La verdad sobre el mítico concierto de Queen que no te contó el biopic ‘Bohemian Rhapsody’

Soñador, atrevido, hedonista y extravagante. Freddie Mercury rompía moldes al pisar un escenario.

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Cada uno de sus espectáculos se convertía en un show. Pero aquella tarde del 13 de julio de 1985, Freddie Mercury (Zanzínar, 1943 – Londres, 1991) superó todas las expectativas. Aún no había anochecido en Londres y el estadio Wembley rebosaba excitación y euforia. Los grupos más emblemáticos de los años 70 y estrellas emergentes como Madonna se habían reunido en el Live Aid, un evento musical para combatir el hambre en Etiopía. Dos macroconciertos simultáneos en Londres y Filadelfia con una audiencia televisiva de 1.900 millones de espectadores y 74.000 asistentes que recaudó más de 40 millones de euros. Se vivió un evento descomunal sin precedentes.

El ambiente era el propicio y no sorprende que tuviera lugar el que muchos consideran el mejor concierto de todos los tiempos. Gran parte de ese mérito lo tuvo Queen. El grupo tenía reclamos como Bohemian Rhapsody o Don’t stop me now  y otros temas recién lanzados como Radio ga ga o I want to break free serían iconos ochenteros. Muchas de las glorias ya consagradas se presentaron sin ensayar nada, pero la banda británica llevaba una semana preparándose la actuación en el teatro Shaw de Londres.

Brian May, Roger Taylor, John Deacon y Freddie Mercury emergieron con una energía arrolladora, conscientes de que solo tenían veinte minutos para dejar boquiabiertos a los allí reunidos. Un público, entre los que se encontraba Diana de Gales, que estalla en vítores cuando el vocalista entona Bohemian Rhapsody. Conquistó a sus seguidores desde el primer minuto sin necesidad de ningún discurso ni dárselas de divo. El cantante, seguro y cercano, sacó la lengua, dio afectadas zancadas y lanzó algunos cánticos a capela. Hasta su vestuario ha quedado grabado en la imagen colectiva del rock. Mercury tenía 38 años y estaba más vivo que nunca enfundado en unos vaqueros Wrangler y una ceñida camiseta de tirantes.

Con tan solo seis temas, Queen supo sintetizar las claves de un concierto exitoso: baladas, momentos cañeros y estribillos para corear. Como colofón final un We are the champions que, efectivamente, los catapultaba al podio de los campeones indiscutibles. Tan solo dos años después de esta actuación a Mercury le sería diagnosticado el sida y fallecería en noviembre de 1991. Este dato biográfico es una de las grandes alteraciones biográficas que se ha permitido la aclamada y taquillera ‘Bohemian Rhasody’, el biopic protagonizado por Rami Malek que le ha granjeado un Globo de Oro como mejor actor, además de otro premio como mejor película de Drama. En el film se cuenta que Freddie hizo ese concierto siendo consciente de su enfermedad y se representa casi como una despedida con sus compañeros de banda. Pero la realidad fue otra.

Tras la muerte de Freddie se creó en nombre del cantante la fundación Mercury Phoenix Trust, dedicada a combatir esta enfermedad, que aún a día de hoy afecta a 37 millones de personas. Su figura se fue, pero su voz resuena más fuerte que nunca.

*Artículo original aparecido en el número 36 de Mine. Pide tu ejemplar en papel en tienda.ploimedia.com o descarga la edición digital interactiva para iOS o Android.