La violencia de México, retratada como nunca te habrías imaginado

Las fotos de Fernando Brito tienen una extraña belleza que invita a contemplar pese a su crudeza. Así es su trabajo, una bofetada de realidad.

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México es el segundo país con más violencia del mundo, superado solo por Siria. El año pasado se denunciaron 26.000 asesinatos. En medio de este sangriento panorama, el fotoperiodista Fernando Brito consigue crear arte como forma de denuncia. Aquí va una selección de su trabajo comentado por él:

Antes de que el sol nos abandonara

“Como cualquier otro día, estábamos trabajando en la oficina del periódico El Debate cuando recibimos el aviso de un muerto, en dirección a la carretera de Culiacancito. Cogí mis cosas, el Sol estaba ocultándose tras el horizonte y no sabíamos exactamente dónde ir. Siempre es cosa del azar encontrar con exactitud los cuerpos entre la maleza, las veredas y los caminos más insospechados. Transitar por zonas sin pavimentar no es tan fácil a la hora de conseguir información. Algunas veces nos tenemos que fijar en las huellas para saber si han pasado coches, otras veces es suerte. Al final, acabamos en un canal de riego. Ya estábamos en el lugar del aviso, pero no había ni una señal de policías ni tampoco del cadáver. Mis compañeros y yo llegamos a pensar que nos habíamos equivocado cuando, de repente, uno de nuestros colegas vio la silueta de una persona en el canal. Ese hecho lo recuerdo como algo muy raro, algo que nunca me había pasado. No había autoridades, lo que me daba aún más miedo, y el atardecer avanzaba. Intenté sacar algunas imágenes para mi serie y logré varias. También tenía que hacer una foto para el periódico en la que saliera gente viva, así que, cuando mi colega ‘El Pepis’ estaba realizando su toma, le saqué una foto y ésa fue la que se publicó. Recuerdo muy bien la sensación de miedo que me recorría el cuerpo, aunque estuvimos muy poco tiempo y nos retiramos antes de que se fuera la luz por completo”.

El tigre en llamas

“Cuando nos llegó el aviso de este triple asesinato, recuerdo que aún no había salido el Sol y que esa mañana yo seguía con los estragos de la noche anterior. Sentía muchos nervios, quizá por no haber dormido bien o porque seguía bajo los influjos del alcohol. Iba rumbo a una comunidad llamada El Tigre, donde habían alertado de un comando armado con las camionetas marcadas con una “X” –símbolo del brazo armado del cartel de Sinaloa, grupo de los Ántrax–. Acudía al lugar solo, pero estaba en contacto con otros compañeros que también se estaban moviendo por la zona. Son carreteras que tienen algunos tramos muy rectos y la entrada al poblado se puede ver desde lejos. Vi movimiento antes de llegar. Había unas patrullas resguardando el lugar, como si fuera un anuncio de advertencia. Fue algo muy fuerte ver esos cuerpos semidesnudos atravesados por flechas, como si fueran tres réplicas de San Sebastián. El Sol ya se asomaba y los cadáveres seguían en la sombra gracias a una pared de arbustos. Estaba nervioso y asustado porque los familiares estaban presentes. Siempre he pensado que las cámaras son demasiado invasivas y morbosas. Es muy complejo explicarle a una persona con dolor la necesidad de documentar lo que pasa, así que lo más sencillo es hacer muy pocas fotos. Así muestro mi respeto a la familia”.

Juventud perdida

“Los avisos de asesinatos se suelen dar a primera hora de la mañana, pero eso no quiere decir que acaben de pasar. A veces se producen por la noche pero no se denuncian hasta el amanecer. Por esa razón, la mayoría de mis fotografías están hechas bajo una luz matutina que es muy difícil ignorar. Cuando denunciaron la desaparición de este joven, fue hallado en las inmediaciones de la ciudad de Culiacán (en la imagen se puede apreciar una subestación eléctrica al fondo). Lo que me cautivó fueron los colores que se combinaban en la imagen, la luz que apenas rozaba las plantas que a la vez se aislaban… Quizá por eso la incluí en la serie. A decir verdad, produce mucha tristeza ver que las personas asesinadas sean tan jóvenes. En este caso, la gente pasaba haciendo ejercicio y se paraba a mirar. Mencionaban lo joven que era, pero como si estuvieran resignados a que siguiera pasando. Todo esto es una visión cotidiana. En tanto tiempo de cobertura, me he dado cuenta de que cada vez eran más jóvenes las personas que se presentaban ante mi cámara”.

Una escena de terror

“Ese día, antes de llegar a Navolato, donde habían encontrado a tres personas acribilladas, la neblina obligaba a bajar la velocidad. Más adelante, al borde de la carretera, se veían las luces preventivas de las patrullas. Llegué con la cámara guardada, preguntando si la familia se encontraba en el lugar para tratar de no ofender a nadie. Ver la escena de tres jóvenes semidesnudos, asesinados y con heridas visibles de balas, daba tristeza. Tenían alrededor de 18 años. Pobres padres que nunca se imaginaron ver a sus hijos así. Ves el dolor directamente en sus ojos, impotentes y sin poder creerlo. El padre de uno de ellos se encontraba allí. La imagen era como de terror, pero era la vida real. En mi plano había un árbol retorcido en el fondo y una neblina que no dejaba ver la ciudad a pesar de que ya había amanecido. Fue difícil lograr una foto, pero conseguir una imagen así para mi serie enriquece el trabajo y le da variedad para que no resulte repetitiva. Ahí es donde radica el mensaje, en lo repetitivos que se vuelven los asesinatos”.

Un golpe de realidad

“En Culiacán existe un canal de riego que se llama Canal 7 y recorre una parte de la capital de Sinaloa. A lo largo de esta zona, han denunciado tanto accidentes como asesinatos. En esa ocasión íbamos por el aviso de un cuerpo que había sido dejado a la orilla del canal. Se encontraba boca abajo, atado de los tobillos. Recuerdo que fueron de las primeras fotos de la serie. Intenté varios ángulos, aunque en realidad ni siquiera sabía lo que buscaba exactamente. Hasta el momento, es de mis fotos más tranquilas. La imagen fue galardonada en la Bienal del Centro de la Imagen de México. Cuando me tocó exponer mi serie ‘Tus pasos se perdieron con el paisaje’, estuvieron al lado del trabajo de Fernando Montiel Klint –otro fotógrafo mexicano–. Las personas podían pensar que eran fotos actuadas, planeadas o falsas. Ése es el problema cuando mi trabajo entra a las galerías de arte. Pero cuando se enteran de que son víctimas reales de la violencia en México, es como una bofetada”.

Salieron y nunca volvieron

“En realidad eran cinco personas asesinadas las que habían denunciado las autoridades, localizadas por la zona de Badiraguato. En esa ocasión estaba también allí Ioan Grillo, un compañero periodista que realizaba un reportaje para la BBC. El camino estaba lleno de curvas, mucho monte y hacía mucho calor. Al llegar al lugar, los agentes nos indicaron que los cuerpos pertenecían a unas personas que se encontraban en un velatorio y que habían salido a comprar cerveza. Pude captar con mi lente cuatro de los cuerpos. El otro se encontraba a unos metros de allí. Entonces escuché al personal de la funeraria y a otros compañeros reporteros decir: ‘Aquel parece que huyó, por eso está más retirado, lo mataron corriendo’. Para mí era sorprendente ver tantas personas sin vida, era la primera vez que estaba ante tantos asesinados. Yo seguía pensando en lo triste del evento: estar en un velatorio, salir a comprar bebida y luego celebrar cinco funerales más. Esa historia se ha repetido a lo largo de los años”.

*Puedes ver el reportaje completo en el número 35 de Mine. Pide tu ejemplar en papel en tienda.ploimedia.com o descarga la edición digital interactiva para iOS o Android. 

Foto y Texto: Fernando Brieto