La vida influencer, la vida mejor. Bueno, para ser justos, digamos que no siempre. El creador de contenidos Lucas Lorén, Luc Loren para sus casi 300.000 seguidores en Instagram, empezó en este mundo cuando casi nadie en España vivía de ello. Primero formando parte del equipo creativo de la primera influencer de España, Dulceida, y, más tarde, como creador de su propio proyecto. Sobre sus comienzos y los sinsabores de un trabajo, que muchas veces no se considera tal, charlamos en el marco del festival Desalia, que organiza Ron Barceló y que este año tuvo lugar en una ubicación de ensueño en Benidorm.
¿Cómo estás de verdad?
Estoy en uno de los mejores momentos de mi vida, porque siento que estoy empezando a disfrutar de mi carrera como influencer y artista. Antes lo vivía desde una ansiedad y una preocupación: ¿cuándo se va a acabar esto, cuánto voy a durar? Tenía una falta de autoestima brutal, que afortunadamente pude trabajar en terapia durante tres años y ahora estoy de maravilla. Tengo mis momentos de tristeza, como es lógico, porque la tristeza forma parte de nosotros.
Desde tu espacio en Youtube ‘No estamos locas’ has tratado la salud mental con la naturalidad que se merece. ¿Cómo has gestionado la tuya propia y cómo llegó la terapia a tu vida?
Mi relación con la terapia ha sido bastante buena. Parece que te tiene que llegar en un momento de mucha tristeza, a mí me pasó cuando mi grupo de amigos y trabajo se disolvió y la pareja que tenía en aquel momento me dejó. Me vi sin amor, sin empresa y sin dinero. Pero, realmente, ya venía arrastrando una mala salud mental desde hacía mucho tiempo. Acababa una actuación y me ponía a llorar, cualquier cosa era una montaña. Ese es el problema de la ansiedad, que hace tus problemas muy grandes y no sabes cómo tirarlos adelante. Tenía que pedir ayuda y fue la mejor decisión que tomé en mi vida.
¿Se encajaron muchas piezas desubicadas?
Sí, totalmente. Yo opté por el psicoanálisis. Tuve una infancia tranquila, feliz, pero con sus cositas como tiene todo el mundo, pero no te das cuenta hasta que las hablas y, al final, lo que queremos es que alguien nos escuche y poder verbalizar nuestros problemas. Decir que estás mal es muy difícil, tienes que estar en un momento mal de verdad, con un problema grave. Por eso es tan importante ‘No estamos locas’, para darle valor a todas las emociones, nada es más grave que otra cosa.
¿Te han llegado a invalidar emociones?
Sí, además, siendo influencer y con todo lo que tenemos nosotros, el comentario de “pero tú de qué te vas a quejar, si tienes dinero, trabajas de lo que te gusta”. Una vez una persona, que en aquel momento trabajaba cerca de mí, me dijo que no me podía quejar, que lo tenía todo, novio, dinero y fama, que me levantara y dejara de llorar.
“He llegado a agendar mi vida en función de los stories que iba a subir”
Tu evolución en este mundo ha sido muy orgánica. Empezaste trabajando con Dulceida cuando no había ni normas establecidas. Ahora, sin embargo, los adolescentes quieren ser influencer y muchos padres se niegan a apoyar a sus hijos en ese camino. ¿Tuviste refuerzo positivo por parte de los tuyos?
Mis padres siempre me han apoyado en absolutamente todo lo que he hecho, pero al principio no lo entendían porque no sabían que una persona podía dedicarse a Internet y a las redes sociales, era algo nuevo. Las redes sociales han cambiado el star system en el que vivimos. Y a nivel personal, empezaron a ver algo de mí que nunca habían visto, porque yo de algún modo me desnudé mucho ante las cámaras, empecé a vender partes de mi intimidad que mis padres no conocían…
¿Como qué?
Salí del armario en Youtube. Mi madre lo sospechaba, pero nunca había habido esa conversación, que es algo muy incómodo por lo que tenemos que pasar las personas LGTBI, cuando en realidad es responsabilidad de los padres crear un entorno seguro para que no sea una obligación contarlo, sino naturalizarlo. Esa es la sociedad que tenemos que crear, una en la que no tengamos que ser valientes. Entonces, cuando salí del armario era un personaje que tampoco era yo al 100% y con los años me he ido encontrando mucho.
¿Qué diferencias hay entre ese personaje de entonces y el de ahora?
Sobre todo es la experiencia y la madurez. Saber valorar las cosas y tratar bien a la gente que tienes a tu alrededor.
¿Te consideras mejor persona ahora?
Sí, por supuesto. Yo he vivido una época muy mala y la gente a mi alrededor me lo decía, ni se me podía mirar a la cara. Imagino que con 25 años, llegar a un sitio y tener a miles de personas gritando y necesitar a un guardia de seguridad para pasar de un lado al otro, hace que se te suba a la cabeza. No me culpo, estoy orgulloso de haberme dado cuenta de ese Lucas y poder corregirlo con el tiempo.
Se habla mucho de la ‘desconexión digital’ como un derecho laboral. En tu caso, el trabajo implica estar conectado permanentemente, ¿cómo diferencias la vida personal del trabajo?
Es muy difícil diferenciarla y es uno de los grandes retos que tienen los influencers, ¿dónde empieza mi yo de verdad y dónde acaba?; ¿hasta dónde soy personaje y hasta dónde soy yo? Es muy complicado poner el límite, creo que un influencer no puede separar lo personal de lo profesional. Pero sí que he aprendido, y es lo que me hace permanecer, a poner límites y si un día me levanto y no he subido un story o no he contado nada, no agobiarme. Simplemente trabajar en ofrecer un buen contenido de calidad, porque yo llegué a un punto en el que estaba enseñando la misma receta de la sopa que me hacía por la noche cuatro o cinco veces y estaba obsesionado con el contenido. He llegado a agendar mi vida en función de los stories que iba a subir.
La cara B del influencer
Acabas de estrenar la docuserie ‘Influencers, sobrevivir a las redes’ donde hablas con los instagramers, tiktokers y youtubers más influyentes de España y se les pregunta si creen que merecen que las marcas les paguen barbaridades de dinero por hacer publicidad en su perfil. Te lanzo la misma pregunta, ¿alguna vez has pensado que no merecías lo que te estaban pagando?
Creo que me merezco cada euro que gano, si alguna vez ha habido algo de más, pues eso que me llevo. Pero, también, soy una persona que acudo a muchísimos sitios de manera altruista para dar charlas o para compartir conocimiento.
Pero, ¿crees que hay una burbuja?
Seguro que hay marcas que en algún momento han pagado excesivamente a algún influencer. Yo he podido sentir alguna vez que me han pagado de más, pero luego con el tiempo me he dado cuenta que ese contenido sí merecía ese precio. Además, las marcas se han dado cuenta de que es más fácil medir los resultados, realmente somos la mejor opción para hacer publicidad para una marca. Creo que el influencer marketing ha venido para quedarse y cada año va haber más dinero.
“Me cansé de mí mismo. Hace tres años, en unas navidades decidí hacer un descanso de un mes y me vino súper bien”
Debido al crecimiento exponencial de este sector, hay muchos estudios que analizan el fenómeno y se habla ya del BIF (Branded Influencer Fatigue), es decir, que la gente está hasta el gorro de algunos de ellos. ¿Te pasa?
Yo me cansé de mí mismo. Hace tres años, en unas navidades decidí hacer un descanso de un mes y me vino súper bien. Y animo a mis compañeros a que paren cuando lo necesiten, porque no podemos estar todo el rato ofreciendo contenido de calidad. Hay que ser organizado y tener cierta constancia, sobre todo ahora que hay tantos creadores de contenido y es muy complicado destacar. Hay gente que está muy obsesionada con eso y cualquier cosa vale y es aquí donde entran los morbos y vender tu vida más de la cuenta. Y, ¡ojo hasta donde te desnudas!
¿Cuáles son tus límites?
En Instagram se enteran de mi vida, pero, realmente, lo que hay es contenido y creatividad. Me pueden ver como DJ, hay divulgación social, pueden aprender conmigo, reír, pero no van a saber con quién me acuesto.
¿Has estado más jodido por una ruptura o por comentarios de haters?
La mayor tristeza que yo he experimentado ha sido por una ruptura amorosa, pero eso abrió el duelo de otras pérdidas de mi vida. Aprendí a llorar a través del amor, pero he estado muy mal por malos comentarios. Con un vídeo sobre VOX, me acabé creyendo que era un manipulador y mentiroso y lo pasé muy mal.
Dime una cosa por las que has pedido perdón y otra por la que hayas dado las gracias últimamente.
El perdón es algo a lo que le he perdido el miedo. Ahora pido más perdón a la gente de mi alrededor cuando sale ese Lucas antiguo que no sabe medir su agresividad y que trata mal a las personas. Y doy gracia por la gente que tengo al lado, Cristian, David, Aida y a toda la gente que me hace feliz y que me dicen las cosas malas también y siguen apostando por mí.