¿Cuál es tu primer recuerdo como lectora y dibujante?
Leer y dibujar era mi manera de jugar, además de salir a la calle y estar con los demás niños y niñas. Mi padre lee muchísimo, en mi casa hay una biblioteca, y eso ha influido en mí. Mi padre me leía un cuento todas las noches antes de acostarme. De pintar recuerdo coger los cuentos de Disney y copiarlos. Me hacía mis dibujos. Tengo un vídeo con tres años en la guardería en el que me preguntan si me gusta más jugar o pintar y digo pintar. Ambas cosas son un ejercicio creativo. Están conectadas.
¿Qué es lo primero que piensas cuando en un museo oyes que alguien dice: “Este cuadro lo pinta un niño de cinco años”?
Qué poco original eres. Todo el mundo dice lo mismo. Quien piensa eso es porque solo se queda con la forma del cuadro, pero no ha entendido el por qué está expuesto ahí. Es algo que pasa en el arte contemporáneo y vanguardista, donde hay mucho de contexto. Si no se entiende la época en la que se ha hecho y su significado, que va más allá de lo que se ve en el cuadro, es normal que se haga ese comentario.
¿Cuándo te diste cuenta de que tu abuela fue más cosas antes?
Con la edad vuelves a mirar a la gente mayor y tratas de comprender ciertas cosas. Últimamente, he intentado verla como una persona joven. La cabeza me estalló cuando me la imaginé en bicicleta, yendo por el campo.
¿Cómo surge la idea de hacer este libro?
Mi actual editora contactó conmigo, me dijo que le gustaba mi trabajo y que si tenía alguna idea o proyecto en mente que se lo enseñase. En ese momento no tenía nada que mostrar, pero si quieres vivir de la ilustración y te surge esta posibilidad de trabajar con Lumen, se te va la cabeza y creas proyectos. Quería hacer algo sobre la copla, es un tema que me atraía, aunque se me quedaba lejano. Investigando y reflexionando llegué a la conclusión de que a mi abuela le gustaba la copla, por eso se me ocurrió hacer un libro en el que mostrar mi relación con ella, lo que a ella le gustaba y lo que me gusta a mí.
En el libro, mientras hablas con tu abuela, la mujer no para de hacer cosas sin quitarse el delantal.
Mi abuela era así, igual que muchas otras, creo. En el libro yo no aparezco, la observo desde un sillón con el móvil en la mano. El que ella no esté quieta y vista un delantal y yo la mire entreteniéndome con mi teléfono es una imagen que define a dos generaciones.
¿Cómo es el proceso de creación?
Tenía ideas de cosas que me gustaría reflejar en el libro y también de los dibujos que quería incluir. Empecé a documentarme, a escribir el guion, y me fueron surgiendo nuevas ideas. Con el guion listo, me puse a trabajar en los dibujos. Quería que dibujo y texto se retroalimentasen.
¿El feminismo y la transgresión se practicaban antes de lo que imaginabas?
Sí. Ahora el feminismo tiene muchísima importancia y es un movimiento muy potente, pero es obvio que no es de ahora. Viene de lejos. De feminismo ya se hablaba antes. Actitudes y declaraciones de mujeres y hombres anteriores han hecho mucho por el feminismo sin llamarlo feminismo. Rocío Jurado sí hablaba de él, pero Concha Piquer hizo cosas feministas sin saberlo.
¿Qué creías saber de tu abuela y descubriste que estabas equivocada?
Eso ya lo descubrí cuando la conocí, antes de hacer este libro. Mi abuela me sorprendía siempre. Le preguntaba cosas y admiraba la capacidad que tenía de lógica y su templanza. Decía todo tal cual lo pensaba. Era una moderna en la forma que tenía de hacer y decir las cosas.
¿Tu abuela se calló y se resignó mucho en su vida?
Hoy el contexto es otro, pero ella sí fue una mujer libre. Fue madre, trabajó, algo que no era tan común en aquel entonces y contaba sus opiniones en casa, con sus hijos y su marido.
¿Quién flipó más, tu abuela con Rosalía o tú con Concha Piquer?
Mi abuela murió hace nueve años, por lo que, en realidad, esa conversación recreada en la que se menciona a Rosalía se solapa con otra conversación real. Es lo que yo pienso sobre lo que mi abuela opinaría de ciertas cosas con base a lo que yo la conocía. Al final del libro aparece lo que me hubiera gustado saber de ella. Sin embargo, creo que yo he flipado más con Concha Piquer que lo que hubiera flipado mi abuela con Rosalía.
Con este libro, ¿qué has descubierto que creías que era moderno y, sin embargo, no lo era?
Me he dado cuenta de que el hecho de ser moderno no es de ahora. Lo que hoy es Rosalía antes ya lo fue, por ejemplo, Concha Piquer.