Vega: “Me cansé de salvar la cara a una industria musical muy ingrata”

La cantante Vega dejó las grandes multinacionales para montar su sello propio y volar por libre. Ahora presenta 'Mirlo Blanco', su disco más reivindicativo.

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Da igual que llueva o truene, que la industria musical quisiera desplumarla o que las fuerzas, a veces, no acompañen. Vega (Córdoba, 1979) no deja de volar ni cantar cueste lo que cueste. Y es que la cantante que conocimos en ‘Operación Triunfo 2002’ es una mujer sin pelos en la lengua y que no se doblega ante nadie. Dejó las grandes discográficas al no casar con su forma de hacer y se montó su propio sello, La Madriguera Records, como un refugio para sobrevivir en el subsuelo de la música independiente. Ahora lanza ‘Mirlo blanco’, sin duda, su disco más social y protesta con el que viene dispuesta a que todos oigan su trino.

Este disco viene después de tu último proyecto ‘Diario de una noche en Madrid’, un disco libro que salió a la luz justo antes de que todo parase, ¿sin ese parón ‘Mirlo blanco’ habría salido?
Habría habido un disco, pero no sé si tan pronto. Tampoco es un disco que esté escrito con la pretensión de serlo. Empecé a escribir canciones y un día me paré y me di cuenta de que tenía un disco entre las manos con buenas canciones para hacerlo, sobre todo, con ese grado de autoexigencia que tengo de que los discos sean completos. Si soy una artista que apuesta por el formato disco y no single, el disco tiene que tener una coherencia y estar bien armado.

‘Mirlo Blanco’ es un disco que está copado de mensajes muy personales y desgarradores. ¿Qué ha supuesto para ti este viaje de 12 canciones?
Es un disco que tiene crudeza y empatía a partes iguales pero, sobre todo, es un disco muy honesto porque no hay ningún filtro ni ningún escudo puesto a la hora de hablar de ninguna temática en general ya sea de amor, desamor o sociales. Al no haber ese escudo hay momentos sobre todo en la grabación que, al ser un disco grabado en directo, hubo ratos en los que me quebré y están ahí. Para lo bueno y lo malo, es un disco que emociona, alegra, se convierte en un compañero de viaje.

Esta pandemia que parece que nunca acaba está dejando secuelas más allá de las físicas. ¿Cómo te ha afectado a ti?
Honestamente, estoy que no puedo más de pandemia, imagino que como cualquiera de nosotros. Estamos en un hastío que vivo con mucha prudencia y responsabilidad, eso sí, porque tengo una niña pequeña y a mi alrededor gente que sigue siendo de riesgo. Tengo la mala suerte de haber vivido una pandemia con muchas pérdidas de gente muy querida y, entonces, tengo ese hastío mezclado con el miedo y la incertidumbre de si esto se va a acabar o es la nueva dinámica. Ojalá lleven razón esas corrientes que dicen que esto se va a convertir en una gripe porque lo contrario sería vivir en una pandemia constante y no sé si psicológicamente sería capaz de soportar esto mucho más tiempo.

“Una de mis grandes penas cuando estaba en alguna multinacional era preguntarles para qué sacáis un disco mío, si no vais a hacer nada con él”

Los artistas tenéis que lidiar con mucha inestabilidad económica y entre disco y disco o giras (cuando hay), las facturas se tienen que seguir pagando. Tras 20 años de carrera, ¿cómo logras lidiar con este vaivén?
En mi caso en concreto encima no hay ni siquiera un sello, ya sea grande o pequeño, que esté detrás para echar un cable. En mi caso es todo autofinanciación y esas financiaciones venían, normalmente, de las giras previas de los discos anteriores. Y, bueno, la de ‘Diario de una noche en Madrid’ se canceló y, obviamente, gasté todos los recursos en hacer ese libro con 60 páginas, doble CD, la realización y todo lo demás.

¿Es complicado sacar cada disco?
Para mí es muy complicado, aunque tengo la suerte de tener un público muy, muy fiel que responde siempre muy bien a mis discos, los compran y tener esa respuesta ayuda a pagar las facturas porque soy una artista que puedo decir con mucho orgullo que sí. El disco es una excusa con la que salimos a tocar en público, pero en mi caso es una parte para sostener mi proyecto. Si no vendiese los discos que vendo, sería muy complicado para mí volver a hacer un disco.

En el disco también encontramos temas muy reivindicativos como Un golpe o ¡Ladra!, ¿cómo ves el mundo actual? ¿Qué te gustaría cambiar y qué te afecta a nivel personal?
De la sociedad actual me quedo con la gente que se revela contra ella. Me quedo con los que luchan por cambiarla porque la sociedad como tal, cómo funciona, la detesto bastante. Creo que vivimos en una sociedad poco empática, poco comunitaria, donde los valores están en un segundo plano y la empatía es algo de lo que adolece. Es una sociedad demasiado individualista en el sentido peor que se le pueda dar. Yo que soy una persona que trabajo rodeada de una equipo muy pequeño y que, entre comillas, voy sola por la vida con mi propio sello, pongo mucho en valor el sentido de la comunidad, de formar parte de una sociedad y me da mucha pena cuando la gente se empeña en tener una vida individualista donde los demás no importan. Me enfada mucho y eso se refleja dentro del disco.

Como algo bastante anacrónico, también has grabado este disco en cassette. ¿Por qué esta apuesta por lo analógico? ¿Hay mercado en España para ello?
No sé si hay mercado o no. Yo siempre digo que intento morir de coherencia hasta el último minuto y, como es un disco que se ha grabado en directo en cinta analógica, tiene ese sabor y realidad de un directo. Entonces, si es un disco que está grabado en cinta, ¿cómo no voy a sacarlo en cinta? Es una parte de nostalgia y de coherencia con la forma en la que se graba el disco. No sé si tiene un público muy amplio o no, pero te diré que tengo amigos y mi padre tiene un coche que funciona solo con cinta. De hecho, me planteé sacar hasta un walkman pero no encontré la calidad de los 80, de cuando yo tenía uno.

Con la industria en contra

Los mirlos son las únicas aves que no copian sonidos de la naturaleza y crean su propio trino y tú creaste tu propio sello discográfico. ¿La Madriguera Records era una forma de volar libre?
Honestamente, cuando monté La Madriguera Records lo monté con ese sueño, pero luego me di cuenta, al poquito de sacar ‘Wolverines’, que si no lo hubiera hecho, hubiera desaparecido. Artistas como yo, que tenemos muy claro qué queremos hacer y de qué manera hacerlo y llegar al público, es algo que difícilmente casaba con la burocracia y la forma de hacer de las multinacionales. Y bueno, también es un arma de doble filo. Te deja volar libre pero, muchas veces, te hace volar raso y te tira abajo porque no tienes el músculo que tiene una gran discográfica para poder hacer todo lo que anhelas. ¿Qué hago en mi caso? Volcar todo lo que genero como artista en mi carrera, o sea, más fe que tengo yo en mí misma, creo que poca gente puede tener.

¿Corres muchos riesgos?
Lo hago convencida. Quizás porque, siempre una de mis grandes penas cuando estaba en alguna multinacional era preguntarles para qué sacáis un disco mío, si no vais a hacer nada con él. Entonces, me di cuenta de que si yo eso se lo exigía a un tercero, me lo tenía que exigir a mí misma y no podía ir con miedo. Tenía que correr riesgos y la verdad es que quien me ha permitido correr esos riesgos es el público que secundó cada paso que di.

¿Has volado tan alto como te gustaría en estos 18 años de carrera?
He volado lo que quería, no sé si alto o bajo. No entran esos varemos en mi cabeza. Para mí, volar alto es que una canción mía perdure. Siempre digo que mi mayor anhelo es que una canción mía me sobreviva y que cuando pasen muchos años y no exista Vega, haya alguien que recuerde una canción de Vega. Y, en ese sentido, creo que muchas de mis canciones ya forman parte de la banda sonora de muchos y, por lo tanto, forman parte de sus historias de vida y acabarán siendo la canción que próximas generaciones dirán que es la canción que escuchaban su padre o su abuelo.

“Siendo mujer, artista e independiente en una industria como la que tenemos aquí es cuanto menos complicado, por no ser bastante más cruda”

¿Y hay lugares donde no alcanzó el vuelo?
He volado, sobre todo, donde he querido, pero hay otras puertas que se cierran que las he intentado y no acaban de funcionar, sabe Dios por qué. Guardo espacio a que no tienes que gustarle a todo el mundo, ¿no? Pero también es verdad que siendo mujer, artista e independiente en una industria como la que tenemos aquí es cuanto menos complicado, por no ser bastante más cruda.

Te he escuchado decir en una entrevista que “puedes llegar a ser una artista incómoda para la industria”. ¿A qué te refieres con ser incómoda? ¿Y cómo de incómoda ha sido la industria musical contigo?
La industria conmigo ha sido terriblemente incómoda y no tengo ningún problema en decirlo porque he tenido que decir que no a muchas cosas súper convencida. Se presuponía que al tener una cara bonita, por decirlo de alguna forma, va asociado a que si quieres cantar cosas, esa cara bonita hay que ponerla encima de la mesa de alguna forma no voluntaria y a eso me negué siempre. También me negué a tocar en sitios donde no han puesto en valor mi currículum ni mi trayectoria, sobre todo porque, al no hacerlo, no estaban poniendo en valor a la gente que trabaja conmigo y tiene que cobrar un sueldo digno y alimentar a sus familias. Yo no puedo ir a tocar a los sitios a pérdidas, no puedo ir a tocar porque el nombre de Vega llena pero no se paga. Sí que me arrancaron las plumas muchas veces. Y yo soy incómoda porque lo digo y me cansé de tener que salvar la cara a una industria, a veces, muy ingrata.

Hablemos de los problemas mentales

En Bipolar haces público el trastorno que padeces. Dices que fue el último tema que escribiste del disco, ¿fue el que más te costó sacar por la confesión que suponía?
Me costó una parte en la que me echaron una mano mi hija y mi sobrina porque yo tenía muy clara la estructura y quería representar esos estados anímicos en la musicalidad de la canción, pero en la letra me costaba. Cuando la escribí quería hablar de esa falta de estabilidad emocional que te permite hacer muchas cosas. Me costaba porque me echaba llorar a mares mientras la escribía y ellas, de repente, me dieron un camino de luz hacia dónde tenía que ir la canción. Fue muy bonito, la disfruto.

Ahora que la canción está al alcance de todos, ¿te sientes sobreexpuesta? 
Es cierto que cuando hago las entrevistas y la canción ve la luz es cuando sufro esa sobreexposición. Obviamente, a veces, me aturullo y pienso: “el foco es intentar que sea la canción que, salvo por el título, en su letra es tremendamente abierta a todas esas pluralidades de casos y gente que se pueda sentir mal. La salud mental no es algo que solo tenga una parte de la población muy pequeña, sino que es algo que sufre mucha gente. Era consciente que para respaldar una canción así tenía que hacerlo en primera persona.

“Nosotros podemos ser nuestro peor enemigo porque tú te pones las trabas, tu cabeza te condiciona muchas veces y te provoca un bucle de tristeza que no se corresponde con lo que estás viviendo a tu alrededor”

En este tema escribes y cantas: “Lograré encontrar un lugar para las dos donde pueda convivir con mi peor versión”. ¿A día de hoy esa convivencia en qué punto está?
Esa canción la escribo una vez que estoy recuperada ya, es imposible escribir una canción así en ese momento de bajón. Muy a menudo digo que, a veces, nosotros podemos ser nuestro peor enemigo porque tú te pones las trabas, tu cabeza te condiciona muchas veces y te provoca un bucle de tristeza que no se corresponde con lo que estás viviendo a tu alrededor. Yo lo logré yendo a un profesional para que me diera las herramientas para poder hacerlo. Encontré un lugar donde mi parte vitalista, fuerte y luchadora sabe controlar a mi parte más derrotista y contenerla explicándole que es lícito que se encuentre mal. Así, logré llegar a convivir con mi peor versión, con esa versión que tiraba de mí para abajo.

¿Temes que vuelva a tomar el control esa peor parte?
Lo logré ahora, pero habrá otros momentos de mi vida en los que me vuelva a costar trabajo y en eso consiste la salud mental. Esto es como una montaña rusa, a veces estás arriba y otras, abajo. Lo importante es saber y tener las herramientas para reconocértelo y aprender a autogestionarlo. Es que es un tema muy serio.

Es como hay que tratarlo y, de hecho, muchos usan el término bipolar como insulto o para calificar actitudes que no deberían ser tachadas así. ¿Cómo se sufre la bipolaridad?
Ese es uno de los cientos de miles de males endémicos que tiene esta sociedad. Estar anclada cómodamente en la descalificación del que tienes en frente en vez de escucharlo y creo que tener opiniones dispares no significa que una de las dos sea mala, simplemente, son distintas. Que se utilice bipolar como insulto puedes imaginarte, siendo una persona bipolar, lo que me puede parecer. Es tomar de una forma muy baladí algo que hace sufrir a mucha gente. Es mucho más fácil establecer la empatía como vía de comunicación donde expresar las diferencias. De eso habla mi canción ¡Ladra!

El tema Txoria txori, que en vasco significa ‘El pájaro pájaro es’, es una metáfora de cómo a veces queremos tanto a alguien y sin querer lo acabamos cambiando y luego nos sentimos culpables…
Sí, realmente, yo la primera vez que lo escuché no tenía ni idea de qué significaba porque no sé euskera, pero me enamoró el cántico y busqué y encontré el poema de Joxean Artze y cuando vi esa metáfora con el pájaro supe que tenía que abrir mi disco de alguna manera. Me sentía completamente representada en el sentido de que si amas a alguien como es, no le puedes cortar lo que es para hacerlo tuyo. O quieres a esa persona tal y cómo es o, al cambiarla, va a dejar de ser esa persona.

Esto da que pensar… ¿Has querido ser cambiada y has querido cambiar a alguien?
No, nunca he sentido que me querían cambiar, entre otras cosas porque soy tremendamente jodida de cambiar. Gracias a Dios, tengo a un equipo y a mi familia detrás que, cuando me equivoco, me lo dicen y no tengo ningún problema en rectificar. Y tampoco he intentado cambiar a nadie, he podido darle otro punto de vista, siempre respetando lo que dice el otro.

 

Fotos: Carlos Álvarez Martín