Podemos afirmar -sin equivocarnos- que a Jim Carrey le conoce todo el mundo. Es uno de los cómicos más aclamados de toda una generación y películas como ‘Ace Ventura’ o ‘Mentiroso compulsivo’ lo han catapultado al podio de los genios del humor. Pero, lejos de lo que pueda parecer, su vida está repleta de desventuras y dramas personales que, ligados a su trastorno bipolar y su severa depresión, le llevaron a apartarse una larga temporada del foco mediático. Ahora, junto a Dana Vachon, un ensayista y animal de la noche neoyorquina, repasa sus recuerdos, tragedias e idas de olla en ‘Recuerdos y desinformación’, una novela autobiográfica que no es para nada una biografía al uso.
La nueva novela explora el lado oscuro de Hollywood, el peso de la fama, el hastío y el vacío existencial de Jim Carrey, sus comienzos como monologuista hasta que le descubrió Rodney Dangerfield en el Comedy Store de Los Ángeles y su relación con el gran amor de su vida, Georgie DeBusschere.
Aunque, sin lugar a dudas, lo mejor de todo este flujo constante de memorias e ideas son las anécdotas que cuenta de un sinfín de estrellas de Hollywood, como cuando se colocó de MDMA junto a Angelina Jolie, Brad Pitt y Hellen Mirren, sus desternillantes vivencias junto a su amigo Nicolas Cage o la surrealista experiencia de Taylor Swift en China cuando descubrió cadáveres de la Gran Hambruna. Muchas de estas anécdotas son locuras y mezcla de fantasía y realidad. Como dice el autor en la propia portada: “Nada de esto es real, pero todo es verdad”. Es decir, un juego de biografía y autoficción. Pero para entender todas las crisis del cómico y cómo ha llegado a esto, hay que hacer un repaso a algunos de sus mayores traumas. Luego ya es cosa tuya decidir qué te crees y qué no.
Una infancia en ruinas y analgésicos
Como en muchos casos, varios de los problemas de Carrey vienen de lejos. Su niñez no fue nada fácil y se crió, como cuenta en la novela, con un padre arruinado y una madre adicta a los analgésicos. De hecho, comenzó con sus actuaciones como un intento para intentar evadirse y hacer sentir mejor a su madre. Sus padres eran grandes fumadores y desde niño, el comediante vivió obsesionado con que sus progenitores iban a morir pronto. Además, aunque ahora tiene una fortuna estimada en 134 millones de euros y posee reliquias como el bastón de Charles Chaplin y un Picasso, durante su infancia vivió muchas penurias y hasta estuvo una temporada viviendo con su familia en una camioneta.
La soledad como forma de vida
Si algo destaca Jim Carrey en el libro es el sentimiento de vacío y soledad que arrastra en un mundo tan superficial como el de Hollywood. Pero este aislamiento e incomprensión del mundo que le rodea ya le acompañaba desde joven. No forjó grandes amistades en su niñez y le costaba mucho socializar, pese al gran carisma que transmite en el escenario. En más de una ocasión ha afirmado que gran parte de su infancia la pasó en su habitación mirándose al espejo y haciendo muecas sin ningún interés en entablar una amistad. En el libro, por ejemplo, habla de su gran amistad con Nicolas Cage y de cómo este le ha apoyado en todo momento, aunque ni sus consejos lograron sacarle de la profunda depresión que sufrió ya en su etapa adulta.
Muchas desventuras amorosas
En la vida amorosa tampoco ha conseguido demasiada estabilidad y ha encadenado muchas relaciones cortas y, en muchos casos, desgraciadas. Ha estado casado en dos ocasiones, una con Melissa Womer, con quien tuvo una hija, y con Lauren Holly, con quien no llegó ni al aniversario de boda. Después fue encadenando un romance tras otro pero cada cual más tortuoso y frustrado. Uno de sus grandes amores fue la actriz Rennée Zellweger, con la que llegó a estar prometido aunque la relación duró poco tiempo. Según cuenta de forma disparatada en el libro, ella lo abandonó por el torero Morante de la Puebla. Hasta desvaríos de este tipo suenan creíbles en la narrativa de Jim Carrey.
Un suicidio devastador
Sin duda, uno de los golpes más duros que el artista ha recibido en su vida fue el suicidio de la que fuera su ex novia, Cathriona White, que inculpó al actor de ello en su carta de despedida. La relación comenzó en 2012 y apenas duraron un año para luego comenzar con constantes idas y venidas, creando una relación tortuosa que el círculo de la joven tachó de tóxica y perjudicial. Varios días después de su última ruptura, la joven estilista se quitó la vida en 2015 y Hollywood quedó conmocionado. Pero para mayor trauma de Carrey, tiempo después del suicidio salieron a la luz las notas de las sesiones de White con su psicóloga en las que aseguraba tener miedo del temperamento de Carrey, que este la vejaba e insultaba y que llegó a contagiarle una ETS. Además, Jim Carrey debió ir a juicio después de que la familia de la joven le denunciara por negligencia, aunque el juez terminó desestimando todas las demandas.
El pozo de la depresión
El actor canadiense padece desde su infancia un trastorno por déficit de atención e hiperactividad, pero, además, tal y como él mismo ha admitido, también sufre un trastorno bipolar que le hace alternar momentos de una euforia e impulsividad desmedida con otros de profunda depresión. De hecho, el actor en más de una entrevista y aparición pública ha hablado sobre este problema y lo mucho que le cuesta controlar los períodos de profunda tristeza que le asolan.
En el foco de atención
Siendo Jim Carrey es difícil pasar desapercibido y más aún cuando cambias drásticamente tu aspecto dejándote barba y una imagen desaliñada. Además, muchas declaraciones polémicas suyas como posicionarse en contra de la vacunación le han hecho recibir duras críticas por parte de la comunidad científica y la prensa. De hecho, el libro comienza con una anécdota sobre el acoso de la prensa cuando Jim Carrey estaba en un momento mental complicado y se filtró un vídeo en el que Carrey se balancea gimoteando dentro de una piscina. Un acoso y derribo que se suma a la presión continua del propio Carrey por ser gracioso y estar en la cresta de la ola en una industria que le ha brindado poco reconocimiento y jamás le ha nominado a un Oscar. Además, en Hollywood se han empeñado en encasillarle en papeles meramente cómicos pese a su esfuerzo por mostrar su lado más profundo en películas como ‘El show de Truman’ o ‘El número 23’.
Sin identidad propia
Jim Carrey reconoce haberle pasado factura su entrega denostada por conseguir la perfección en cada papel que ha interpretado. Un ejemplo de ello lo narra en el documental de Netflix ‘Jim y Andy’, que te recomendamos que vea para explorar más en la personalidad poliédrica del actor. Carrey cuenta cuando se metió en la piel del cómico Andy Kaufman para la cinta ‘Man on the Moon’ y cómo durante el rodaje de la película logró sacar de quicio al director Milos Forman e incomodar al actor Danny De Vito. El actor confesó sentirse poseído por Kaufman hasta el punto de sentirse un desconocido, dudar de su propia identidad y sentirse vacío. Un hueco y unas dudas que, sin duda, busca responder con todas las reflexiones de su libro.