Los vecinos de la londinense calle de Cranley Gardens nunca imaginaron que lo que comenzó como una llamada debido al mal olor y el atasco de unas cañerías acabaría por descubrir a uno de los mayores asesinos en serie de la historia criminal británica. Eran comienzos de 1983 y, tras el hallazgo de restos humanos en las cañerías que provenían de casa de Dennis Nilsen, la policía se topó con uno de los asesinos en serie más atípico de todos los tiempos. Y es que, sin ningún nerviosismo ni ápice de culpa, el británico de 37 años invitó a los agentes a entrar, les enseñó el armario donde guardaba algunos restos humanos y les confesó haber matado a 15 chicos jóvenes entre 1978 y 1983. Con este descubrimiento como punto de partida, ‘Memorias de un asesino: Las cintas de Nilsen‘ repasa su vida y crímenes. Y todo ello narrado por su propia voz, recuperada de unas cintas grabadas por él mismo en prisión.
La historia de sangre y necrofilia de Nilsen, cuyo modus operandi recuerda al del estadounidense Jeffrey Dahmer, es sobre todo llamativa porque la Policía se lo encontró a él antes que a sus víctimas. Una ardua y poco común labor policial de la que da buena cuenta el documental de Netflix, donde se relata cómo primero debieron encontrar los restos de cadáveres y después poner rostro a cada una de las víctimas, cuya desaparición, en muchos casos, no se había ni denunciado. Cuerpos que Nilsen había ido guardando en las distintas viviendas que había ocupado en esos 5 años de matanza, muchos de los cuales no pudieron ser identificados porque el asesino no recordaba los nombres.
El método de Nilsen, a quien algunos llamaban “el asesino amable”, siempre era el mismo: ligar con chavales jóvenes en clubs de ambiente gay del West End de Londres, invitarnos a su casa para seguir bebiendo y, una vez dormidos, estrangularlos. Al principio escondía los cadáveres los debajo del parqué, pero debido a los fuertes olores y los gusanos que atraía la descomposición comenzó a quemarlos, tirarlos por el inodoro o enterrarlos en el jardín. En muchos casos también llegó a lavarlos, vestirlos o sentarlos en el salón. ¿El motivo? Odiaba sentirse solo y buscaba una compañía duradera.
Pero, ¿cómo fue posible que con un proceder tan poco cuidadoso y con tantos jóvenes desaparecidos la Policía no lo detuviera antes? Pues porque nadie fue consciente de las desapariciones ni estableció un vínculo entre las que se sabían como para poder hablar de un asesino en serie. Hay que tener en cuenta que en aquellos años Reino Unido atravesaba una dura crisis económica y el desempleo era muy alto en todo el país, por lo que muchos decidían trasladarse a la capital para intentar labrarse un porvenir. Así, la mayoría de las víctimas de Nilsen eran jóvenes sin techo procedentes de distintos puntos de Inglaterra; muchachos marginales y en situación precaria que, atraídos por la promesa de bebida, comida y techo, caían en su grotesca trampa.
El hombre tras el monstruo
El primer día de declaración de Nilsen frente al tribunal fue una decepción mediática.Desde su detención nadie lo había visto físicamente y lo único que había en el imaginario colectivo eran los relatos contados por la prensa y las autoridades. Tratándose de unos hechos tan escalofriantes e impactantes, la mayoría esperaba ver a un monstruo, un tipo duro y de gran envergadura que infundiera terror con solo verlo y saliera cubriéndose. Sin embargo, Nilsen se presentó a rostro descubierto y dejó a todos sorprendidos por su aspecto mundano. El monstruo bien podría ser cualquier vecino que te cruzas por tu barrio.
Sin embargo, la prensa siguió avivando la historia del monstruo de Muswell Hill. El propio Nilsen también quiso popularizar su historia y se lanzó a escribir un biografía en 1985 de la mano del escritoraBrian Masters, ‘Killing for company’, y sus propias memorias bajo el título de ‘History of a Drowning Boy’, las cual fue prohibida en su día y no se publicó hasta el pasado mes de enero. En todo esto, además de en el sonado juicio, se centra la miniserie de Prime Video ‘Des’.
Además de los crímenes, la nueva producción de Netflix repasa toda la vida de Nilsen. Nacido en noviembre de 1945, Nilsen tuvo una infancia complicada. Sus padres apenas se hacían cargo de él y fue víctima de abusos sexuales por parte de su abuelo hasta que este murió, cuando él contaba con cinco años. En 1961 se alistó en la Armada británica hasta 1972, cuando lo dejó para trabajar como empleado de vigilancia, aunque duró poco tiempo. Al final acabó como funcionario en una agencia de empleo hasta que fue arrestado.
Desde joven tuvo obsesión por los cadáveres y un miedo atroz al abandono. De hecho, al igual que le ocurría a Jeffrey Dahmer, Nilsen estaba obsesionado con dominar a un hombre, temía la soledad y, en gran parte, comenzó a matar como una forma de evitar que los hombres a los que llevaba a casa lo abandonaran. El punto de inflexión fue una relación fallida en 1977. Poco tiempo después mató a su primera víctima, Stephen Dean Holmes, un niño de 14 años al que conoció un pub e invitó a beber en su casa.
Unos meses antes de asesinar a Holmes, el británico intentó hacer lo mismo con un estudiante chino de Hong Kong que había conocido en el West End, pero el joven logró escapar saltando por la ventana después de despertarse desnudo y con Nilsen atacándole. La víctima tuvo que recibir 100 puntos de sutura, pero su familia se negó a que declarara por lo que Nilsen fue acusado de delito alguno.
Nilsen cometió sus crímenes antes que Jeffrey Dahmer, pero el conocido como “Carnicero de Milwaukee” terminó siendo mucho más popular, por lo que al primero se le conocía como el Dahmer británico. Otro de los motivos fue que el final de Dahmer también resultó mucho más sensacionalista, ya que murió a manos de otro preso cuando apenas llevaba un par de años en la cárcel. Nilsen, por su parte, cumplió 34 años de condena y falleció en 2018 a los 72 años de una embolia pulmonar y una hemorragia retroperitoneal. Ahora, Netflix vuelve a remover uno de los episodios más sangrientos de la historia de Gran Bretaña.