes, la hierba es una droga y como tal tiene más efectos nocivos que beneficiosos y conlleva unas consecuencias comunes al resto de drogas. “Al consumir cannabis, se libera dopamina en nuestro cerebro, el neurotransmisor implicado en la adicción. Por eso, al igual que otras drogas, el consumo repetido de cannabis puede producir adicción además de tolerancia a sus efectos”, recalca. Es decir, que al liberar dopamina y causar placer nos acabamos enganchando a esta sensación y necesitando cada vez más dosis para experimentar el mismo efecto. “Además, el consumo de cannabis se asocia a una serie efectos perjudiciales a corto y largo plazo en el sistema respiratorio y cardiovascular, además de alteraciones cognitivas, trastornos del humor y psicóticos como la esquizofrenia”, cuenta la youtuber y biomédica.
Y en cuanto a su supuesto uso medicinal es algo controvertido y sobre lo que todavía hay mucho debate. “El uso terapéutico del cannabis se centra principalmente en el tratamiento de dos cosas: las náuseas y vómitos causadas por la quimioterapia y el dolor neuropático, es decir, el dolor producido por nervios dañados, como el que ocurre en enfermedades como la esclerosis múltiple. Aún así, que la evidencia respecto a su efectividad o a que sean mejor que los medicamentos existentes es más bien baja”, añade Sandra Ortonobes. Así que ya lo sabes.
¿El frío resfría?
Era la típico que decían nuestras madres y abuelas, y jamás podías salir de casa sin varias capas de ropa para evitar pillar un constipado. Luego, claro, creces y descubres que todo esto del frío era un cuento de niños y que un catarro lo causan los virus, los microorganismos malos malísimos por excelencia. Pero va a ser que no y parece que tus abuelas iban a tener parte de razón y el frío sí que contribuye a coger un resfriado, aunque sea de forma indirecta. “Hay unos factores relacionados con el frío que sí pueden contribuir. Por ejemplo, en invierno tendemos a pasar más tiempo en lugares cerrados y con poca ventilación donde los virus lo tienen más fácil para propagarse. Otro factor que se cree que contribuye es el uso de la calefacción que reduce la humedad del ambiente y reseca nuestras mucosas nasales”, señala. Y claro, si estamos en un espacio cerrado donde pululan los virus a sus anchas y encima se nos resecan las mucosas que son las encargadas de protegernos de los virus, caer enfermo es pan comido.
Además, hay una gran cantidad de virus diferentes que pueden causar lo que conocemos como resfriado. “El resfriado común es una infección leve que está causada, mayoritariamente, por un rinovirus. En cambio la gripe es una infección más grave que está causada por un influenzavirus que es un poco más chungo que el anterior ya que suele llevar más complicaciones a nivel clínico”, comenta.
¿Gluten free sin ser celíaco?
Seguro que has oído en más de una ocasión sobre los beneficios de la vida sin gluten. Pero lo cierto es que no hay ninguna evidencia que avale seguir esta dieta sin ser celíaco, es decir, intolerante al gluten. “Una dieta sin gluten no es necesariamente más saludable, y si no eres celíaco ni presentas ningún tipo de sensibilidad al gluten, esta dieta es innecesaria y más cara”, defiende. Y todos esos supuestos beneficios ligados al gluten free pueden deberse a eliminar alimentos muy poco recomendables asociados al gluten. “Hay que tener en cuenta que hay gente que cuando deja de tomar gluten deja de tomar todos aquellos alimentos ultraprocesados tipo galletas, bollería industrial, palmeritas… que llevan harinas refinadas, almidones, y que no son precisamente saludables. En estos casos, evidentemente al dejar de consumir estos alimentos os vais a sentir mejor y más ligeros, pero no dejar de comer gluten, sino por dejar de comer todo esto en su conjunto”, señala.
Pero lo que puede no ser tan bueno es cambiar los productos con gluten por todos esos que, más por marketing que otra cosa, se hacen sin él. “Estos productos, pongamos por ejemplo el pan sin gluten, suelen contener más azúcares añadidos, grasas y sal y menos fibra que el pan tradicional, ya que lo que se intenta es “imitar”, por cierto de forma fallida, la textura clásica del pan que confiere el gluten. Además, estos productos son más caros y tienen un sabor y textura peores”, critica.
¿Por qué envejecemos?
La respuesta más manida a esta eterna pregunta es que ley de vida, pero cuál es la respuesta científica. “Entendemos por envejecimiento la pérdida progresiva del funcionamiento correcto de nuestras células, que conlleva un aumento del riesgo de contraer enfermedades y cuya causa general es la acumulación de daños en la célula a lo largo del tiempo”, resume. Pero este daño celular es muy complejo y no hay una única respuesta para la pregunta de por qué envejecemos. “Probablemente la causa más estudiada o conocida sea la de los telómeros, unas secuencias especiales de ADN que hay en los extremos de los cromosomas y que protegen a nuestro ADN, pero con el tiempo se acortan”, indica. “Funcionan como un reloj biológico: la longitud de los telómeros determinaría de algún modo la esperanza de vida. A medida que envejecemos, llega un punto crítico en el que son tan cortos que se pone en peligro la integridad del ADN. Y esto es un problema, porque puede provocar alteraciones genéticas que den lugar a células cancerosas”.
Pero nuestro cuerpo, que es muy sabio, intenta evitar esto a toda costa con la llamada senescencia celular. “Se trata de un estado “durmiente” permanente en el que entra la célula cuando se produce un daño grave, por ejemplo cuando los telómeros se vuelven peligrosamente cortos o cuando se acumulan demasiadas lesiones en el ADN. Con la edad, la renovación de los tejidos se vuelve más ineficiente porque se acumulan cada vez más células senescentes, con lo que el tejido envejece. Es por eso que la pérdida de telómeros y la senescencia celular son dos factores clave del envejecimiento”, aclara.
¿Por qué tenemos cáncer?; ¿una ETS puede provocarlo?
Se trata de uno de los grandes males de nuestro tiempo y la palabra que más de uno tememos. Aunque es influido por los hábitos de vida y la predisposición genética, puede asociarse al puro azar. “Un cáncer se produce por una división descontrolada de células que, de algún modo, se las apañan para escapar a los mecanismos de control de nuestro cuerpo. La causa es la mutación de los genes que regulan la proliferación de las células: al estar mutados, no pueden cumplir su función y la proliferación se desregula”, explica Ortonobes. En resumen, que al descodificarse nuestros genes se pierde la regulación y el equilibrio que había entre células nuevas y muerte celular. Pero, ¿por qué se produce esta mutación que desconfigura nuestros genes? “Hay factores exógenos como la radiación ultravioleta que recibimos del sol o componentes cancerígenos como los del tabaco o el alcohol. No obstante, dentro de la propia célula también se producen mutaciones debido a factores endógenos. Pero, además de estos factores, también es importante la predisposición genética”.
Además, el virus del papiloma humano puede causar ciertos tipos de cáncer. “Esto es así porque el VPH contiene unas proteínas que estimulan el crecimiento de las células, de modo que cuando el virus las infecta, éstas comienzan a replicarse. Concretamente, este virus puede provocar cáncer de vulva, vagina, ano y pene. Pero sin duda, el más común de ellos es el cáncer de cérvix: el VPH es el responsable ni más ni menos que del 90% de los casos”, lamenta.
¿Qué agentes extraños anidan en nuestro organismo?
Aunque te suene a chino y no sepas de qué va todo esto, alguna vez has tenido que oír la palabra. Y es que cada vez se habla más de la microbiota, del intestino y de la importancia que este universo bacteriano tiene para nuestra salud. “En nuestro tracto gastrointestinal viven un conjunto de microorganismos conocidos como microbiota intestinal que viven en unas condiciones de equilibrio que si son alteradas puede dar lugar a un estado de enfermedad física y, tal vez, mental”, apunta. “Son mayoritariamente bacterias aunque también encontramos otros microorganismos como hongos y levaduras. Se estima que el número total de estos organismos en nuestro cuerpo es de más de 100 billones lo que lo sitúa 10 veces por encima del número de células, aunque un estudio de 2016 sugirió que el número de células bacterianas y humanas era bastante similar. Estos microorganismos empiezan a colonizar nuestro intestino desde que nacemos y se va colonizando a medida que crecemos con una microbiota característica y única”, añade.
Pero, si son bacterias y hongos ¿por qué nuestro cuerpo no lucha contra ellos y los elimina? Pues porque, a grandes rasgos, establecen una relación de simbiosis y mientras que nosotros les damos un entorno húmedo y alimento constante, estos microorganismos nos aportan muchos beneficios como ayudarnos en la digestión o intervenir en el desarrollo del sistema inmune.
¿Por qué nos ponemos morenos?
Lo más deseado por la gran mayoría en estas fechas es tostarse al sol para ver cómo te queda el bronceado caribeño. Pero, ¿qué mecanismos logran que la luz solar acabe transformando el color de nuestra piel? Pues en primer lugar tiene que ver con la radiación que emite el astro rey. “El sol emite varios tipos de radiación. Por un parte, emite luz visible para el ojo humano. Aunque también emite otras radiaciones que no vemos como la radiación infrarroja, de muy baja energía y no dañina. Pero la cosa cambia cuando hablamos de radiación ultravioleta que es invisible al ojo humano y ya no es tan inocua. Dentro de estos hay varios tipos, los UVA, los UVB y los UVC, que son bloqueados por la capa de ozono”, explica.
Pero para entender cómo estos rayos UVA y UVB oscurecen nuestra piel hay que centrarse en la capa más superficial de esta, la epidermis, y en concreto en las células más abundantes en ella que son los queratinocitos. “Además de formar una barrera contra el exterior, los queratinocitos acumulan pigmentos de una sustancia llamada melanina que se produce en los melanocitos y cuya función es impedir que los rayos ultravioleta penetren en la piel y la dañen”, aclara. Aunque el proceso es mucho más largo y complejo, se podría resumir diciendo que ese moreno que coges no es ni más ni menos que un mecanismo que usa tu piel para protegerse de los daños que la radiación ultravioleta le provoca.