Si alguien te nombra el nombre de Jason, seguramente te venga de golpe la imagen de una máscara de hockey, un bosque oscuro y un montón de jóvenes imprudentes y alocados muriendo. ‘Viernes 13’ (Sean S. Cunningham, 1980) caló muy hondo en el imaginario colectivo y desde sus inicios se convirtió en todo un referente del terror.
Este año año cumple cuatro décadas y, para más inri, este viernes cae en día 13. Toda una efeméride que bien merece un homenaje en forma de proyección a lo grande. Y es lo que han pensado desde cines Yelmo, que este viernes proyectará en sus salas esta cinta de culto de los años 80. Así, las pantallas de los cines de Madrid, Valencia, Sevilla, La Coruña y Málaga se teñirán de sangre para arrancarte más de un grito.
Para que vayas abriendo boca (de los sustos) te enumeramos una serie de razones que hacen de este clásico un icono irrepetible del cine de terror.
Pionera en su género
Ya habían otras películas como ‘La matanza de Texas’ o ‘Halloween’, cuyo éxito motivó el rodaje de este otro clásico. Pero ‘Viernes 13’ fue una revolución que ayudó a definir el terror moderno, en concreto, el género del slasher, que aún estaba en sus comienzos. Pese a no ser tan sangrienta como ‘La matanza de Texas’ o tan cuidada y sarcástica como luego sería ‘Pesadilla en Elm Street’, la cinta es un referente para el género y trajo muchas propuestas interesantes como la icónica melodía que nos pone los pelos de punta o poner al espectador desde el plano subjetivo del asesino que acecha a unos jóvenes un tanto inconscientes. De hecho, la película consigue que llegues a empatizar con el propio asesino cuando al final se descubre quién es y el sufrimiento que le ha llevado a perder el juicio.
Terror sencillo pero efectista
Seguramente, uno de los puntos fuertes de la cinta es que logra aterrar de una manera visceral y muy básica. La historia es muy plana y trata sobre unos jóvenes en mitad de un campamento que van muriendo uno a uno a manos de un misterioso y sanguinario asesino armado con un machete. Vamos, la típica historia que se contaría alrededor de una hoguera para asustar a los más crédulos. Una historia sin demasiadas pretensiones y que tiene claro que su objetivo es asustar y crear una atmósfera propicia para arrancar más de un grito al espectador. Algo que logra sin problemas, ya que cumple su premisa de ser un entretenimiento sencillo de consumir y con buenas dosis de sobresaltos.
Triunfo con bajo presupuesto
Al ser una historia rompedora y de un género que estaba en auge, como era el terror slasher, la película contó apenas con unos 470.000 euros de presupuesto y llegó a recaudar cerca de 51 millones de euros. Pero no solo triunfó la cinta original, sino que los estudios decidieron invertir en ella y, a día de hoy, se han lanzado doce películas, una serie de televisión, videojuegos y un sinfín de merchandising vinculado a la película. Con estas cifras no es extraño que se sitúe en el podio de franquicias de terror más rentables de la historia y que más cintas se han proyectado en los cines.
Nivel de gore in crescendo
La cinta no escatima en muertes salvajes, violentas y de lo más variadas, algo que cualquier amante del terror agradece. La primera entrega puede que sea la más light, si consideramos que ver morir a Kevin Bacon con una flecha en su garganta y tragándose su propia sangre es algo descafeinado, claro. Pero, a partir de la original, las muertes son cada vez más grotescas y sangrientas. En total, en las cintas han muerto más de 200 personas entre machetazos, estrangulamientos, empalamientos, disparos y apuñalamientos.
Jason Voorhess es el asesino más sanguinario de todos los villanos del terror, habiendo acabado con más personas que Chucky, Cara de cuero o Michael Myers. De todas ellas, nos quedamos con el momento de la tercera entrega en el que parte por la mitad a un joven que hace el pino. En serio, pocas cosas más horribles y viscerales verás en la gran pantalla.
Su reboot mantiene la esencia
Los reboots y los remakes son el gran fallo del cine de terror. Pero en el caso de ‘Viernes 13’, podemos decir que están bastante a la altura. La cinta de 2019 dirigida por Marcus Nispel tiene una ambientación excelente y consigue hacerte entrar en la terrorífica atmósfera propia del campamento Crystal Lake. Aunque en ciertos momentos tiende a las tentaciones revisionistas y reflexionar sobre la naturaleza del mal, mantiene su sencillez natural y mugrienta como los fans del film se merecen.
Jason es todo un icono
Obviamente, en el Olimpo de los monstruos del terror contemporáneo, Jason tiene un lugar de honor. Su máscara de hockey es ya todo un icono y no hay fiesta de Halloween en la que alguien no haga una referencia al sanguinario deforme. Pese a no ser tan locuaz ni sarcástico como Freddy Krueger ni tener el humor negro del frustrado Chucky, Jason es el asesino más rápido, efectivo y salvaje. Una máquina de masacrar que todo amante del gore debe idolatrar. Él está libre de un pasado, más allá de que fue un niño que murió ahogado por la mala praxis de unos cuidadores. Pero, además, también está libre de la policía o de unos padres preocupados, ya que él mata en el bosque, en plena naturaleza y de una forma sin sentido, sin estilo propio y usando la improvisación y la sed de sangre como su único leitmotiv.
Final inesperado (¡Alerta spoiler!)
Ojo, si a estas alturas no has visto esta joya del terror, no leas este punto porque viene spoiler. Esta fue la primera película de slasher en la que una mujer es la asesina. No, Jason no es el asesino en la primera cinta por mucho que su nombre se escuche repetidamente y su espeluznante leyenda flote en el ambiente. Así que, para que no te ocurra como al personaje de Drew Barrimore en ‘Scream’, si Gosthface te pregunta por el asesino recuerda siempre que es la madre de Jason, Pamela Voorhess.
Sí, la cándida y amable señora que atiende a los jóvenes durante toda la cinta se descubre al final como una sádica y perturbada mujer que busca justicia para su hijo ahogado. Sin duda, la película consiguió transformar por completo la imagen inocente de una entrañable señora estadounidense con jersey de punto azul cielo y su pelo de confección arquitectónica a base de laca. Y por eso nos encanta Jason, pero mucho más su madre.