Desde el 24 de febrero estamos asistiendo con estupor y perpejlidad, no solo al mayor conflicto terrestre europeo desde finales de la Segunda Guerra Mundial, sino también al primero que vive la conocida como generación TikTok e Instagram.
Es la primera vez que una guerra está siendo emitida casi al instante a través de las redes sociales desde el terreno. Los stories de ucranianos relatando su día a día bajo la amenaza de bombas rusas o los TikToks que muestran los estragos que los misiles están dejando en escuelas, hospitales y edificios gubernamentales está suponiendo un elemento transformador del conflicto armado. La guerra ya no nos la cuentan, sino que la estamos viendo casi al instante.
Seguramente fueron los acontecimientos de la Primavera Árabe el primer ensayo general de cómo las redes sociales podrían suponer un nuevo medio para cubrir acontecimientos de rápida evolución. Comprobamos entonces que la movilización y apoyo social a una causa podían tumbar gobiernos, pero a diferencia de entonces las redes sociales han evolucionado enormemente desde aquel 2011. No solo en volumen de usuarios, sino que también han surgido nuevas, como es el caso de TikTok, que en el actual conflicto estamos comprobando que está siendo el medio empleado por muchos ucranianos para transmitir el horror del asedio ruso.
Es el caso de Marta Vasyuta, que hace apenas una semana estaba posteando momentos de su viaje a Londres hasta que estalló la guerra en su país. “Soy de una acogedora y antigua ciudad de Ucrania llamada Drohobych, pero los últimos cuatro años estuve estudiando en Lviv”, nos cuenta después de lograr contactar con ella. La vida de la familia y amigos de Marta se desmoronó el pasado 24 de febrero con el inicio de la invasión rusa. Afortunadamente todos están bien, según nos relata a través de un correo electrónico. “Mi familia está en el oeste de Ucrania, por lo que es el lugar más seguro en este momento, pero aún así están muy estresados y aterrorizados. La mayoría de mis amigos más cercanos se mudaron a otros países”, nos explica. Otros amigos de la familia, dice, “están luchando contra la agresión rusa”.
El relato de Marta es muy simbólico, porque lo que está pasando en Ucrania es fruto de una estrategia basada en el miedo por parte de Rusia desde 2014. “Llevamos ocho años viviendo en un estado de guerra desde que Rusia ocupó nuestros territorios allá por 2014, pero no esperábamos que pudiera empeorar y convertirse en una verdadera guerra”, reconoce. Marta tenía previsto volver a Ucrania este miércoles 3 de marzo, pero todos los vuelos fueron cancelados. Su perfil de TikTok se ha convertido en un diario crudo del ataque ruso sobre Ucrania. “Recibo vídeos de amigos y conocidos y de nuevos canales”, nos cuenta a través de un correo electrónico.
La vida de Marta, de su familia y amigos era igual de corriente que la de cualquiera antes de que estallase la guerra en su país. “Llevábamos una vida normal, como la de la gente de otros países: estudiar, salir de fiesta, viajar, pasar tiempo con los amigos y la familia“, describe sencillamente. Ahora, desde su obligada estancia en Londres, sus días son así: “Cada día empiezo a ver las noticias y si todo está bien con mi familia, trato de preocuparme más por otras cosas para no deprimirme por la guerra”. Preguntada por cuál sería el sentimiento que invade ahora mismo a los ucranianos, su respuesta es tan clara que da escalofríos. “Esto es algo surrealista, sobre todo sentimos vacío, pero también mucho odio a todo lo que está pasando“.
Esta influencer ucraniana, que antes de la guerra ya contaba con miles de visualizaciones de sus TikToks de baile y lip syncs, comparte casi diariamente imágenes de bombas cayendo en diferentes puntos de Ucrania o protestas en Londres en favor del pueblo ucraniano, ya que ella sigue allí al no poder volver. El viraje de contenido en la cuenta de Vasyuta es un reflejo del shock cultural y miedo por proximidad que esta guerra está suponiendo para todos los europeos. Piensas que Kiev podría ser Madrid, por ejemplo.
“Históricamente, las representaciones de la guerra en los medios de comunicación eran proporcionadas por los militares -y, por lo tanto, no eran representativas- o procedían de materiales incompletos y de contrabando”, explica el doctor William V. Pelfrey, profesor de la Universidad Virginia Commonwatlh en este artículo de Forbes. “La naturaleza en tiempo real del vídeo de alta calidad proporcionado desde cualquier teléfono móvil, en cualquier lugar y en cualquier momento, transmitido en una red de medios sociales siempre activa con rápidos retweets o compartidos, significa que la gente en cualquier lugar puede experimentar virtualmente algunos de los elementos del combate”. Solo por dar algunas cifras, TikTok tiene 800 millones de usuarios en todo el mundo e Instagram 1.222 millones.
Otro ejemplo de esta explicación es el perfil de Elena Mandziuk, que como en el anterior ejemplo, esta influencer de viajes y moda—según se describe en la bio— en apenas una semana ha cambiado los vídeos en islas paradisíacas o en París, por imágenes de bombas cayendo en zonas residenciales de Ucrania o la de un niño en un parque con un edificio de viviendas totalmente destruido.
Los stories de la joven bloguera Alina Volik también nos reflejan como su vida ha cambiado de un día para otro. El otro día resumía en stories que hace apenas una semana estaba cantando en casa, comiendo pizza con sus amigos, viendo una película acompañada de un pedido de sushi y preparándose su examen de español para el que había estudiado mucho, pero fue cancelado porque empezaron las bombas.
A través de su cuenta de Instagram está contando su día a día, cómo se despierta con el sonido de las alarmas antiaéreas, sus escapadas al súper, recopila todos los canales a través de los cuáles se puede enviar ayuda a Ucrania y explica los motivos por los que no huye del país. “Mi madre no quiere salir, y yo no puedo irme sola”, cuenta mientras se graba con el móvil. “Doy gracias porque mi casa, familia y amigos están bien. Pero mientras tanto personas de otras ciudades no se sienten de la misma forma”.
La incertidumbre y la desolación de millones de ucranianos está siendo captada a través de la pantalla de un móvil y difundida al mundo. Pese a los ataques contra la torre de televisión de Kiev, el Piruli que da cobertura televisiva al país, el presidente ucraniano Volodímir Zelenski ha utilizado hábilmente las redes sociales para levantar el ánimo de las tropas y para dejar constancia de que él no piensa abandonar el país. Pero, sobre todo, redes como TikTok están dando forma a las opiniones sobre el conflicto y ha contribuido a una enorme ola de simpatía mundial por Ucrania, incluso en un sector de la población muchas veces tildado de poco interesado en asuntos de calado.
Esa simpatía también se despierta por la moral inquebrantable de los que están en el frente. Es el caso del soldado Alex Hook, que lleva desplegado desde diciembre de 2021 en la región del Donbás y sus TikToks se han convertido en todo un fenómeno social. Al principio hacía vídeos para que su hija viera que se encuentra bien mientras realizaba sus funciones militares. Pero su bailes ataviado con su uniforme, su arma y en medio de las trincheras han llamado la atención a medio mundo por la capacidad de abstracción del horror o cansancio de una guerra para transmitir una normalidad que ni de lejos es la normalidad que podemos imaginar en medio de la tensión bélica. De hecho, su popularidad ha obligado al soldado a postear con frecuencia para desmentir que ha muerto cada vez que sus seguidores llevan días sin saber de él. Como si no tuviera cosas más importantes que hacer.
Huida retransmitida
Otra realidad que nos está dejando este conflicto es la huida de aquellas personas que les pilló de viaje en medio de la ofensiva. El 24 de febrero toda Ucrania estaba en peligro y aquellos que estaban de viaje en el país debían idear un plan de huida de forma exprés.
El influencer mexicano Alex Tienda estaba de viaje en la capital ucraniana cuando Rusia inició el ataque contra el país vecino. Fue así como tuvo que huir a través de una larga travesía en autobús, primero hacia Rumanía para luego acabar en Italia y finalmente llegar a Barcelona. En total, 72 horas de viaje que ha contado a todos sus seguidores a través de stories y dando respuesta a muchas de las dudas que le planteaban.
Algo parecido vivió el venezolano Gabriel Herrera, con un 1,43 millones de seguidores en Youtube, que ha relatado en varios vídeos su reacción desde el primer momento que fue consciente que tenía que abandonar el país. Su periplo resultó bastante polémico, porque 48 horas antes de que se iniciara la invasión rusa en suelo ucraniano, él y su equipo decidieron entrar en Kiev. Algunos de los comentarios que acompañan al vídeo reprochan que se haya aprovechado de un conflicto para ganar audiencia y visualizaciones. “Muchos ciudadanos ucranianos huyendo del país y regresan a los hombres para que peleen en el frente. Y estos 3 invisibles entrando al país para tener vistas, que asco”, comenta un seguidor. Se trata de una de las polémicas derivadas de la omnipresencia de las redes sociales en la actualidad.
Otra de las derivadas que ensombrecen esta saturación de contenidos es la exactitud de algunas informaciones. Como siempre, la verdad es la primera víctima de cualquier guerra. Con las redes sociales esa verdad es menos manipulable, puesto que el control sobre los medios ya no es potestad únicamente de los Gobiernos, pero la falta de filtrado conlleva que nos puedan colar imágenes de videojuegos como imágenes reales de una guerra, como ha pasado con algunos vídeos sobre la guerra de Ucrania. Sin embargo, esta variante negativa a tener en cuenta no resta importancia al poder de las redes sociales en momentos históricos como los que estamos viviendo.”TikTok definitivamente ayuda a compartir toda la información posible para que la gente de otros países pueda ver lo que realmente está pasando“, reconoce la influencer Marta Vasyuta. Además, plantea una gran pregunta, ¿puede Putin arrasar Ucrania con un mundo mirando TikTok o Instagram? No quiere decir esto que las redes sociales vayan a parar la guerra, pero sí están sirviendo para crear conciencia.