Procrastinar: ¿Hacer el vago o una respuesta lógica al estrés?

Es una de las palabras más mencionadas y una fuente de culpa y autocrítica. Pero, ¿procrastinar es tan malo como dicen o puede tener su lado positivo?

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Procrastinar está de moda. O lo que es lo mismo, aplazar una obligación o postergar una tarea pendiente. Siempre nos han vendido que el tiempo es oro y la máxima aquella de “no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy” es un faro para todo aquel que quiera brillar académica o profesionalmente. Sin embargo, la realidad no se ciñe a esta regla. Se estima que un 20% de los trabajadores y un 50% de los estudiantes aplaza sus cometidos a diario. Y esto se ve como un fracaso social. Pero los profesionales los tienen claro: el fallo es querer exigirnos demasiado.

“Todos podemos ser personas que procrastinan. Ahí está el problema: patologizar cosas que forman parte de la vida cotidiana. Si tu lista de tareas durante el día aparte de tu trabajo es ir al gym, limpiar la casa, cocinar, meditar, leer… es totalmente normal que procrastines”, opina la psicóloga María Gómez, conocida como @merigopsico en Instagram.

En la procrastinación puede influir la falta de atención y las distracciones.

Foto: Death to Stock.

La procrastinación termina provocando menor rendimiento profesional, peores notas académicas y mayor estrés y problemas mentales

Pero, además del problema señalado de menor productividad, acumulación de tareas y por ende estrés futuro, la culpa es el gran perjuicio de todo esto. “La sociedad te recuerda que tu valía depende de lo que produces por lo que te vas a sentir mal cuando descansas y vas a sufrir pensamientos de culpabilidad al acabar el día por no haber completado esa eterna lista de cosas pendientes. Esto afecta negativamente a tu autoestima y es más peligroso si trasladamos toda esta cultura del trabajo a tu tiempo de ocio“, advierte María Gómez. “No conviertas tus actividades de tiempo libre en una lista de tareas. Lee cuando te apetezca porque disfrutas leyendo”, añade.

“Se demoniza el concepto porque esto se lleva pensando desde que se escribió la Biblia y se dijo que la pereza era un pecado capital. Si no eres productivo, significa que eres un vago o que no te esfuerzas lo suficiente. Todo este discurso de conseguir ser “tu mejor versión”. Decir que has estado reposando o que no has hecho nada en todo el día debería ser positivo porque seguramente significa que te lo puedes permitir. Pero ahora está de moda decir que estás a tope”, lamenta María Gómez.

Asimismo, aprovechando tanta culpabilidad, surgen muchos gurús de la procrastinación y coaches que te prometen librarte de ella. “Es algo que queda muy bien a nivel marketing. Y que vende mucho porque son problemas de la vida cotidiana a los que todos nos enfrentamos. En mi opinión, la mayoría de estos libros que se enfocan en el crecimiento personal lo hacen de una forma un poco tóxica y reduccionista. El tratamiento psicológico es individualizado y este tipo de libros de autoayuda están muy alejados de lo que es la psicoterapia realmente”, critica la profesional.

¿Por qué procrastinamos?

La procrastinación es un fallo en la capacidad de autorregulación del cerebro, como determina un estudio del psicólogo canadiense Piers Steel. Así, la pérdida de control que se da a nivel cerebral hace que antepongamos las actividades de satisfacción inmediata como irnos de afterwork o “posturear” para Instagram antes que hacer actividades más tediosas a corto plazo como acabar un informe, estudiar o entrenar, pero más beneficiosas con el tiempo. Por ello, como evidencian los trabajos de Steel y otros autores, la procrastinación termina provocando menor rendimiento profesional, peores notas académicas y mayor estrés y problemas mentales.

Procrastinar

Foto: Death to Stock.

“No hay una respuesta única a la causa de la procrastinación. Está relacionada en varias personas con la impulsividad, un estado depresivo o la falta de autoestima. Pero la procrastinación también puede basarse en el razonamiento, por ejemplo, pensar que, tal vez, la tarea desaparezca mañana o mi jefe cambie de opinión sobre lo que quiere que haga”, explica John Perry, catedrático de Filosofía en la Universidad de Stanford y autor de ‘La procrastinación eficiente‘. “También puede influir, por ejemplo, las distracciones y la falta de atención, puesto que estamos rodeados de demasiados estímulos a lo largo del día. Las redes sociales nos roban muchísimo tiempo y atención y es algo que hay que gestionar”, matiza la psicóloga.

“A menudo, el problema comienza con los padres que no les dan a los niños suficiente tiempo para jugar y pensar. El niño desarrolla hábitos de esconderse, mentir o simplemente ser desobediente para tener tiempo para pensar y jugar. Y esto se queda con ellos”, denuncia el filósofo.

Procrastinar estructuradamente

Pero no toda la procrastinación tiene por qué ser mala. “Es malo posponer las cosas si solo significa que estás perdiendo el tiempo. Pero si eres lo que yo llamo un procrastinador estructurado, no es tan malo. Esto quiere decir que mientras postergas una tarea, que por una u otra razón te agobia en un momento dado, haces otras cosas, quizás menos urgentes, pero valiosas. Si alguien se compromete a practicar ejercicio, leer o aprender durante esos espacios puede ser mucho mejor para él que siempre terminar las cosas a tiempo. Un procrastinador estructurado puede terminar haciendo mucho”, asegura el profesor John Perry. Y agrega que “contar con alguien que hace las cosas, pero no tan pronto como quisieras, es mejor que tener a alguien que siempre llega a tiempo, pero que no hace un buen trabajo”.

Procrastinar se convierte en una válvula de escape a la presión productiva

Pero, ¿y si no quieres hacer nada? “De hecho, descansar y aburrirte es muy importante para la creatividad. También para la productividad porque es contradictorio que quieras ser productivo, pero no sepas cómo reponerte. Esta frase lo resume muy bien: Decir que no tienes tiempo para descansar es como decir que no tienes tiempo para echar gasolina porque estás muy ocupado conduciendo. A veces, cuánto más quieres controlar algo es peor, a esto se le llama la trampa del control“, recuerda la psicóloga María Gómez.

¿Cómo sería una procrastinación beneficiosa? @merigopsico concluye que “posponer tareas porque priorizas tu salud mental. Antepones tener tiempo libre, descansar y disfrutar del ocio, actividades que no se suelen mencionar en las rutinas milagrosas. Y no hay que generalizar, no tenemos que compararnos porque cada caso es único. Lo que a ti te funciona es muy probable que a otra persona no”.

Procrastinar y no pensar en el trabajo se convierte en un éxito.

Foto: Death to Stock.

Foto portada: Death to Stock