Al escucharle hablar, te queda claro que es un romántico que vive la interpretación al más puro estilo de la bohemia. Oriol Pla (Barcelona, 1993) está enamorado de su oficio pero, a diferencia de muchos compañeros de profesión, él no se deja cegar por los flashes, los focos ni se rinde a las redes sociales. Hijo de actores, conoció la fama con series catalanas como la exitosa ‘Merlí’ y ‘El cor de la ciutat’, pero se dejó llevar por su pasión y, en vez de entregarse al séptimo arte en exclusiva, decidió recorrer Europa con su compañía de circo y montar humildes obras teatrales con su familia. Ahora, estrena ‘Los girasoles silvestres’ junto a Anna Castillo y Carolina Yuste, una cinta sobre las relaciones tóxicas, el miedo a la soledad y las familias desestructuradas.
Vas a estrenar ‘Los girasoles silvestres’ junto a Anna Castillo, una cinta que aborda el tema de la violencia de género y las relaciones tortuosas. ¿Hacen falta más cintas como esta que abran los ojos ante estas situaciones?
Sí que hacen falta cintas que no solo abran los ojos, sino que den amparo y abran un poco los ojos a la gente. A veces, necesitamos sentir que no estamos solos y lo que vivimos podemos compartirlo. Por eso existe el teatro, el cine y los libros, ya que, aunque sea la misma historia que repetimos, necesitamos recordar esas cosas importantes. Es necesario, importante y bonito que haya historia que resuenen a la gente en temas importantes como el amor, la violencia, la soledad, la familia desestructurada, etc.
Tu personaje es tierno a ratos y, en otros instantes, violento y furibundo. ¿Es arriesgado llegar a humanizar al maltratador?
Lo que sí que tengo claro es que mi trabajo es defender y encontrar la humanidad en cada uno de los personajes. Es como cuando uno defiende a un asesino, mi trabajo aquí es ese. Cuando yo era pequeño y empecé a descubrir qué era la violencia de género, no entendía por qué una persona puede estar con otra persona que le trata mal, hasta que entendí, por gente cercana, que ha vivido situaciones desagradables, que son personas maravillosas y luego pasa esto. Y es justamente eso lo que genera el enganche porque, si solo fuera malo, muy jodido tienes que estar para estar, ¿no? Este tío tiene que tener luz.
“Si a mí una película me quiere por los followers, seguramente, esa película no la quiera hacer”
En estos últimos cuatro años no has tenido ningún estreno en cine y en series, lo último fue en 2020 ‘Dime quién soy’ de Movistar +. ¿La pandemia te ha frenado proyectos y oportunidades?
La pandemia ha frenado muchas cosas, pero en ese sentido no. Yo trabajo con una compañía de circo en Francia y la verdad es que tengo el corazón muy puesto ahí y, también, tengo mi compañía con mi familia y dirijo y actúo un espectáculo con ellos. Entonces, si no hago más cine es porque no puedo o porque tampoco me veo tan ahí. Yo me pregunto casi cada día para qué sirve lo que hago y cuando encuentras a alguien que le importa mucho algo, sientes una conexión y te reservas para ese proyecto, tiene mucho sentido todo. Así que, en el mundo del audiovisual, me gustaría hacer más porque me encanta rodar, pero escojo lo que me va bien y dónde siento que puedo darlo todo.
También he visto que no tienes Instagram ni otro tipo de redes sociales. En un momento donde los followers marcan tanto y muchas producciones se fijan en ellos, ¿reniegas del mundo influencer y todo lo que conlleva?
Si a mí una película me quiere por los followers, segurament, esa película no la quiera hacer. Si tengo una tubería que no me funciona en casa, lo que quiero es que sea un buen fontanero. Yo no soy influencer. Además, Instagram me generaba mucha ansiedad y mucho mirar hacia fuera y comparación. Además, es como que da gustito y quieres más y más. Pero, al final, tú decides a cuál de tus perros alimentas y si alimentas al de la vanidad, pues se va a hacer mayor y más grande. Tampoco es que ahora use el tiempo para hacer maravillas, pero decidí no entrar en esto.
¿No te preocupa perder oportunidades o no ganar tanta fama?
A veces tengo ganas y pienso cómo me gustaría ser más conocido o tener más visualizaciones. Quizás, me pierdo algo y soy, como dice un amigo, un outsider en ese sentido. Quizás algún día me lo hago, pero estoy muy tranquilo estando fuera. Encuentro un poco de tierra y de cobijo en esta decisión. Creo que está bien tener Instagram, no tenerlo y hacer lo que a ti te vaya bien. Y reniego un poco del influencer porque lo que me jode muchísimo es el intrusismo del mercado. Ahora todo es mercado y tú eres una marca y yo no quiero ser una marca. Para los actores, Instagram no es solo una cuestión social y hay muchos que piensan que no pueden quitárselo, pero sí que pueden. Si dedicas el tiempo de Instagram, a leer, improvisar con los amigos y trabajar en tu oficio, quizás no tienes tanto trabajo, pero vas a ser mejor.
La interpretación en la sangre
Eres hijo de una pareja de actores teatrales de la escena independiente catalana. ¿Cómo fue criarse entre bambalinas?
Mi hermana y yo hemos dormido en muchos camerinos y mucho en la furgoneta, era nuestra casa de 30 metros cuadrados y dormíamos todos en una habitación. Los adultos son como serios pero, los adultos con los que íbamos nosotros les gustaba mucho hacer bromas. En el mundo hay dos clases de personas, las que cuando ven un truco de magia quieren saber el truco y los que disfrutan de la magia. Pues nosotros éramos el mago, el que hacía el truco de magia y ver el mundo desde ahí ha sido bonito. En mi casa siempre hemos jugado mucho.
“En el mundo hay dos clases de personas, las que cuando ven un truco de magia quieren saber el truco y los que disfrutan de la magia”
¿Has conocido la inestabilidad del oficio?
Hemos visto cómo se hace el truco y la precariedad, también. Mis padres han sido muy currantes los dos pero desde un sitio muy humilde. Y, nosotros hemos aprendido el oficio en la calle, haciendo teatro con máscaras, teatro infantil y desde un sitio totalmente llano. Cosas muy chulas, pero teatro de dos sillas, mi madre con los instrumentos y mi padre con la palabra y el cuerpo. Ha sido muy guay ver los cimientos de la juglaría, del cómico, del payaso, de la producción propia. Hemos vivido inestabilidades, pero hemos vivido bien y con un compromiso con el oficio actoral.
¿Cuáles son los pros y contras del intramundo del actor?
Los pros hay muchos y, por eso, hacemos lo que hacemos. Pros serían la gente que te encuentras, que viajas un poco, que tienes un espacio muy creativo, que tienes la oportunidad de tocar el alma de las personas haciéndolas reír o llorar, es un sitio muy intenso y con mucha hermandad, hay mucho amor. Y los contras, que es un sitio muy inseguro, que te genera muchas inseguridades encontrarte contigo mismo y ponerse con la página en blanco, con la sala vacía. Son muchas horas, es un no parar, el trabajo está dentro de ti y el precio que te toca pagar, a veces, es la soledad que es muy jodida de llevar.
¿Qué te aporta un escenario y qué un rodaje?
Un escenario aporta el ritual y la magia de estar viviendo eso en cada momento y este momento se va y el hecho de que se vaya lo hace aún más fuerte. Además, hay una conexión muy heavy con la gente y se genera uno de los encuentros humanos más emocionales y raros. Y un rodaje te aporta una especie de troupe. Es como un reloj en el que hay diferentes partes que cada una hace un trabajo y están separadas pero, a la vez, están juntas para dar la hora.
“Los sueños sin metas se quedan en nada y las metas sin constancia se quedan en nada de nada”
Sin duda, series catalanas como ‘Merlí’, comprada por Netflix tiempo después, te dieron una gran visibilidad. ¿Tú eres de tomarte la vida con filosofía?
Sí, sí, a saco. Hoy he perdido un vuelo y he dicho: “Mira no hay”. Yo soy así, mi hermana flipa. También un día, perdí el DNI cuando me tenía que ir a Portugal. Es un poco de la vida de artista, esa patada de Charles Chaplin a la manzana al final de la peli, un poco de “bueno, y la vida sigue”. Siempre intento reírme un poco de las situaciones, incluso, desde el cinismo y aceptar lo que viene como parte del juego del destino.
¿Alguna meta que te hayas fijado en tu carrera?
Intento fijarme metas, la verdad. Los sueños sin metas se quedan en nada y las metas sin constancia se quedan en nada de nada. Hay una meta un poquito más hacia dentro que creo que se está formando en mí desde hace poco que es encontrar ese sitio en el que sea arriesgado para mí, que pueda aprender y pueda disfrutar. Un sitio donde yo brille y te salga bien. Así que, a intentar encontrar ese sitio y desde ese objetivo a ver cómo exteriormente se traduce.