Ha pasado sin pena ni gloria para la crítica y para los miembros de la Academia. Y como colofón, la broma de Jimmy Kimmel en la apertura de la gala de los Oscar mofándose de los 100 millones de euros que ha hecho perder a la productora Paramount por su batacazo en taquilla. ‘Babylon‘ prometía ser una obra atrevida y colorida sobre el hambre desmedido del Hollywood incipiente y un retrato de toda esa fauna alocada, excéntrica, ambiciosa y peculiar que le daba vida. Y, lo cierto, es que cumplió su promesa. Otra cosa es que la Academia de Hollywood y la crítica no le hayan dado el valor que creemos se merece.
Juego sucio con #Babylon y su batacazo en taquilla 😆#Oscars #Oscar2023 pic.twitter.com/JaQc78ukq5
— 𝙴𝚍𝚞𝚊𝚛𝚍𝚘 𝚅𝚒𝚕𝚕𝚊𝚗𝚞𝚎𝚟𝚊 (@e__VILLANUEVA) March 13, 2023
Es cierto que este año ha habido genialidades como ‘Todo a la vez en todas partes’ y que también sobrevolaba otra oda al cine de la mano de Steven Spielberg, ‘Los Fabelman‘. Pero, merecía más que 3 nominaciones en categorías poco importantes —Diseño de Producción, Banda Sonora y Vestuario—. ¿Por qué este escarnio a esta superproducción? Uno de los motivos puede ser que la Meca del Cine no soporte verse retratada de una manera tan cruda. Puede que para el jurado de la Academia haya pesado la escasa taquilla recaudada. En cualquier caso, merecía algo más. A continuación destacamos los motivos que hacen de ‘Babylon’ la injusta vapuleada de esta edición de los Oscars.
1. Oda al séptimo arte
Ante todo, con esta cinta, Damien Chazelle demuestra que ama el cine con sus luces y sombras. Es una carta de amor a la industria que muestra sin complejos todos los entresijos de la misma. Desde la preparación o maquillaje de los actores, hasta los ensayos, el trato vejatorio que muchas veces sufren los extras o las peripecias que deben afrontar a veces el equipo técnico y los productores. Se trata de un repaso a la historia primigenia del séptimo arte y lo que supuso el transcurso del cine mudo al sonoro como ya hicieron clásicos como ‘Cantando bajo la lluvia’ pero con mucha más crudeza, descaro y libertinaje creativo. Hacia el final de la película, Chazelle quiere ir un paso más allá y nos ofrece un embriagador montaje que repasa en apenas un minuto la evolución cinematográfica rescatando las películas experimentales de Maya Deren a las creaciones de James Cameron. Un caramelo que cualquier cinéfilo apreciará.
2. La oscuridad hollywoodiense
La cinta empieza con una brutal metáfora. El personaje interpretado por Diego Calva, el actor mexicano que ha sido el gran descubrimiento de la película, empieza empujando, junto a otro trabajador, un elefante que deben llevar a una excéntrica fiesta hollywoodiense. Finalmente, el animal acaba defecándoles encima en clara alegoría al escatológico recibimiento que Hollywood da a los ingenuos soñadores. Poco después, vemos el polo opuesto en una fiesta donde la lujuria, la extravagancia, la degeneración, las drogas, el sexo desenfrenado y el bizarrismo están a la orden del día. Y esto es solo el principio. La producción no escatima en mostrar la sordidez y abusos del Hollywood más turbio ni la hipocresía, el racismo y el cinismo de la industria cinematográfica o cómo se da la espalda a quienes ya no siguen el sectarismo de la Meca del Cine.
3. La caída de los ídolos
La película también acuerda de las it girls, chicas objeto que terminaban siendo flor de un día, y de los juguetes rotos. Vemos continuos ascensos y caídas a lo largo de la película con el personaje de Margott Robbie, Nellie LaRoy. Su belleza y desparpajo le hacen triunfar en el cine mudo pero su vulgaridad al hablar y voz algo irritante le hacen fracasar en los inicios del cine sonoro. Los que antes la elogiaban, ahora se mofan de ella y la tratan como un mono de feria. Al igual que ocurre con el personaje de Brad Pitt que pasa de ser un galán a un trágico final cuando se da cuenta que sus estrenos van encadenando fracaso tras fracaso. Una realidad que la Academia no ha valorado pese a que en los premios ha quedado claro la existencia de esos juguetes rotos en el olvidado Brendan Fraser y Jonathan Ke Quan, el niño de ‘Indiana Jones’ y ‘Los Goonies’, que se llevó el Oscar a Mejor Actor de Reparto.
4. Una puesta en escena épica
Ya lo hizo en ‘La la land’ y ahora lo ha vuelto a hacer. Chazelle roza lo erudito con un rodaje en el que lo técnico abruma, impacta y sobrecoge. A lo largo del metraje no paran de hilarse grandiosas escenas con cientos de extras y un derroche único de vestuario, decorados muy cuidados y acting bien coordinado. Chazelle no se conforma con una única secuencia espectacular y nos deleita con varias, como la de las suntuosas fiestas, el rodaje de un sangriento combate o el recorrido por el lado más lúdico y salvaje de la mafia.
5. Música magistral
Entre los pocos reconocimientos que ha recibido la película, encontramos la banda sonora. Premiada con el Globo de Oro a Mejor Banda Sonora, el ritmo lo pone Justin Hurwitz, con quien el director también trabajo en ‘La la land’ y por la que se llevó el Oscar a Mejor Canción Original y a Mejor Banda Sonora. Sin embargo, pese al despliegue musical y la mezcla de géneros que se logra en todo el metraje, este año perdió frente a ‘Sin novedad en el frente’. Tal vez, Hollywood y los críticos no estaban preparados para una cinta tan visceral que ahondara sin tapujos en su propio mundillo.