Muchas veces la fama es inversamente proporcional a la naturalidad que se puede proyectar. Pero no es así en el caso de Miguel Ángel Silvestre (Castellón de la Plana, 1982) que, pese a ser uno de los actores de moda y con más trabajo de nuestro país, es capaz de llegar a esta sesión sin pedir excentricidades, pasar más de cuatro horas bailando y despedirse como si fuera un colega más, con un abrazo -la sesión se hizo antes de la pandemia- y un “gracias”. Este castellonense de pura cepa rompió el corazón a toda España haciendo de El Duque; conquistó medio mundo y se erigió como icono gay tras interpretar a Lito en ‘Sense 8’; blanqueó dinero para el cartel de Cali en ‘Narcos’; fue el apuesto heredero de las exitosas galerías ‘Velvet’; ha sido un admirable Pablo Ibar que mantiene la cordura tras más de 15 años ‘En el corredor de la muerte’; y, recientemente, hemos sabido que formará parte de la banda de atracadores más famosa del mundo en ‘La Casa de Papel’. Interpretaciones que dan cuenta del viaje profesional y emocional de este actor que, en realidad, iba para tenista. Así fue como algunos golpes y varios reveses cambiaron su vida.
¿Da vértigo ser uno de los actores españoles más internacionales del momento?
No es algo que me planteo. Desde el principio, cuando empiezas a estudiar y te sale el primer trabajo, hay una cosa constante que está ahí y es el miedo a no volver a trabajar. Eso te hace mirar hacia adelante y ocupa mucho la mente como para que dé vértigo. Sí aparecen miedos tipo ¿sabré reinventarme? o ¿cuánto dura la carrera de un actor? Considero que esto es un deporte que va a la par con lo que vas aprendiendo en la vida, con las heridas que te hace y cómo te vas recuperando de ellas. Todos estos miedos me hacen no pensar en la presión, sino en mirar hacia delante para intentar continuar en el tren del privilegio que es trabajar.
Has protagonizado series internacionales y nacionales en los últimos años y tienes varios proyectos aún por estrenar. ¿Recuerdas cuando te tocaba estar pendiente del teléfono para trabajar?
Cada vez que hago un casting estoy pendiente del teléfono, pero con el tiempo he aprendido a ocuparme con otras cosas. Normalmente, cuando hago una prueba, me tiro una semana comiendo pizza, pasta, dulces… creo que mato la ansiedad diciendo: “Me llamen o no me llamen, fíjate lo dulce que es la vida” —ríe—.
¿Cuánto tiempo has podido estar sin trabajo?
Ahora llevo un año sin parar, pero estuve un año y medio descansando, por lo que no me viene nada mal estar ahora activo.
“Cada vez que hago un casting estoy pendiente del teléfono, pero con el tiempo he aprendido a ocuparme con otras cosas”
¿Descansando adrede o porque no salían cosas?
Era una mezcla. Por un lado, quería parar el carro, hacer surf y conectar con algo fuera de la industria. Y, luego, se ha juntado que ha habido un par de proyectos en los que iba a estar y, al final, se han caído.
Ser Miguel Ángel Silvestre no te libra de hacer pruebas como cualquier actor, ¿no?
Las pruebas son necesarias para darte cuenta de si eres capaz de acceder a ello. A mí, como actor, me preguntan si sé montar a caballo y digo que sí aunque no tenga ni idea, pero soy muy testarudo y muy constante. Las pruebas vienen muy bien como dosis de adrenalina y también se convierten en una droga porque son capaces de relajarte. Parece que querer conseguir algo está más en el control de querer conseguirlo, pero cuando te sale bien un casting es cuando pierdes el control y te dejas llevar. Con los años, empiezas a entender dónde reside esa relajación, es como si yo me quisiera reír ahora de cero a cien; como me he reído tantas veces en la vida sé la sensación que es y puedo acceder a ella, aunque fuera un momento muy triste. Esto es lo mismo, es una contradicción muy curiosa y nunca lo había pensado hasta ahora.
Llevas cinco años enlazando papeles importantes, ¿cómo sienta eso?
Cuando me llega una oportunidad como la interpretación de Pablo Ibar —‘En el corredor de la muerte’— o como la de Álex de la Iglesia —‘30 Monedas’— siento mucho agradecimiento. Va a sonar demasiado exaltado pero, cuando voy a trabajar, me siento muy acompañado por una familia que durará nueve o tres meses pero, al final, es gente con la que voy a compartir un agradecimiento muy puro y eso es una sensación muy buena.
Las primeras veces de Miguel Ángel Silvestre
¿Cuándo se enamoró por primera vez?; ¿su primera borrachera?; ¿el primer beso?; ¿la primera vez que le partieron el corazón?; ¿la primera multa? Sometemos a nuestro actor más internacional al test ‘Las primeras veces de…’
Pero, ¿siempre existe ese ambiente de familia en los rodajes?
No en todos, pero los miedos a hacer un buen trabajo, a que después de ese trabajo me saliera otro y a no cagarla, te impiden observar y disfrutar del proceso. He de decir que la muerte de mi padre ha sido un impasse muy fuerte en mi vida y, desde entonces, disfruto del proceso muchísimo más. Relativizas si un personaje o una película va a tener éxito y exprimes los momentos en base a algo bonito que me dice el director y veo cómo transformarlo, o cuando me retocan en el último momento. Eso me llena de una energía mucho más positiva y está más en contacto con la vida.
¿Crees que has renunciado a algo para lograr el éxito actual?
Uno no tiene por qué renunciar a nada con la fama. Una vez, una persona me preguntó si estaba orgulloso de mis acciones y dije que sí, y me respondió que entonces no me tenía que esconder. No me voy a quedar en la puerta de los cines Callao esperando a alguien, aunque lo he hecho con una gorra y unas gafas de sol, porque cuando empiezas con una foto, crece la bola. Con la fama no renuncias a tanto; dicen que al anonimato, pero creo que el anonimato está en cómo miras a una persona, ahí está la intimidad y eso no lo puede traspasar nadie. Al principio, no estás acostumbrado a ir por la calle y ver a personas haciéndote fotos, pero todo se coloca, y cuando pasa, entonces empieza el disfrute.
“La muerte de mi padre ha sido un impasse muy fuerte en mi vida y, desde entonces, disfruto más de todos los procesos. Relativizas si un personaje o una película va a tener éxito o no”
De las pistas a las pantallas
Ibas para tenista profesional antes que actor, ¿qué pasó para que tu vida diera ese giro de guión?
Nunca me he querido dedicar a esto hasta los 22 años. El director de ‘La Distancia’ —su primera película como protagonista— se reía y me decía: “Joder, macho, mi actor protagonista solo ha visto ‘Pretty Woman’ y ‘Solo en casa’” —ríe—. No dejé el tenis por una lesión, es mucho más agrio que todo eso. Me di cuenta de que no lo iba a conseguir y lo dejé. Fue, además, un año muy complejo. Hasta los 19 años no había probado una gota de alcohol y lo probé todo de golpe, sobre todo porque tenía un vacío muy fuerte. Pasé de entrenar entre seis y siete horas todos los días a, de repente, decidir que lo dejaba porque no llegaba. Mis padres estaban haciendo un esfuerzo económico muy grande, me fui de casa a los 13 años y cuando volví y me levanté por la mañana, me pregunté qué dirección tenía; y no tenía rumbo. Eso me generó insatisfacción, pérdida y necesidad de buscar en otros lugares.
¿Llegaste a odiar el tenis?
Nunca lo he hecho. Es más, me resulta nostálgico porque a veces sueño que me dan un pase para jugar en Roland Garros y me levanto muy triste porque es la gran frustración de mi vida.
¿Qué golpe se te daba mejor?
Tenía muy buen revés —ríe—.
“Hasta los 19 años no había probado una gota de alcohol y lo probé todo de golpe, sobre todo porque tenía un vacío muy fuerte”
El primer papel protagonista que te dio fama fue el Duque en ‘Sin tetas no hay paraíso’, ¿cómo se vive un fenómeno televisivo así?
Nos cogió a todos por sorpresa. Creo que tuvo mucho que ver la historia, los guiones y la prensa, por eso me siento muy agradecido.
Te he leído en alguna entrevista que ahora ese personaje no te parece tan guay.
Pensaba que se darían cuenta de que el personaje era mucho más cool de lo que puedo ser yo y eso me tenía un poco rígido.
¿Has vuelto a ver la serie tiempo después?
La vi una vez y ya está, no me gusta ver mis trabajos más de una o dos veces. De vez en cuando es bueno revisarlos y aprendes muchas cosas, pero me gusta dejarlos en el pasado porque no le encuentro el placer a ver un trabajo mío.
Has trabajado con Pedro Almodóvar, que era uno de tus sueños. ¿Es tan traumático como cuentan otros actores?
En ningún momento sentí eso, es curioso. De hecho, me llamaba la atención cuando la gente hablaba de la exigencia de Pedro. Es un director con muchísima cultura y conocimiento, tiene un sello muy propio y sabe muy bien lo que quiere, entonces, es muy preciso y persistente hasta conseguir esa textura o ese color que está buscando. Hay algo de esa persecución por la perfección que admiro mucho. El rodaje que yo viví con él fue muy bonito y lo que pude observar fue a alguien con capacidad para divertirse en el momento, ser espontáneo y aprovechar las pequeñas cositas que van sucediendo. Es una persona que quiero mucho.
Después de trabajar también en Estados Unidos, ahora no paras de hacerlo aquí, ¿quiere decir que vuelves para quedarte?
Tengo alquilado un apartamento en Los Ángeles y ahí está, me vine aquí y no quiero volver. De momento, sé que tengo dos o tres años de trabajo en España y eso me hace mucha ilusión. Antes, siempre que tenía días libres me iba de España y, ahora, cuando tengo 15 días de vacaciones, llamo a mi amigo Álex el bombero y le digo de irnos a Santander, alquilamos unas furgonetas y nos vamos a surferar. O voy a ver a mis sobrinos. Me di cuenta en el entierro de mi padre de que estaba disfrutando muy poco de mis amigos. Salgo fuera para trabajar, pero no por querer salir de España, todo el amor que tengo está aquí.
“El tenis me resulta nostálgico porque a veces sueño que me dan un pase para jugar en Roland Garros y me levanto muy triste porque es la gran frustración de mi vida”
Tus papeles en series de Netflix como ‘Sense 8’, ‘Narcos’ o ‘Sky Rojo’ —que se estrena este año—; de Movistar+, como ‘Velvet’ y ‘En el corredor de la muerte’; y de HBO, como ‘30 Monedas’ —cuyo estreno también es este año—, demuestran que el cine ya no es lo que más da de comer a los actores, ¿no?
Es un momento maravilloso. Sin duda, España es uno los lugares donde las producciones son de mucha calidad artística. Estamos ofreciendo algo muy peculiar y ha sido gracias a las plataformas que han visto que hay historias, ideas y gente con talento. Tenemos que sentirnos orgullosos de que aquí se estén haciendo series que están dando la vuelta al mundo.
El éxito en tu trabajo también lo usas para concienciar a tus seguidores sobre cuidar el planeta. ¿Cómo se imagina el mundo Miguel Ángel Silvestre en 2050?
Tengo esperanza en que se enderezará, en que las nuevas generaciones lo colocarán donde debe de estar. En mi día a día lo que intento es consumir poca electricidad, poco agua, darme duchas muy cortas y poner lavadoras muy cargadas.
¿Qué adjetivo o expresión crees que te define actualmente?
Me dejo llevar mucho más que antes, soy más libre con respecto al pasado.
*Artículo original aparecido en el número 38 de Mine. Descarga la edición digital interactiva para iOS o Android o el PDF de #Mine38.