¿Sabrías decir cuántos días de vacaciones son los recomendables para lograr desconectar del trabajo y sentirte activo de nuevo? Normalmente, hay dos clases de personas: aquellas que se cogen todo un mes de descanso, preferiblemente en verano, para disfrutar; y las que se reparten las vacaciones en dos quincenas distanciadas para así desconectar dos veces al año. Pero lo cierto es que, según la ciencia, basta con poco más de una semana para reponerse física y mentalmente y alcanzar el punto más alto de bienestar vacacional.
Ya sabemos que el estrés tiene muchos peligros para nuestra salud. Según una investigación de Ja Hyun-Baik, de la Universidad de Corea en Seúl, los niveles altos de estrés, como a los que estamos sometidos durante todo el año en nuestra jornada laboral, disminuyen la cantidad de dopamina que liberamos. Por eso, es fundamental disfrutar de periodos de desconexión para sentirnos felices.
“Los estudios señalan la importancia de los días de descanso en nuestro bienestar, existiendo evidencia de un mayor riesgo de fatiga y cansancio, así como de desarrollo de determinadas enfermedades cardiovasculares, tras periodos prolongados de trabajo sin descanso”, apunta la psicóloga Olga Merino. Además, un estudio en el que participaron 46 trabajadores de una empresa holandesa demostró que las vacaciones aumentan la flexibilidad cognitiva y la creatividad.
Ahora bien, ¿cuántos días son óptimos para irse de vacaciones? Este estudio de la Universidad Tampere de Finlandia estimó que el número más aconsejable para desconectar y alcanzar el máximo bienestar es de ocho días. Para llegar a este dato, analizaron cómo se desarrollaba la salud y el bienestar tanto durante como después de las vacaciones, centrándose en puntos como la fatiga, la ansiedad, el nivel de energía o el humor. Los resultados determinaron que el bienestar de los participantes fue creciendo hasta llegar al octavo día, para luego decrecer. “Por ello, muchos expertos sugieren que es más productivo optar por varios periodos de vacaciones a lo largo del año con una duración más corta”, señala Olga Merino.
No obstante, esto no significa que tus vacaciones deban limitarse a ocho días. Las circunstancias particulares de cada persona afectan enormemente a sus necesidades. El estudio lo que determina es que a partir del octavo día no sigue aumentando el bienestar, por tanto, serían como “días de vacaciones gastados en vano”. “De hecho, aunque los beneficios se encuentren en su máximo en el día ocho, prolongar el periodo vacacional puede contribuir a estabilizar las nuevas rutinas y facilitar la desconexión de las rutinas previas”, comenta la psicóloga. “Lo óptimo sería disponer de un tiempo prudencial y suficiente para la desconexión y no excesivamente largo para facilitar la reincorporación de una forma menos abrupta”, añade.
Vacaciones más cortas y cada menos tiempo
Si en algo coinciden los estudios y los psicólogos es que más que un largo periodo vacacional al año, lo más recomendable para nuestro bienestar es cogernos vacaciones más cortas pero distribuidas durante todo el año. “Dejar algunos días para el resto del año después del periodo vacacional, facilitando así un aliciente a medio plazo, puede resultar de gran interés”, indica Olga Merino.
Aunque, como en todo, para determinar si nos interesan más las vacaciones largas una vez al año o varias cortas en distintos instantes, lo mejor es conocernos y saber qué nos funciona y nos hace más felices. En su obra ‘Pensar rápido, pensar despacio’, el psicólogo y premio Nobel Daniel Kahneman, revela que no existe un concepto de felicidad único y habla de la existencia de dos “yo”: el “yo que experimenta”, personas orientadas a la búsqueda de emociones y que necesitan mayor excitación; y el “yo que recuerda”, relativo a aquellas más reflexivas y sosegadas.
Para determinar la diferencia entre ambos “yo”, Kahneman pone el siguiente ejemplo: “Imaginemos que en nuestras próximas vacaciones sabemos que al final del periodo vacacional se destruirán todas nuestras fotos, y nos administrarán una droga amnésica de modo que no recordaremos nada. Ahora, ¿elegirías las mismas vacaciones? Si lo pensamos en términos de tiempo, obtendremos una respuesta. Y si lo pensamos en términos de recuerdos, obtendremos otra respuesta”. Por lo tanto, según el “yo” que decidamos primar elegimos un tipo de vacaciones u otras.
Para contentar al yo que experimenta interesan vacaciones más largas en las que poder experimentar más cosas, mientras que si nos centramos en el que recuerda, interesan vacaciones cortas e intensas pero más frecuentes que poder ir recordando de manera vivida durante el año. “Aunque ambas partes forman parte indisociable de nuestra experimentación y percepción. Sin experiencia no hay recuerdo, pero anclados en el recuerdo, no existe lugar para la experiencia. Ambas facetas son necesarias, y pueden cambiar en intensidad a lo largo de la vida. Lo importante es lograr ese equilibrio acorde con nuestra personalidad y necesidades“, recuerda la psicóloga Olga Merino. Seas cómo seas, una conclusión está clara, todos debemos disfrutar de unas merecidas vacaciones.