Durante la semana, el área del Hospital Clínic en el Eixample de Barcelona es un vaivén de transeúntes, coches y taxis circulando. Pero todo ese ruido y movimiento se ahoga cuando traspasas el umbral del Atempo Restaurant, reubicado en la calle Còrsega, 200, desde hace poco más de un año. En su puerta, las vasijas con flores que recuerdan a los cerezos japoneses ya remiten a un estado zen. Este es el oasis elegido por el chef Jordi Cruz para presentar su menú ganador de una estrella Michelín en 2021: una selección gastronómica atemporal, como su propio nombre indica, de contrastes entre la comida tradicional y la fusión por la que, desde luego, el tiempo no parece transcurrir. Ni tampoco las preocupaciones del exterior.
Acudimos a la cita por invitación de Barceló Imperial. Para celebrar los 40 años de vida de la destilería, durante este año ha creado diversas experiencias gastronómicas entre Madrid y Barcelona, con la intención de trasladarlas a todo el territorio español. Inicia el desfile una de las mezclas protagonistas: Barceló Imperial Onyx con esencia de gazpacho, lima y sal de apio. Es el más suave pero también el más refrescante, así que agárrate fuerte porque a partir de aquí son todo son curvas. Le acompaña a la mesa el amante perfecto: un macarrón de pan caramelizado con sofrito picante y crema de albahaca que resalta los toques endulzados del ron. Le sigue una ostra rebozada y degustada con consomé de boletus y sí, has adivinado, ron Barceló Imperial, demostrando que también puede formar parte de la receta.
Estamos preparados para un segundo acto más ácido, presidido por el Barceló Imperial con zumo de yuzu, naranja y citronela. Lo degustarás casi sin enterarte mientras untas mantequilla de noisette y caviar en el pan más fino que hayas probado nunca. Todos esos matices de naranja y madera combinan genial con el salmón curado y montado sobre una cánula de alga nori. ¿Le falta soja a este sushi? La encontrarás en la nube espumosa que sobrevuela el bocado. Sin dudas, se trata del plato con mayor contraste de texturas de todo el menú.
Después de este segundo cóctel es lógico que quieras hacer una pausa para ir al servicio, pero no querrás perderte el emplatado del carabinero a la sal con col lombarda, mejillones y jugo al estragón. Junto con la parpatana de atún con crema de almendras, se da el marinaje de pescado idóneo para combinar con el Barceló Imperial Onyx con bitter de naranja, Cream VOS, almendra e infusión de tomillo. Esta es la mezcla más cremosa pero también la más reseca –la gama originariamente estaba pensada para acompañar al tabaco o el habano–, pues se añeja con madera muy tostada, casi carbonizada. Justo lo que pide el sabroso pichón asado con salsa de setas confitadas, que supone el broche dorado a la sucesión de manjares y el inicio de los caprichos en forma de postre.
El humo invade la mesa debido a la escenificación del chef Aldrey con el suflé helado de chocolate –una nube realmente esponjosa–, helado de cacao y ron Barceló Imperial. No olvidemos que esta es una celebración de aniversario, así que destapamos el Barceló Premium Blend 40º Aniversario, añejado en barrica francesa y guardado 10 años en reserva, para degustarlo a solas, o con hielo al gusto. Antes del último sorbo, queda espacio para petits fours de diferentes chocolates y sabores afrutados.
Café, covers en el hilo musical, algo de charla amistosa. Invadido por el espíritu del azúcar de caña, cuando te devuelven el abrigo y finalmente te despides, atraviesas esa recepción de madera y te das cuenta de que el cielo se ha oscurecido. Miras el móvil, y efectivamente, el reloj ha vuelto a marcar las horas.