Más de 950.000 personas siguen a Jessica Goicoechea, comentan sus estilismos, admiran su belleza, comprarían algunas de las cosas que promociona y hasta aspiran a ser como ella. Esta nueva profesión surgida en el primer albor de las redes sociales ha cambiado radicalmente el paradigma de la publicidad. Las marcas lo saben y, por eso, son capaces de pagar a una influencer como ella hasta cuatro cifras por subir un par de fotos a su perfil. Lo que a ojos de algunos puede parecer un despropósito, para esta joven de apenas 21 años es un trabajo que se toma muy en serio. “Solo se ve la parte buena, pero también hay mucha dedicación”, afirma.
Nuestro encuentro con Jessica comienza a las 9 de la mañana en la habitación 617 de un céntrico hotel de Madrid. Ella está en albornoz y dándose los últimos retoques antes de la sesión de fotos de hoy, la tercera en una semana. Saluda con voz tamizada y mirada tímida. El shooting comienza en el hall. Se encienden los focos y Jessica se transforma. Su facilidad para posar ante la cámara contrasta con su gesto tímido en las distancias cortas. Es meticulosa en su trabajo. Revisa las fotos y vídeos para comprobar cómo está quedando. Se hace decenas de fotos con su móvil y no le importa cambiarse en medio de las escaleras si el tiempo apremia.
Tras cuatro horas de flashes y cinco cambios de estilismo, la sesión se da por concluida. “No llevo una vida de una niña de 20 años, no llevo la vida de mis amigas. Desde los 16 viajo sola y llevo dos años viviendo independiente”, asegura con esa timidez inapropiada de alguien que se expone ante casi un millón de ojos casi todos los días de su vida. Pero, ¿te sientes más mayor por no llevar una vida acorde a tu edad? “No, yo me siento joven haciendo lo que me gusta. Sigo siendo una niña pero lo disfruto y me siento orgullosa de ello”, afirma rotundamente.
“Me contactaron ellos para hacerme el casting de Victoria’s Secret en Nueva York, pero me dijeron que la altura era un problema”
La pregunta es casi obligada. ¿Cómo una niña de 16 años se da cuenta de que subir fotos a Instagram puede convertirse en un trabajo? “Me di cuenta de que era un trabajo cuando alcancé los 70.000 seguidores. A partir de ahí empecé con un representante y hasta ahora”, nos revela. Hasta entonces era simplemente una niña a la que le gustaba hacerse fotos y soñar con la idea de ser modelo. Y lo ha conseguido, a pesar de que en sus comienzos se topó con muchas negativas por su estatura. Goicoechea no alcanza el 1’70 estándar de las modelos de pasarela, pero pensó que eso no podía ser impedimento para poder dedicarse a la moda.
Ya que las agencias no le ayudaban demasiado, decidió sacarse partido con sus propias herramientas. Ha logrado confeccionarse una imagen que atrae a numerosas marcas y que llamó la atención de los responsables del archiconocido desfile de Victoria’s Secret. “Me contactaron ellos para hacerme el casting en Nueva York, pero me dijeron que la altura era un problema”, reconoce. Pese a este primer rechazo, sigue aspirando a desplegar sus alas sobre el mediático desfile algún día. Y de cumplir sueños puede presumir.
A prueba de haters
Hay pesadillas que ensombrecen una profesión que se mide por los likes. Fue el caso de Celia Fuentes, una influencer que se suicidó después de que días antes publicara un vídeo asegurando que su vida era todo fachada. Jessica no la conocía, pero niega que ella se sienta presionada por tener que mantenerse en primera línea para asegurarse trabajo. “No me siento en la obligación de tener que estar subiendo siempre algo. Lo hago cuando me apetece o cuando tengo contenido”, asegura. ¿Y sobre los comentarios de los haters? “Soy una persona a la que no le afectan los comentarios malos de personas que no conozco. Me siento muy fuerte psicológicamente”, responde.
La sobreexposición en las redes puede ser un arma de doble filo que acabe por difuminar la fina línea que separa la vida privada de la vida profesional de una instagramer. Sin embargo, Goicoechea asegura tener el control absoluto de lo que decide compartir con su legión de seguidores. “Básicamente, expongo lo que yo quiero. No me privo tampoco de subir cosas de mi día a día más allá de lo que pacte con las marcas”, afirma. Por eso, no ha tenido problema en confirmar vía redes sociales su relación con el también modelo River Viiperi. Jessica es consciente de que es una privilegiada. Es su propia jefa, no está metida en una oficina todo el día y puede presumir de estar exenta de ciertas responsabilidades laborales que minan el día a día de cualquier persona.
“Como influyente, creo que lo único que no me gusta es cuando tengo que hacer promoción de algo durante mis vacaciones. Por ejemplo, si tengo que promocionar una marca de bikinis o una camiseta, no acabas disfrutando y te vuelves un poco loca porque no desconectas”
No obstante, cada trabajo tiene lo suyo. “Como influyente, creo que lo único que no me gusta es cuando tengo que hacer promoción de algo durante mis vacaciones. Por ejemplo, si tengo que promocionar una marca de bikinis o una camiseta, no acabas disfrutando y te vuelves un poco loca porque no desconectas”, admite. También le toca lidiar con la envidia de un entorno competitivo como es el de la imagen. “La envidia siempre va a estar y más en este mundo. Entre mujeres, sobre todo, hay más rivalidad”, asiente.
Otra debilidad que se le achaca a esta profesión es su volatilidad. Nadie asegura a estas chicas que el éxito les vaya a durar toda la vida, por eso Jessica decidió hace un año lanzar su propia marca de ropa, Goi Clothing. “Mi propia marca está yendo muy bien y este 2018 tengo otro proyecto que aún no puedo desvelar, pero que también está relacionado con la moda”, cuenta. Tras cerrar su maleta abarrotada de prendas de ropa, se sienta en el borde de la cama, medita unos segundos y nos revela un deseo confesable. Más allá del lujo, los likes, la fama y el ‘postureo’, Jessica Goicoechea tiene aspiraciones mundanas alejadas de una pantalla de smartphone. “Ser feliz toda mi vida”.
*Puedes ver el reportaje completo en el número 35 de Mine. Pide tu ejemplar en papel en tienda.ploimedia.com o descarga la edición digital interactiva para iOS o Android.