Una estancia con vistas al mar
La oferta hotelera de la ciudad vasca ha aumentado exponencialmente. De entre todas las aperturas recientes, podríamos destacar el Lasala Plaza Hotel. Este nuevo art-hotel rinde tributo a los principales museos de la ciudad y ofrece una vista inmejorable de la Bahía de La Concha –con piscina en el roof incluida–. Su ubicación, además, es de las más privilegiadas: entre el puerto, la bahía y en pleno centro histórico. Y todo ello en un ambiente de tranquilidad que lo hace todavía más favorable. El edificio de 1917, pero reformado totalmente por el arquitecto Javier Zuribia, es un buen reflejo de la cultura marinera donostiarra. En cada planta se exponen fotos, esculturas y otras piezas artísticas en colaboración con museos emblemáticos como el Aquarium, el San Telmo o el Museo Naval. En cuanto a la gastronomía, Lasala ofrece, de la mano del reconocido chef Ander González, La Jarana Taberna que combina el arraigo con una estética vanguardista de la cocina clásica donostiarra. Que tu hotel tenga estas vistazas desde 260 euros la noche es, sin duda, todo un plus.
Un marco de película
Las buenas vistas no solo son un reclamo de los restaurantes y hoteles. Espacios culturales como Tabakalera aúnan arte contemporáneo y una panorámica indispensable de la ciudad vasca. Abierto en 2015, se ha convertido en uno de los centros artísticos más importantes de la urbe porque, además de organizar exposiciones, también fomenta la creación de obras y promueve diversas actividades artísticas. La proyección de películas contemporáneas, que no suelen ofrecerse en las salas convencionales, y los coloquios con artistas de diferentes campos son los puntos claves de su agenda. Aunque su plato fuerte y más reconocido es el Festival de Cine de San Sebastián que lleva varios años organizándose en sus instalaciones. También conviven otros proyectos como el Kutxa Kultur o el Instituto Vasco Etxepare para la difusión del euskera. A todo este ecosistema cultural se suma una ubicación privilegiada en la antigua tabacalera vasca en el Paseo del Duque de Mandas, muy cerca de la estación central.
En lo más alto
Y en este afán por descubrir San Sebastián a vista de pájaro, ¿por qué no pararse a comer en este restaurante con un mirador único? Ya solo por su exquisita bodega o su elaborada y atrevida carta a cargo del chef Pedro Subijana, el restaurante Akelarre sería un lugar de visita recomendada. Pero, si a ello le sumamos que está ubicado sobre el Monte Igueldo, se convierte ya en una parada obligatoria. Desde este macizo se pueden disfrutar del mar Cantábrico en toda su grandeza. El menú de este restaurante con tres estrellas Michelín es toda una oda al mar con una fuerte influencia cantábrica y gran protagonismo de los pescados y mariscos. Además, el local cuenta con un pequeño hotel y un centro wellness con sauna, piscina climatizada y una gran oferta de tratamientos para relajar la mente y el cuerpo. Y si, después de una buena comilona quieres descansar, puedes hacerlo en alguna de las tumbonas de su terraza o bien quemarlo todo en su gimnasio.
Desde el extremo
Si queremos buenas vistas, nada como alcanzar una buena cumbre. Desde el barrio de Gros hasta Pasajes se extiende el monte Ulía, que tiene una perspectiva increíble de la playa de Zurriola y del puerto de Pasajes. Su enclave es tan especial que durante varios siglos era habitual que diversos oteadores se situaran en los puntos más altos de este monte para avisar a los pescadores del avistamiento de ballenas. Y su riqueza de flora y fauna hizo que a comienzos del siglo XX se convirtiese en un lugar de recreo de la aristocracia donostiarra. En la actualidad es un parque natural protegido y una de las zonas de senderismo más importantes de la zona. De hecho, una de las rutas del camino de Santiago lo cruza de este a oeste.
Bajo el mar
El Aquarium de San Sebastián es uno de los lugares más visitados de la ciudad con 300.000 visitantes al año. A pocos minutos del centro de la ciudad, está situado en un lugar icónico como es el muelle de San Sebastián, junto a la Parte Vieja. En las dos plantas de este edificio, construido en 1928, encontramos un homenaje al patrimonio marítimo y marino de Gipuzkoa. Además de sus acuarios con más de 200 especies y su tunel de 360º, el museo expone el esqueleto de una ballena franca que deja boquiabiertos a más de uno. También se organizan distintas actividades como visitas a las antiguas pesquerías, exposiciones fotográficas o la posibilidad de pasar una noche entera bajo un manto de peces. Y cómo no, sus vistas también son dignas de admirar.