De copas
Que sea el contexto natural para dar rienda suelta al arte del ‘ligoteo’ no significa que sea más sencillo. Todo lo contrario. El hecho de que “tu objetivo” sepa que, en cualquier momento y de cualquier manera, vas a lanzarte a su conquista hace que sea más exigente. Así que ya te lo puedes currar. A no ser que hayas sido bendecido con el irresistible físico y encanto de Ryan Gosling –en ‘Crazy, Stupid, Love’–, el clásico “Hola, guapa” o “¿Vienes mucho por aquí?” no te va a servir de nada en un bar o una discoteca. Puedes recurrir a los métodos de Barney Stinson (‘Cómo conocí a vuestra madre’), pero recuerda que no estás en una sitcom y que hay muchas posibilidades de que el tiro te salga por la culata. Te aconsejamos que seas natural, un poco original y nunca des signos de desesperación. Eso es un bluf de manual.
En la carretera
Es difícil que se dé este caso, no nos vamos a engañar, pero si se da puede ser maravilloso. Imagina que vas conduciendo por una desolada y polvorienta carretera secundaria y, de repente, divisas a una chica a la que su coche parece haberla dejado más tirada que una colilla. Obviamente te detienes, le ofreces tu inestimable ayuda y, de paso, le das conversación –para que se le pase el mal trago, básicamente–. Muy mal se te tiene que dar la cosa para que no acabéis tomándoos un café –o lo que surja– después del percance. Aunque si tu reacción va a ser la de Shia LaBeouf en ‘Transformers’ cuando se encontró con Megan Fox andando sola por el arcén, que apenas era capaz de articular palabra, mejor ni te pares. También puedes hacer como Adam Sandler en ‘50 Primeras Citas’ y fingir que eres tú el que tiene problemas, pero no te garantizamos el éxito.
En la playa
Otra de las típicas que, en contra de lo que puedas pensar, requiere de mucha inventiva. Porque buscar una aventura veraniega en un entorno plagado de cuerpos serranos mojados y tostados al sol es demasiado obvio. Y la exhibición física tampoco es ninguna ventaja. A menos ropa, más vergüenza, por lo que tienes que estar muy seguro de ti mismo. Para empezar, no descuides el outfit. Olvídate de los bañadores XXL y XXS –porque los extremos nunca son buenos– y de las camisetas de propaganda y elige con esmero las chanclas –comprarte unas de última hora en el bazar de turno no cuenta–. Recuerda, además, esparcirte bien la crema para que no te confundan con un guiri y, por favor, no te untes aceite, que no estás en una competición de culturismo. Aunque todo lo demás quedará en un segundo plano si le sorprendes con tu buen hacer en el agua, como Channing Tatum en ‘Querido John’. Y ya si la invitas a un suculento cóctel después del baño, cual James Bond en ‘Muere otro día’, lo bordas.
En una boda
Si nunca has ligado en una es que no te comes ni un rosco. Pero bueno, date otra oportunidad porque el verano es temporada alta y seguro que ya te ha llegado alguna invitación. Si el que se casa es un familiar directo lo tienes crudo, por aquello de guardar las formas delante de la familia, ahora bien, si el que lo hace es un colega o un conocido, entonces es pan comido. Eso sí, antes de sacar a pasear el depredador que hay en ti, asegúrate bien de que tu objetivo está en tus mismas condiciones, es decir, sin pareja, no vaya a ser que la fiesta acabe en tragedia. Una vez aclarado este punto, tira de simpatía y seducción y lánzate sin miedo, al estilo ‘American Pie’. Si no sale bien, siempre te quedará París. Otra opción es fichar con la mirada, pero de forma elegante, no tipo halcón, al estilo de Quim Gutiérrez en ‘3 bodas de más’. Al final, acabaréis coincidiendo en la barra o siendo presentados por algún amigo en común.
Haciendo deporte
Parece un plan infalible, sobre todo si hablamos de una disciplina solitaria como el running, pero mucho le tienes que llamar la atención a la chica para que interrumpa su marcha y quiera saber de ti. Por eso, te recomendamos que te acerques cuando haya terminado o se esté tomando un descanso e inicies una conversación apropiada porque, de lo contrario, puedes vivir una escena a lo ‘10 razones para odiarte’ en la que ella te suelte: “Aquí estoy, sudando como una cerda, como puedes ver”. Y de ahí es difícil salir airoso. Otro hábitat idóneo para este tipo de sociabilización es el gimnasio. Y no es un mito. Aquí el espacio se estrecha y las probabilidades de roce aumentan exponencialmente, pero no fuerces la máquina. Lo que tenga que pasar pasará entre serie y serie de abdominales. Si no, que se lo digan a Mark Wahlberg en ‘Dolor y dinero’. Unas veces habrá suerte y otras no.
En las fiestas
Hay que ver el poco glamour que destilan y lo bien que nos lo pasamos en ellas. Aquí puedes hacer todas esas cosas anti morbo que nunca harías en la ciudad, como comer panceta, beber calimocho, bailar haciendo el cabra o refrescarte en el pilón y sin sentirte mal en absoluto. Pero si lo que quieres es que una buena moza clave sus ojos en ti –sí, hemos dicho moza, ¿qué pasa?–, tendrás que enmendarte un poco. Piensa que de gañanes van más que sobradas. Puedes coger algunos tips de la película ‘Que se mueran los feos’, como el de dedicarle su canción favorita en plena verbena –y si se la cantas tú mismo, mejor– o inspirarte en ‘El diario de Noa’ y jugarte el tipo en la noria por una cita suya. Con eso te garantizas, al menos, una oportunidad. Recuerda también que en un pueblo se conoce todo el mundo y que el típico “si te he visto no me acuerdo” después del sexo no es una opción.
En una tienda
Si eres de los que ve oportunidades de ligar allá por donde va, seguro que el supermercado es uno de tus sitios fetiche. Por eso intentas pasar el máximo tiempo posible entre el pasillo de la verdura y el de comida ecológica y evitas dejarte ver por el de la bollería industrial. Ya sabes, dime lo que compras y te diré quién eres. Nunca vas con prisa, por lo que pueda pasar, y siempre estás dispuesto a ayudar a tu futura conquista a hacer el traspaso de productos de la cesta a la caja –esa tediosa tarea–. También puedes confiar en que ella venga hasta a ti, como le pasa a Charlie Sheen en el primer capítulo de ‘Dos hombres y medio’, pero claro, él llevaba compañía infantil y frente a eso no hay rival. Otro escenario con posibilidades es la librería. Sigue el ejemplo de Steve Carrel en ‘Virgen a los 40’ y cautívala con tu elocuencia y seguridad. Le lectura siempre puede esperar.
*Artículo originalmente publicado en el número 29 de Mine. Pide tu ejemplar en papel en tienda.ploimedia.com o descarga la edición digital interactiva para iOS o Android.