Berta Vázquez (Kiev, 1992) admite de forma desprejuiciada y reflexiva que le gusta la soledad. Disfruta de ella. Es, precisamente, en esos momentos donde crea trabajos tan personales como este último que está presentado, su primero libro poemario. Sin conocerla personalmente, leyendo sus versos intuyo una querencia por estar a solas, por el anonimato. No me equivoco, dice. Esto me lleva a concluir que Berta no miente, no se esconde y comparte quién es. Reconoce, también, que después del éxito y fenómeno de la serie Vis a Vis tuvo que parar porque no sabía quién era. Ahora es feliz, se atreve a decir, y siente que controla más su vida. Olvídate de Rizos, Berta ya tiene 30 años.
Acabas de publicar tu primer libro, el poemario ‘A veces soy la noche’. ¿Cuándo empezaste a escribir poemas y si dirías que este es tu proyecto más personal hasta ahora?
Empecé a escribir desde muy pequeña, cuando me he hecho mayor lo he recordado y he conectado. Eran cosas que hacía de forma muy natural y no le prestaba muchísima atención. Sí recuerdo que con 8 o 9 años ya escribía poemas para mis tíos, mi madre, para navidades, siempre estaba escribiendo, hasta hugo una época que escribía historias de terror. Tenía millones de libretas con cosas y de mayor he escrito en forma de diario, para sacar ciertas etapas que tenía como muy intensas. En algún momento me sentaba a escribir y hacía un poema, no lo pensaba mucho, iba saliendo de forma muy natural y lo dejaba ahí y a lo mejor lo volvía a leer a los meses y volvía a conectar. Me sirve de autoconocimiento. Y en la pandemia, cuando estuvimos encerrados, como teníamos tanto tiempo libre, grabé un poema en vídeo y lo subí a Instagram y tuvo muchas visitas. Entonces, la editorial me contactó para hacer un libro y me hizo mucha ilusión.
Es el proyecto más personal que he hecho, porque partiendo de que ser actor no va de ser tú mismo, va de ser otra persona, entonces nunca, a no ser que te hagan una entrevista más personal, no cuentas realmente quién eres. En realidad, cuando me dijeron de hacer el libro, no sabía escribir desde otro sitio que no fuera de mí misma. Siempre he escrito poemas aunque sean de mi vida, muy profundos, densos e intensos y me parecía casi más difícil escribir sobre cosas que no son mías, inventadas, que escribir sobre mí. Me parecía más honesto y justo.
Leyendo los poemas del libro intuyo en varios versos una coincidencia y querencia por la soledad o la tranquilidad e, incluso, por el anonimato —Donde no hay nada, es donde quiero estar; por aquí todos me conocen y nadie sabe quién soy; soy una sirena y nadie en este mar. ¿Es en esos momentos donde mejor te sientes?
Que buen análisis. Sí, en realidad sí. Por lo que sea, soy una persona o me he ido haciendo una persona que necesita gente a mi alrededor, necesito a mis amigos, saber que no estoy sola, todos necesitamos eso obviamente. Pero sí encuentro que tengo una necesidad muy fuerte de sentirme libre, no atada a las cosas ni a las personas. Paso mucho tiempo a solas, saliendo de la ciudad, volviendo, viajando, en aeropuertos…. Y disfruto mucho, porque son momentos de plena libertad, de pensar, de imaginar, de saber qué quiero hacer este año, cómo lo quiero hacer, si hay algún sueño que tengo por ahí. Me motiva mucho empezar cosas y proyectos, me estimula crear, tener tiempo para hacer las cosas que sueño hacer. Y todo eso lo puedo reflexionar cuando estoy a solas. Me gusta mucho cuando estoy sola en un aeropuerto, observar a la gente, me encanta ver a la gente. Sí hay un punto de gusto por la soledad.
Esa soledad o esa aspiración por la libertad muchas veces entra en conflicto con tu parte pública, ¿Qué es lo que menos te gusta de ser famosa o conocida para el gran público?
Ahora vivo más tranquila, no puedo decir que me persigue nadie por la calle —ríe—. Al principio sí fue más fuerte el cambio de ser anónima a ser popular, me afectó bastante, me impactó mucho esa experiencia. Tienes toda la razón cuando usas la palabra conflicto. Yo cuando pienso en hacer música o hacer proyectos he pensado muchas veces que no me gustaría vivir en ese nivel de popularidad que se necesita para hacer cosas a un nivel alto, ya sea hacer música o actuar. He pensado mucho que tendría que renunciar a esa libertad y es difícil encontrar un punto medio, en el que puedas tener mucho éxito en lo que haces pero poder seguir siendo una persona completamente normal y tener la oportunidad de ir a un bar a charlar con alguien y hacer un amigo. Eso es la vida, en realidad.
“Necesitaba parar un poco, recuperar quién soy yo en realidad y no abandonar el resto de mí, replantearme los valores”
¿Crees que ahora has conseguido ese equilibrio, te consideras una persona feliz?
Ahora estoy muy feliz, estoy en una muy bonita época. Es complicado, he estado una época más parada, pero ha sido una decisión propia, sentí que —después de Vis a Vis— me había absorbido todo mi ser, después de un par de proyectos la vida cambia, el contexto cambia y todo cambia. Necesitaba parar un poco, recuperar quién soy yo en realidad y no abandonar el resto de mí, replantearme los valores. Pero necesito trabajar, necesito rodar y necesito sobrevivir, pagar el alquiler, las facturas. Deseo trabajar, pero también es por una cuestión de supervivencia. Ahora creo que he aprendido a gestionar mejor el tema de los fans, lo intento naturalizar al máximo y como además me gustan las personas, tengo mucha curiosidad, quito la barrera de fan y podría directamente conectarme con esa persona y ser amable. Intento llevar la vida de una persona normal en lo posible.
“Me vi un poco sobrevenida, me vi viviendo una cosa de una forma que sentía que no era yo, me estaba condicionando demasiado mi personalidad”
En alguna ocasión te he escuchado hablar sobre el factor cíclico de la carrera de un actor y de recuperar el control de la vida personal. ¿Cómo fue para ti ese proceso de tener un momento de mucho foco mediático y saber manejar cuando ya no lo hay?
Me vi un poco sobrevenida, me vi viviendo una cosa de una forma que sentía que no era yo, me estaba condicionando demasiado mi personalidad. Hasta que no lo vives es complicado de entender, tuve que poner los pies en la tierra y decir “a ver, un momento, ¿Esto es ser popular, qué significa realmente y a dónde me va a llevar?” Además, es verdad esto de los ciclos, la gente de repente te conoce mucho, te llaman mucho para trabajar porque eres muy rentable y cuando paras de trabajar la gente se olvida un poco. Y, ahora, con las redes sociales hay un tema ahí, porque ahora hay otros parámetros, la gente que trabaja ahora va por el número de seguidores, ese es otro challenge para que nadie se olvide que estás ahí, porque hay mucho escaparate todo el rato. Es decir, terminas haciendo cosas en las que no eres tú, vas haciendo un personaje, un constructo, para las redes, para los fans, para la promo. Todo es como para fuera y lo más importante es que me salgan castings, que me salgan pelis y que me vaya todo genial. Y dices, pero un momento, hay más cosas en la vida.
Dices que después del éxito de ‘Palmeras en la nieve’ y de ‘Vis a Vis’ te viste sobrevenida, ¿tuviste que ir a terapia para gestionar todo eso?
He ido a terapia desde antes de ser conocida. Llevo nueve años en terapia, empecé con 21, y esa parte la he trabajado. No fue ese el motivo. Pero respecto a la terapia, recomiendo a todo el mundo que vaya a terapia cuanto antes, porque es increíble. Para mí es el pilar que me sostiene la vida. Hay un momento en la vida que ni tus padres tienen respuesta, depende de ti y tener a alguien que te ordene tu mundo interior y te ayude a tener la sensación de que tienes que hacerte cargo de ti mismo y te enseñe cómo. Me parece súper importante y ojalá la gente no tenga miedo de hacerlo, porque me parece básico para estar bien.
“Recomiendo a todo el mundo que vaya a terapia cuanto antes. Para mí es el pilar que me sostiene la vida”
Hablemos de más trabajos a estrenar. Este año vuelves a la pequeña pantalla con tu papel en la nueva serie española de Netflix, ‘Bienvenidos al Edén’, ¿qué nos puedes contar de tu personaje de Claudia y de la serie en general?
Ha sido una experiencia curiosa, porque la historia es de un grupo de jóvenes millennials, que a través de las redes sociales son invitados a un festival en una isla y el mensaje es que van a un lugar utópico donde van a encontrar una especie de éxtasis y felicidad que en este mundo tecnológico hemos perdido y que van a reconectar. Y cuando llegan a la isla no es lo que pretendía ser y empiezan a pasar cosas. Mi personaje forma parte de la trama principal, es un personaje que se usa como herramienta para contar la historia, es un pequeño pero clave. Claudia es una tipa muy solitaria que ha tenido una pérdida dentro de la isla, es una persona que vive una especie de luto y es muy misteriosa, muy seria y un poco distante, pero tiene un punto de querer proteger ante el conflicto. Es una especie de heroína silenciosa que tiene su función. Me parece un personaje pequeño, pero muy enigmático a la vez.
¿Dirías que se parece un poco a ti?
Es lo opuesto de Rizos —ríe—. Mi personalidad era más Rizos con 20 años y ahora que me acerco a los 30 soy más Claudia, más tranquila.
Ahora estás en un momento profesional en el que convergen la poesía, tu proyecto musical ‘Museum’ y la interpretación, ¿estos tres mundos se retroalimentan o hay algo que te aporta más y en lo que te gustaría enfocarte?
Me cuesta decidirme, la verdad, cada vez más. Eso es un problema. La música siempre es y será para mí la prioridad, me encantaría. Pero justo cuando hicimos este proyecto de ‘Museum’ me di cuenta que es una inversión de dinero, de energía y de tiempo, porque es un proyecto autoproducido, autocompuesto y autopagado, no trabajábamos con ninguna discográfica y todo lo financié yo. Si quieres realmente que tu proyecto esté en lo más alto, hay tanto en contra que realmente tienes que dejarlo todo y hacer solo eso. Además, está el conflicto que decías antes, si va increíblemente bien, si nos ponemos a hacer bolos, conciertos, etc., habría éxito y luego llegará esa parte oscura de la popularidad otra vez, lidiar con una barrera. Toda esa parte sabía que podía pasar y creo que a mí personalmente me ha dado pereza. El disco ha tenido el recorrido que tiene y hasta ahí y no va haber más. Seguiré haciendo música por supuesto, pero no sé a qué nivel. No me podría quedar con nada, tengo un problema real.
¿Lo de no tener discográfica fue decisión propia?
Fue una decisión muy propia, porque a nosotros lo que nos motivaba de hacer música es hacer la música que nosotros queramos. Es decir, no hacíamos música para ser famosos ni populares, sino porque queríamos hacer un disco muy experimental por el placer de decir “he hecho algo que es mío, único”. Es un sonido que hemos trabajado nosotros, no tenemos una pretensión más allá que la de experimentar y compartir el arte y la música. Y ojalá llegue a mucha gente y tenga mucho éxito, pero eso es otra dimensión que es donde hay que invertir toda la energía.
¿Puede que al hacer música o escribir logres alcanzar más ese equilibrio y control de ti misma del que hablamos antes?
En la actuación sí que es verdad que no hay ningún control, tengo que esperar a que me llamen para los proyectos, si me llaman, hago un personaje donde me dirigen. Pongo mi parte, pero es una parte muy pequeña, es un trabajo más en equipo. Y es verdad que escribiendo y en la música tienes más control, porque es tuyo todo lo que sale ahí.
El arte, sin duda, es el motor en tu vida, pero ¿qué otras cosas te divierten o llenan que no tengan que ver con esa profundidad?
Estar con mi grupo de amigos, los tengo como repartidos, pero en Ibiza tengo un grupo de amigos que es como mi familia, les amo. Estar con ellos, dar paseos por la playa, irnos a la montaña a caminar y luego comer en algún bar de carretera un pescado rico. Me gusta mucho organizar cosas para mis amigos.
¿Eres la que crea los grupos de WhatsApp?
No soy de esas, de momento. Pero siempre tengo cosas que me apetece hacer mucho. Como coger un día el barco e irnos a una cala y comer allí. Cuando tengo muchas ganas de hacer eso, necesito avisar a todo el mundo y que todo el mundo diga sí y hacerlo.
No quiero terminar la charla sin preguntarte por la guerra de Ucrania. Naciste en Kiev, tu madre es ucraniana y tienes familiares que les pilló la guerra allí. ¿Cómo están ellos y cómo te afecta una barbarie así?
Mi familia está bien, al principio es verdad que hubo mucho susto, el día que empezó todo, pero reaccionamos todos muy rápido, mis amigos también. Nos hemos ayudado mucho entre nosotros. No solo yo, también muchos de mis amigos tenían gente allí y hemos hecho comunidad y los hemos intentado sacar lo más rápido posible. Todo el mundo ahora está bien. Es una situación que te hace reflexionar muchísimo, me han venido muchas preguntas que nunca había tenido o que no era consciente, porque no me había llegado tan de cerca, que es otra de las cosas que me he dado cuenta, que cuando las cosas no te tocan de cerca como que no existen. Estamos muy desconectados, somos muy egoístas, si tenemos bienestar para nosotros ya está todo bien. Entonces, me ha hecho ver que estamos ayudando a Ucrania, pero a otros países no les hemos ayudado. ¿Por qué? porque nos toca más de cerca, porque peligra nuestro continente.
¿Es posible abstraerse del horror cuando se narra diariamente?
Tenemos tanto bienestar y nuestras necesidades básicas están tan hipercubiertas que no empatizamos, no llegamos a entender lo que significa que te digan que la semana que viene van a bombardear tu barrio y búscate la vida. Y eso está pasando, me da rabia porque solo nos preocupamos a nivel económico, nos afecta a la gasolina, es una mierda, pero es que no es eso, es que es la vida. Cómo puede ser que vivamos en un mundo donde se sigan cometiendo atrocidades, matanzas, genocidios, da igual que sea en Siria, en Irak, Irán, Rusia o Ucrania, pero todo bien, somos súper evolucionados. Me inquieta.