Hay madres felices y madres frustradas. Madres ausentes y madres sacrificadas. Y también hay madres que nunca han llegado a conocer a sus hijos. De manera más o menos indirecta, todas ellas han tenido cabida en el cine de Pedro Almodóvar.
‘Madres paralelas’ nos interna en una habitación de hospital, donde Janis (Penélope Cruz), una mujer embarazada, le enseña técnicas de respiración ante las contracciones a su compañera de habitación Ana (Milena Smit), una chica de 17 años. Desde aquel instante germinal, sus propias vidas cambian por completo. Janis, que proviene de una familia rural que todavía pide desenterrar la fosa donde fue dado por muerto su bisabuelo, necesita la ayuda de asistentas del hogar y niñeras para conciliar su trabajo con su reciente maternidad. Ana, por su parte, proviene de padres separados, y su madre Teresa (Aitana Sánchez-Gijón) comienza una gira nacional de teatro, dejando a su hija sola ante el cuidado de su nieta. Ambas madres primerizas se hacen compañía y de sus experiencias individuales se forja un fuerte vínculo emocional entre ellas.
La película número 23 de Almodóvar parece abrir un nuevo capítulo en esos universos femeninos por los que acostumbra transitar, tan repletos de dramas pasionales como de mujeres coraje que han ido trazando durante las últimas décadas otra cara diferente de nuestra propia sociedad. Analizamos por puntos los grandes aciertos y alguna debilidad en la esperada película del director manchego.
1. Penélope Cruz y Milena Smit, un dúo primerizo
El columpio interpretativo Cruz-Smit y su escalón generacional es el plato fuerte de la película. Destaca por la acostumbrada solidez con la que trabaja la primera, en contraposición con la tímida frescura de Smit, en un papel muy diferente al que llevaba a cabo junto a Mario Casas en el tour de force ‘No matarás’, de David Victori. El cansancio de sus cuerpos se visibiliza a través de sus conversaciones susurradas, casi todas ellas en interiores donde sus peores secretos no pueden ser escuchados. Aquí no hay actrices mejores ni peores. Cada una en su registro demuestra un temple que retiene toda una emotividad desbordante.
2. Lecciones de sororidad
En una de las secuencias de ‘Madres paralelas’, Penélope Cruz viste una camiseta imposible de pasar por alto, con el mensaje “We should all be feminists”. En su discurso particular, su personaje rompe estereotipos cuando prescinde de una figura paterna en la crianza de su hija, pero también se posiciona claramente cuando defiende las denuncias ante el acoso sexual.
La película es un canto, a veces doloroso pero siempre glorioso, a todo aquello que las mujeres llegan a construir: vida, historia y futuro. La relación entre Janis y Ana no solo se basa en la sororidad o la atracción acontecida de esa extraña hermandad que les ha unido en un momento complicado. El cordón umbilical que las une surge de la admiración, el autodescubrimiento y la transmisión de valores como legado generacional. Todos deberíamos ser feministas, y ninguna madre debería sentirse sola.
3. Todo sobre las madres
Como madres, no podrían ser más distintas. ¿Pero acaso hay dos iguales? A lo largo de su carrera Almodóvar ha replicado un alegato continuo en torno a la maternidad desde ‘Todo sobre mi madre’ (1999) hasta ‘Dolor y gloria’ (2019), pasando sin duda por los íntimos pasajes generacionales de ‘Volver’ (2006) o ‘Julieta’ (2016), entre muchas otras.
En ‘Madres paralelas’ aparecen dos madres solteras e independientes. Janis entiende su embarazo como un golpe de suerte a su edad del que no piensa renunciar por mucho que no lo tuviese planificado. Ana, sin embargo, mantiene dudas sobre su capacidad para criar a una niña en plena post-adolescencia, teniendo en cuenta el modelo a seguir que dispone en su casa: Teresa siempre le ha prestado más atención a su propia carrera como actriz que a su hija. Cada una lleva lo suyo como puede, pero el título de la obra no se reduce a sus protagonistas. Almodóvar nos demarca un país poblado de madres que tuvieron que seguir adelante cuando desaparecieron sus maridos y sus hijos tras la Guerra.
4. ¿La película más política de Almodóvar?
Pedro no se anda con chiquitas. En los primeros minutos de metraje de la película, Israel Elejalde y Cruz mantienen una conversación acerca de la nula política de memoria histórica llevada a cabo durante el mandato de Mariano Rajoy. La voluntad del personaje de Janis de levantar una fosa donde supuestamente se encontraba su bisabuelo – basada, por cierto, en la historia real de Catalina Muñoz, fusilada en Palencia por el bando franquista e identificada por el sonajero de su hija que llevaba consigo – es la gran sub-trama de ‘Madres paralelas’, hilo argumental donde se halla concentrada toda la crítica social y política del film como pocas veces antes se había detectado de manera tan explícita en la filmografía del director. Almodóvar, sin embargo, no busca posicionarse sino ofrecer la esperada dignidad a las familias borradas de la Historia.
Aunque su cine siempre ha ido acompañado de cuestiones sociales que nos atañen como sociedad –desde los abusos sexuales de la Iglesia, hasta el derecho al aborto o de las personas transexuales–, es ahora cuando parece interpelar directamente al espectador al ensalzar a una Cruz convencida y combatiente sobre sus derechos individuales y familiares para poder seguir mirando hacia el futuro.
5. El placer de la narración
“Es una larga historia. Un día prometo contártela”. Esta frase resuena en más de un film de Almodóvar. Sus personajes son esencialmente cuentistas, pero en el buen sentido. La propia adoración del director por una historia bien contada se traslada por igual a sus personajes, quienes detienen el tempo narrativo con sus extraordinarios monólogos.
Destaca la secuencia en la que Aitana Sánchez-Gijón cuenta su experiencia como madre de Ana, pero sin duda, nos quedamos con otro de sus monólogos, mirando a cámara, en el que recita un extracto de ‘Doña Rosita la soltera’, de Federico García Lorca. Nada más propicio para esta historia que uno de los últimos textos del poeta antes de ser abatido en la fosa. El trabajo de Sánchez-Gijón se sitúa en el altar de los monólogos más recordados en la filmografía del director, junto al mítico stand-up de Agrado (Antonia San Juan) en ‘Todo sobre mi madre’, Blanca Portillo en ‘Los abrazos rotos’ (2009), o Asier Etxeandia en ‘Dolor y gloria’, por elegir unos pocos.
6. La poética de la cotidianeidad
La fotografía de José Luis Alcaine, eterno colaborador de Almodóvar, trabaja entre lo poético – resulta inolvidable el plano de una cortina que se hincha por la corriente de aire en una ventana abierta, como si se tratase de un vientre fecundado –, y el plano más doméstico. Las lentes que utiliza para explicar con imágenes la historia de Janis y Ana intentan, tal y como él mismo explica a la prensa, “abarcar la visión total de los decorados, lo cual nos ha permitido una puesta en escena en profundidad y que el espectador pueda dirigir su mirada al personaje, decorado o detalle que más le atraiga […] Considero que de este modo consigo una mayor inmersión visual en el mundo de Pedro”.
Un mundo visual donde vuelven a estar presentes los clásicos motivos del director. Colores saturados que podríamos identificar como “almodovarianos”, así como una puesta en escena teatral, donde las puertas se abren y se cierran para recibir a nuevos personajes. Sin embargo nos encontramos ante una suavización mayor del estilo del director, quien parece olvidar parte de sus fetiches en el gran acto final del film, transcurrido en el pueblo de Janis.
7. Un guion desequilibrado
No debe ser sencillo entretejer dos ideas tan distantes. Por una parte las vicisitudes de dos madres solteras, sus traumas y sus terrores. Por otro, la recuperación de la dignidad familiar décadas después de un episodio tan cruento como lo fue el franquismo.
Almodóvar consigue salir airoso mediante la concepción de una necesidad de sanación, de mirar al pasado para poder engendrar un futuro que no repita los mismos errores. El relato, sin embargo, se estructura algo desequilibrado cuando parece perder de vista uno de esos ejes centrales durante buena parte del metraje, con la intención de recuperarlo después con mayor intensidad. El guion se antoja en diferentes ocasiones caprichoso y virado hacia el tramo final más complaciente posible.
8. Una tortilla de patatas bien hecha
“¿Y tú, sabes cortar patatas?”. Una de las secuencias más cómicas y memorables en ‘Madres paralelas’ se relaciona con una tortilla de patatas que Janis le enseña a cocinar a Ana, generando así un traspaso de conocimientos e identidad cultural del que quizás Ana, con su corta edad, no llegue a ser del todo consciente. Eso sí, nada es gratuito y la receta viene con moralina política: “Debes conocer tu pasado para decidir dónde quieres estar tú”.
Tradición casera y una fuerte ideología demarcada. El visionado de ‘Madres paralelas’ puede anunciar la llegada de un nuevo Almodóvar. Quizás el mismo de siempre, sí. Pero esta vez sin ningún tipo de tapujos a la hora de hablar.