¿Tienes más de siete pares de vaqueros o pantalones en tu armario? Entonces, estás por encima de la media. Cada año se fabrican 1.000 millones de pantalones denim, el tejido de algodón grueso que conocemos como tela vaquera. Y cada pantalón consume 10.000 litros de agua en su producción, además de 10 kilos de colorantes y químicos. Por no hablar de los 13 kilos de emisiones de CO2 que genera cada uno. Pero en la localidad albaceteña de Madrigueras, concretamente en los talleres de Capitán Denim, llevan tiempo frenando tanta contaminación.
Capitán Denim surge como marca en 2013 de la mano de los hermanos José María, Oto y Juan González Arroyo, aunque su historia se remonta cuatro décadas atrás con la empresa textil que sus padres fundaron en 1973. “Nuestros padres siempre habían tenido el sueño de poder fabricar su propia marca. Hace ocho años estábamos atravesando una dura crisis y dar el paso hacia la comercialización y autoabastecer la fábrica era una manera de aprovechar nuestra infraestructura para seguir trabajando. Así seguimos fabricando para otras firmas y compaginándolo con nuestra propia marca”, recuerda Juan González, CEO de Capitán Denim.
De esta forma daban el salto a una nueva forma de ver la moda, con una conciencia mucho más sostenible. “Hace menos de un año, implantamos una nueva tecnología de micro nebulización que nos permite ahorrar más del 90% del agua que en un proceso tradicional. Además, ahorramos energía al ser un proceso en frío que no necesita agua caliente y conseguimos vaqueros envejecidos sin químicos mediante el uso de láser y el ozono como oxidante natural”, explica González. Y si a todo ello le sumas la energía verde con la que funciona la fábrica gracias a su caldera de biomasa, entenderás por qué estos vaqueros marcan la diferencia.
Además de vaqueros
Pero su implicación va más allá del medioambiente. A comienzos de la pandemia pusieron el taller a fabricar mascarillas para el personal sanitario y, además, su producción y equipo de 50 trabajadores es local y de proximidad. “Tras casi medio siglo desempeñando nuestra labor aquí, no nos planteamos otra forma de hacer las cosas. Es sinónimo de equilibrio y una manera de dinamizar las zonas rurales”, apunta el CEO.
Asimismo, la sostenibilidad se lleva hasta al más mínimo detalle y han desarrollado etiquetas biodegradables con semillas que pueden plantarse y Dry Indigo, una tecnología que tiñe con tintes biodegradables y sin necesidad de agua. Una forma de devolver al planeta aquello que le quitas para poder lucir esos pantalones.
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