Moha Gerehou nació en Huesca en 1992, sus padres emigraron de Gambia hace más de treinta años. En Madrid se formó como periodista y como tal ha ejercido en medios de comunicación españoles. Hasta aquí podría ser una historia más, si no fuera por una particularidad que le ha acompañado toda la vida: ser negro y español. Acaba de publicar el libro ‘Qué hace un negro como tú en un sitio como este’ (Ediciones Península) y bajo este irónico título se esconden muchos de esos casos de racismo con los que Moha pretende romper el relato de que siempre son los “otros” los racistas. Sabíamos que existía el racismo en Estados Unidos. Ahora sepamos qué sucede en España.
La primera gran pregunta podría ser perfectamente el encabezado de esta entrevista, ¿somos racistas en España?
Sí, el racismo existe en España y, por tanto, hay personas que activamente difunden ese racismo. Este libro sirve para hacer ese reconocimiento de la existencia de un racismo estructural que se nota en distintos ámbitos, desde la vivienda, el lenguaje y la educación hasta las relaciones de amistad y de amor, para luego ver qué posición adoptamos al respecto.
En el libro hablas mucho de tu experiencia personal. ¿Cómo es ser negro en España?
La historia de mi vida no es una historia estándar, aunque mucha gente puede sentirse reflejada en ella. En mi caso al haber nacido en España tengo que lidiar con eso de ser Español pero nadie me lo considera.
De hecho reconoces que durante mucho tiempo te odiaste por ser negro…
Sí, creo que es algo natural. Por un lado, vas creciendo con todos los estereotipos negativos que están asociados a lo negro y a lo africano: inculto, que no tiene modales, que es sucio. Por otro lado, vas creciendo y distintas experiencias negativas tienen como punto en común el color de piel. Cuando jugaba a fútbol de pequeño eso era lo que determinaba la reacción que tienen los del equipo contrario, cuando algún chaval te dice “conguito”. Al final te acabas dando cuenta que tu color de piel muchas veces es lo que explica hechos negativos que te suceden. Además, crecemos conociendo muy pocos hechos positivos relacionados con la negritud, constantemente te sientes inferior, por eso es tan importante tener referentes y hablar de ello. Al final con todo eso crees que si no fuera por este color de piel, mi experiencia sería distinta o sientes que sería mejor. Es ahí cuando dices que ojalá pudiera cambiar y no tendría que ser así.
¿Cuál ha sido el insulto racista que más sufres a día de hoy?
La propia palabra negro con sus matices, acompañado de “mierda” o lo que sea. Siempre se ha utilizado de una forma negativa y despectiva, y ,al final, termina calando. Fíjate que, incluso, hay gente que no se atreve a decir que una persona es negra, porque tenemos interiorizado que es algo negativo y lo dice en voz baja. Reivindicamos que se hable de las personas negras de una forma descriptiva, igual que hay personas blancas, asiáticas, se puede decir que soy una persona negra. Sin embargo, hemos crecido con que lo negro está asociado a lo negativo y es un insulto. Ahí es donde hay que darle la vuelta.
Además del insulto, tú has vivido algo aún más despreciable. Te llegaron a subastar en Twitter.
Aquello fue después de poner mis opiniones políticas sobre la retirada de una calle en honor al militar Millán-Astray durante el Gobierno de Manuela Carmena Empecé a recibir una serie de insultos racistas y hubo gente que se puso a simular una subasta.
[Uno de esos tuits fue: “Si me dejáis soltarlo en mitad del campo y cazarlo, 1.400 euros”]
No se me critica mi opinión política, sino que se me critica el hecho de ser negro y criticar la cultura y la política española. Pero más que quedarnos con el hecho en sí, lo importante es ir al por qué se hace eso, cómo eso sigue en el imaginario colectivo y se utiliza con total impunidad. En este caso, lo he denunciado y cinco años después todavía no hemos tenido juicio. Esto también es importante señalarlo, tenemos una justicia que no está preparada ni adaptada para luchar contra el racismo de una forma efectiva y rápida y que nos dé seguridad a las personas que lo vivimos.
“Crecemos conociendo muy pocos hechos positivos relacionados con la negritud, constantemente te sientes inferior, por eso es tan importante tener referentes”
Cuando me pongo a leer comentarios de vídeos de tus charlas me llaman la atención aquellos que vienen a decir que al ser un negro “privilegiado” no deberías denunciar el racismo. ¿Supongo que esta es una de las grandes batallas del racismo?
Sin duda. Nos ponen siempre la dicotomía esa de que o vives racismo o vives clasismo. Lo cual es absolutamente falso e injusto porque no vamos con la cuenta corriente en la frente y al final lo que mucha gente ve es a una persona negra y ya está. Sí es cierto que la clase social puede hacer que el impacto de ese episodio de racismo tenga mayor recorrido para una persona que está en situación irregular, no tiene ningún empleo y se dedica a la venta ambulante, que sobre mí que tengo nacionalidad española. Pero hay que ir a la base, hay un caso muy evidente que cuento en el libro sobre Magic Johnson y Samuel L. Jackson cuando van a comprar a Italia y se sientan en un banco con sus bolsas de Louis Vuitton, les hacen una foto y la extrema derecha lo usa para decir que los inmigrantes que vienen se gastan el dinero de las ayudas en tiendas de lujo. En este caso se queda en una anécdota, pero para la gente migrante que estaba en Italia en esos tiempos con Matteo Salvini como Ministro de Interior es distinto, porque el impacto para ellos y la persecución es mucho mayor. En definitiva, creo que la clase no excluye el racismo.
Tres de las mentiras que más repiten los racistas son: los inmigrantes nos quitan el trabajo, los inmigrantes violan y roban y los inmigrantes abusan de las ayudas sociales y el mal llamado “efecto llamada”. ¿Cómo contrarrestar estos bulos?
Hay un capítulo en mi libro que se llama “El inmigrante de Schrödinger” donde explico que conviven a la vez eso de que los inmigrantes viven de las ayudas y a la vez que los inmigrantes quitan el trabajo a los españoles. Esos dos discursos conviven como si no tuvieran ningún tipo de contradicción. Son vagos que viven de las ayudas y son unos trabajadores que incluso quitan el trabajo a los españoles, las dos cosas pueden convivir. Eso nos demuestra que el racismo nunca ha necesitado ni de la verdad ni de los datos objetivos ni de la evidencia científica. Entramos en un bucle de desmontar cuando aquí lo único que hay que desmontar es ese racismo estructural. Hasta que no lo hagamos, esos bulos, por desgracia, van a seguir existiendo.
Habrá gente que leerá esta entrevista y dirá “Yo no soy racista, esto no va por mí”. Pero para aprender a detectarlo, ¿qué es el racismo?
Es un sistema de poder que está basado en dos cosas: en un supremacismo blanco y en la discriminación de las personas racializadas. Y se ve en todos los ámbitos de la vida, la política, la economía, la educación, la vivienda y las redes sociales. Es una dinámica de poder que está presente en absolutamente todos los lugares de la vida. Siempre hago la misma comparación con respecto al machismo, al igual que hemos sido capaces de identificar que el machismo va desde los piropos groseros hasta los asesinatos machistas, creo que tenemos que empezar a entender que el racismo va desde decir MENA hasta las continuas muertes en el Mediterráneo.
Un buen detector de racismo encubierto es el humor, ¿cuál es el chiste racista que menos gracia te hace?
Creo que un clásico es el tema del pene. Ya no es como un chiste, sino la típica broma que se suele hacer. Y una vez más tenemos que ir a las causas de donde viene esto. Esa constante hipersexualización se pone bajo el paraguas del humor para decir cosas que la gente piensa. Sé perfectamente identificar cuando estamos en un contexto de broma, pero también sé identificar cuando una persona utiliza el humor como revestimiento para poder decir las cosas que realmente piensa, y es un matiz importante. Yo he tenido un monólogo que se llama “¿Cómo sería mi vida si fuera un negro de película?”, el humor es súper potente y muy sanador, nos permite confrontar al sistema, pero hacer todavía chistes sobre si los negros tienen el pene grande o que si los gitanos roban, está vistísimo.
“Al igual que hemos sido capaces de identificar que el machismo va desde los piropos groseros hasta los asesinatos, tenemos que empezar a entender que el racismo va desde decir MENA hasta las continuas muertes en el Mediterráneo”
Tanto las instituciones como los medios son siempre los malos visibles de cualquier atropello social, pero ¿es la cultura racista? Ponme ejemplos que puedas detectar en la música, el cine o la televisión.
Por ejemplo, es verdad que consumimos mayoritariamente productos culturales de películas y series que vienen de Estados Unidos, donde tienen un debate con respecto al tema racial bastante más avanzado, pero, sin embargo, todavía a día de hoy las historias relacionadas con las personas negras siguen estando exclusivamente relacionadas con lo racial. Es decir, que si en una película aparece una persona negra es porque su historia está de algún modo ligada a lo racial. Tenemos muchos ejemplos de series y películas, como ‘Ace Ventura’ que constantemente miran al continente africano desde una perspectiva y el problema con los estereotipos no es que sean mentira, sino que cuenta solo una parte de la verdad. ¿En África hay gente que lo pasa muy mal y pasa hambre? Sí. ¿Esa es la imagen de todo el continente africano? No. Pero así funcionan los estereotipos, consiguen hacer pensar que una parte es el todo. Y es ahí donde hay que estar, mostrar nuestra vida a través de la cultura, en toda su amplitud y diversidad.
Si hablamos de racismo en la política, no podemos evitar hablar de VOX, y con este partido ocurre algo revelador y es que mucha gente defiende que no es racista porque tienen a un negro entre sus filas.
Es la típica excusa de “yo no soy racista tengo un amigo negro”. Al final el antirracismo lo marcan las políticas y eso se aplica a un partido como Vox y también a partidos de izquierda. El antirracismo se demuestra andando, con acción, con políticas y no solo poniendo a caras de personas racializadas, que eso es más bien de justicia respecto a lo que está ocurriendo en la sociedad. Es una anomalía que haya tan poca gente racializada en la política, dirigiendo el país, cuando luego la realidad en nuestras calles no tiene nada que ver con esa fotografía que vemos ahí.
Hemos hablado del racismo en la política, en los medios, en la cultura, en las calles, ¿y en el fútbol?
Creo que el problema con el fútbol son varios. El primero es la enorme repercusión que tiene a nivel de la sociedad y lo segundo es que se ha entendido ese relato de que lo que pasa en el campo de fútbol se queda en el campo de fútbol. Hay gente que entre semana en el trabajo son personas encantadoras y luego el sábado van al partido de fútbol y en la grada son unos energúmenos que se dedican a decir que si este jugador es un “negro de mierda”, que si es “maricón”, “una nenaza”. No sé por qué se ha entendido que el campo de fútbol es un oasis en el cual no hay ley. Si tu no vas al mercado y le empiezas a insultar al frutero por la cara, no puedes ir a un campo de fútbol a hacer lo mismo. Ha ocurrido durante mucho tiempo una impunidad permitida por las instituciones del deporte, que se llenan mucho la boca con “Di no al racismo”, pero cuando llega la hora de la verdad apenas hacen nada. Con el caso de Diakhaby (jugador del Valencia C.F.) se ha zanjado con una investigación diciendo “no se sabe muy bien quién lo dijo” y ya está. No hay una voluntad. En la liga de fútbol inglesa son bastante contundentes con este asunto y cuando hay jugadores que han dicho insultos racistas han estado ocho partidos sin jugar o el estadio tiene una sanción. Hacen faltan acciones contundentes para que la gente se lo piense mucho, si eso no ocurre, el racismo va a seguir campando a sus anchas.
“Las instituciones del deporte se llenan mucho la boca con “Di no al racismo”, pero cuando llega la hora de la verdad apenas hacen nada”
¿Cómo se ejercita ese antirracismo?
Durante mucho tiempo nos hemos sentido cómodos viviendo en una sociedad en la que existe un racismo estructural y mucha gente se ha quedado en esa excusa de “yo no soy racista”, lo cual no es meritorio porque es lo mínimo que tendría que ser. Pero tenemos que entender que cualquier momento y cualquier lugar es bueno para ser antirracista. Si en el entorno laboral ha habido un compañero que hace un comentario racista, es un buen momento para ser antirracista. Si vemos que en el campo de fútbol en el asiento de al lado a alguien diciendo “negro de mierda” a unos futbolistas, es un buen momento para ser antirracista. Tomar acción y no dejar que el silencio y la comodidad jueguen a favor del racismo.
Esto lo podemos aplicar hasta con el meme del negro de WhatsApp, ¿no?
Si entendemos que el racismo es algo estructural que aparece en todos los ámbitos de nuestra sociedad, el antirracismo tiene que ser igual. Y eso es un ejemplo, como algo tan simple que es racista, tienes la posibilidad de tomar acción directamente. Eso sirve muy bien para poder aplicarlo a otros aspectos de nuestra vida.
‘Qué hace un negro como tú en un sitio como este’
Ediciones Península
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