Originarias de Alemania, pero inglesas de adopción. Corría el año 1945 cuando el Dr. Klaus Märtens, un médico del ejército alemán que se recuperaba de un pie roto, ideó una suela de amortiguación que le aliviara el dolor. Tan orgulloso estaba de su invento que elaboró un primer prototipo de lo que serían “sus” botas y, tras mostrárselas, se alió con un colega ingeniero y empezaron la producción. Utilizando suministros militares, estuvieron produciendo hasta 1959, momento en el que decidieron darlas a conocer al resto del mundo publicitándolas en varias revistas extranjeras.
Así llegaron a oídos de los Griggs, una familia de Wollaston (Northamptonshire, Inglaterra) dueña de una fábrica de calzado de trabajo con una sólida reputación. Los Griggs vieron un filón y no dudaron en adquirir una licencia exclusiva para hacerse con el éxito de las que, con los años, serían las botas más famosas del mundo –sin exagerar–. Ellos son los culpables de la distintiva costura amarilla, el patrón de suela único y la cinta con el eslogan en la parte trasera. Por fin, el 1 de abril de 1960, la primera bota Dr. Martens –el modelo 1460 en color granate– vio la luz; llevaba un sistema llamado Airwair y portaba el eslogan “With Bouncing Soles”. Lo demás, ya es historia.
Los 60, una década prodigiosa
Tras su nacimiento, las botas fueron reclutadas por los skinheads británicos como símbolo de su afiliación con la clase obrera. Tanto las adoraban que las hicieron polvo durante los 60 y los 70, momento en el que otras subculturas de la época también se las apropiaron.
1967, directas a la fama
A finales de los 60, Pete Townshend, guitarrista y cantante de la banda británica The Who, las catapultó al estrellato tras calzárselas en el escenario. Como homenaje, la marca lanzó, años más tarde, una colección inspirada en el grupo londinense.
Década de 1970, adoptadas por el punk
Durante los años 70, los Sex Pistols introdujeron las Dr. Martens dentro del fenómeno punk. ¿Cómo? Por influencia de la diseñadora Vivienne Westwood, pareja del mánager del grupo, Malcolm McLaren. Y, ¿qué hizo la firma británica? Lanzar la colección Dr. Martens x Sex Pistols, por supuesto.
Y llegó Will Smith
A partir de los 80, las mujeres se lanzaron a comprar los números más pequeños y empezaron a customizarlas. Las Dr. Martens vivieron su etapa más creativa y multiplicaron su facturación por tres. Algunas bandas estadounidenses de música hardcore y grunge –como Nirvana–, que estaban de gira por Reino Unido, empezaron a comprarlas y a exportarlas a la costa oeste de Estados Unidos. Así fue como, en los 90, ‘El príncipe de Bel-Air’ apareció con ellas en televisión. La locura estaba servida.
Los 2000, caída y resurrección
Poco después del cuadragésimo cumpleaños de Dr. Martens, las ventas disminuyeron tan drásticamente que echaron el cierre casi todas las fábricas de Reino Unido y enviaron la producción a Asia. No fue hasta 2003 cuando varios diseñadores de todo el mundo empezaron a reinterpretar la clásica bota 1460. ¿El resultado? Las DM resurgieron como el Ave Fénix. De hecho, en 2007, la histórica planta de Cobbs Lane, en Northampton, reanudó la fabricación de las Dr. Martens made in England.
¿Dónde están, hoy, las DM?
En 2013, la familia Griggs se deshizo de la marca que les lanzó a la fama y vendió la empresa al fondo de capital riesgo Permira por más de 350 millones de euros. Hoy en día, son pocas las firmas de lujo que no tienen una versión personalizada de las Dr. Martens: Alexander McQueen, Jimmy Choo, Calvin Klein, Dolce&Gabbana, Versace, JW Anderson, Hermès, Raf Simons… Si tú no las tienes, ya sabes lo que has de hacer en cuanto acabe el confinamiento. Al final, será verdad eso de que estas botas son indestructibles.